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Oaxaca, México.- El músico mexicano Salvador "El negro" Ojeda murió hoy en esta ciudad, sin que hasta el momento se conozcan mayores detalles. El artista jarocho, quien cumplió 80 años el pasado 27 de enero, fue un gran expositor del folclore veracruzano, con más de 66 años de carrera, a lo largo de los cuales influyó en decenas de cantautores, a quienes transmitió su amor por la música, a la que consideraba “un factor curativo para la humanidad”.
Con su cantar, ‘El Negro’ homenajeó a todos los músicos que lo acompañaron en su camino y compartieron su amor por el flolklore en su café cantante de la Colonia del Valle, ‘El Chez Negro’, una especie de madre de las peñas, donde desfilaron estrellas consagrados y algunos desconocidos.
Fue el caso de Lola Beltrán, Nacho Méndez, Chamín Correa y toda una constelación de compositores e intérpretes de Latinoamérica entera, como la peruana Chabuca Granda, y el cubano Pablo Milanés.
Nacido en esta metrópoli en 1931, el músico fue fundador del grupo ‘Los Folkloristas’ y reconocido internacionalmente por su espíritu libre y su pasión por la música.
Fue de una infinita versatilidad, pues lo mismo tocaba la guitarra, que el piano, el contrabajo o las percusiones, así como componía sones, corridos, huapangos, boleros o fusiones rumberas.
“Si yo no hubiera hecho música, me hubiera muerto, tan fácil como eso”, expresó ‘El Negro’ en alguna ocasión, según la Secretaría de Cultura local.
Con más de 65 años de carrera, la música representó para él su remanso, su isla y el lugar donde podía refugiarse de todos los embates y las vicisitudes de la adversidad.
Fue definido como el “contestatario del star system”, y se consideraba que paseaba por la música de América de forma tan natural que sin él, el cantar no existiría.
De formación autodidacta, también fue visitado por autores de la talla de José Revueltas, Juan Rulfo; el guitarrista Víctor Jara y la solista argentina Mercedes Sosa.
Fue en ese lugar donde conoció a René Villanueva y los hermanos Ávila, con quienes fundó los Folcloristas en el año de 1966.
Su relación con los Folcloristas no concluyó por alguna dificultad, sino que simplemente “no le gustaban los límites”.
Pese a que le tocó la etapa de la llamada "canción de protesta", y a que muchos de sus amigos músicos fueron de sus principales exponentes, “El Negro” comentó en alguna ocasión: "Yo nunca canté panfleto, me fijaba en que fueran piezas cuando menos de mayor duración”.
Otra experiencia que lo marcó fue descubrir en 1946 la música popular cubana. Fundó un grupo de rumba con el que debutó en un restaurante de Paseo de la Reforma.
Durante los siguientes 15 años, previo paso por el Orfeón Infantil Mexicano en el que extendió sus conocimientos en la música coral, formó y enseñó a diferentes grupos de aficionados en géneros, como la melodía romántica, el folclor mexicano y latinoamericano, así como la canción vernácula.
Debido a sus aportaciones a la música, la Secretaria de Cultura, Elena Cepeda, lamentó la perdida de quien fuera considerado una leyenda de la música mexicana.