Oaxaca, México.- En tiempos de cambios globalizadores hay que aferrarse a lo humano para no perder el sentido de la justicia, opina el cineasta africano Mahamat-Saleh Hauron, quien visita México para presentar su más reciente película
Un hombre que llora.
El realizador ofreció una entrevista exclusiva a Conaculta, después de la conferencia de prensa para dar a conocer los pormenores del estreno de esta cinta en la Cineteca Nacional a realizarse el próximo viernes 26 de agosto.
Un hombre que llora narra la historia de un instructor de natación que se encuentra encargado de la piscina de un hotel de lujo de la República de Chad, no obstante que en su nación se libra una cruenta guerra civil y la propiedad es privatizada por una empresa china.
Adam es discriminado por su edad y retirado de su puesto por los nuevos empresarios, quienes lo confinan a trabajar en una caseta de acceso de vehículos. A la vez, es presionado para entregar a su hijo de 20 años a la guerrilla.
Mientras contempla el jardín de la Cineteca Nacional, Mahamat-Saleh Hauron, recuerda que gran parte de la trama de este filme surgió al observar la situación social y política de Abéché, Chad, su tierra natal, donde conoció el caso de un hombre que tenía tanto miedo de la guerra civil que entregó a su hijo de 12 años a las tropas para protegerlo.
“El cine ha trascendido en la actualidad su estatus de expresión artística y se ha convertido en una de las principales herramientas de denuncia a nivel mundial. Creo que esta película narra desde lo particular un tema con el que se identifican muchas personas sin importar su cultura”.
El director confesó que desde el principio quiso producir la película en su natal Chad, no obstante la carencia de técnicos especializados, al no existir una escuela formal de cine.
“Al final, la película tuvo participación de Francia y Bélgica y los equipos técnicos viajaron hasta mi país. Recientemente se ha aprobado en Chad la instauración de la primera escuela de cine y esperamos que la primera generación egrese para el año 2016”.
Afirmó que en la cinta se muestra que actualmente el tema de la globalización se encuentra latente en cualquier país, incluso en las zonas más apartadas de África.
“Cuando estuvimos en el Festival de Cannes, me sentí muy contento de que personas de todas partes del mundo me comentaran lo mucho que las había cimbrado la cinta. Creo que actualmente estamos viviendo a nivel global una preocupación colectiva en la que los intereses económicos coartan a menudo las garantías humanas”.
En este sentido, el artista dijo que existe en la trama una clara referencia a los cambios abruptos impuestos por el nuevo orden global, en el que mucha gente lo pierde todo de la noche a la mañana.
“Jean Luc Godard afirmó que la mayor muestra de los problemas engendrados por la globalización es que cada vez menos personas van a poder ganarse la vida en aquello que aman. Creo que Adam, el personaje central de esta historia, es el mejor ejemplo de ello al conformarse con una posición menor con tal de mantener una estabilidad”.
Dijo que esta actitud le recordó la frase del poeta Essard cuando afirmó: Un hombre que grita no es un oso que baila, la cual, en su opinión, habla de aquellas personas que crean una resistencia humana ante un sistema injusto, pero sin dañar a sus semejantes.
“Godard también dijo que en el mundo moderno a la mayoría de las personas se les impone comportarse como bobos, y en lugar de rebelarse, lo presumen con orgullo; al respecto, creo que los retos ideológicos, filosóficos y culturales que nos impone la globalización pueden ser mejor comprendidos y combatidos a través de expresiones como el cine”.
Mahamat-Saleh Haroun nació en Abéché, Chad en 1961. Después de asistir a la Escuela Libre de Cine Francés, estudió Periodismo en la IUT de Burdeos. Se desempeñó como reportero por más de cinco años. En 1999 realizó su primer largometraje,
Bye-bye Africa, presentado en el Festival de Venecia, que recibió el Premio a la Mejor Ópera Prima.
Su segunda película,
Abouna, fue seleccionada en la Quincena de los Realizadores en 2002. Cuatro años más tarde, en 2006, el jurado del Festival de Venecia le otorgó el Premio Especial del Jurado por Daratt.
Por
Un hombre que llora recibió el Premio del Jurado en Cannes, así como el prestigioso Premio Robert Bresson en el Festival de Venecia.
Pese a ser considerado por numerosos críticos internacionales como un director que pertenece a una trinchera de denuncia social, Mahamat-Saleh Haroun dijo no estar completamente cerrado a dirigir algún día una película con capital de Hollywood, siempre y cuando pueda tener libertad creativa absoluta.
“Esto resulta muy difícil, porque Hollywood se rige por estándares muy precisos. Un ejemplo es que a sus principales distribuidoras no les interesa comprar las películas de otras naciones, sino sencillamente comprar los derechos para volverlas a hacer a su estilo”.
Otro ejemplo, dijo, fue que a su actor principal Youssouf Djaoro, quien interpreta a Adam, intentó contratarlo la compañía del actor Brad Pitt pero al enterarse de que no hablaba inglés, decidieron no hacerlo.
“Hollywood es un sistema de hacer películas, pero en un mundo multicultural como el que vivimos se necesitan de otros puntos de vista, de otras estructuras. Si todos los cineastas terminaran haciendo películas al estilo de los grandes estudios sería muy triste”.
Y agregó: “
Un hombre que llora es un homenaje a esos seres que están viendo su entorno derrumbarse por los sistemas económicos globales y que sin embargo tratan de conservar la cordura. Yo mismo sé que los tiempos están cambiando, quizá llegue el día que como a mi personaje Adam, alguien me imponga las películas que puedo contar. Sólo me queda mi libertad como artista para decir que no”, concluyó Mahamat-Saleh Haroun.
Un hombre que llora se estrena el próximo viernes 26 de agosto, en la Cineteca Nacional. Para mayores informes consultar la cartelera
www.cinetecanacional.net.