Carlos GÓMEZ P/Conaculta
Oaxaca, México.- Farnesio de Bernal ha encontrado en las artes un refugio creativo para hacer lo que más le gusta y como dice “sacar la verdad que lleva dentro”.
A lo largo de su vida ha incursionado en la música, la fotografía, la danza, incluso hasta en la arquitectura, pero ha sido su faceta como actor la que más ha disfrutado como lo demuestran sus más de seis décadas en la escena teatral y su participación en más de cincuenta producciones entre películas, cortometrajes, series y programas televisivos.
[caption id="attachment_118729" align="alignleft" width="281" caption="Merecido reconocimiento al maestro Fernacio de Bernal por CONACULTA-INBA"]
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Como un reconocimiento a su gran trayectoria artística, este domingo 31 de julio, Farnesio de Bernal, quien actualmente es actor de Número y Emérito desde 2009 de la Compañía Nacional de Teatro (CNT), recibirá la medalla de Oro Bellas Artes al término de la función El Jardín de los
Cerezos de Anton Chéjov.
Aún recuerda que mientras acudía a la Escuela de Arquitectura, un día acompañó a su madre al teatro y quedó extasiado con la actuación de María Teresa Montoya al grado que desde ese entonces quería visitar diariamente los escenarios.
Estudió en la escuela de Teatro del INBA en un momento en que las clases se impartían en el Palacio de Bellas Artes y se ofrecían becas para estudiar arte teatral ante la escasa demanda de alumnos.
Después de confirmar que la actuación era su verdadera vocación decidió dejar la carrera de arquitectura a pesar de la desaprobación de su padre y comenzó así una profesión que desde un principio fue elogiada con premios y reconocimientos.
“Mi primer premio fue en la fiesta de la primavera por mi papel en la obra
Aguardiente de caña de Luisa Josefina Hernández, fue muy especial y único porque no sabían en qué categoría incluirme, así que abrieron una como Actor Genérico”.
Como actor ha trabajado bajo la dirección de destacados creadores como André Moreau, Héctor Mendoza, Fernando Wagner, José Solé, Julio Castillo, Héctor Gómez, Juan Antonio Hormigón, Ludwik Margules y vanguardistas de la talla de Alejandro Jodorowsky y Juan José Gurrola.
“Siempre me ha atraído lo nuevo y diferente, yo quise trabajar con Jodorowsky, porque creo que había que arriesgarse. Hubo una obra,
La sonata de los espectros que decían que tenía escenas muy atrevidas y hasta la prohibieron con sellos en el teatro y corrieron a algunos de los actores. ¡Parte del escándalo fue una escena en la que un actor le acariciaba los senos a una estatua!, y eso fue en la década de los sesenta.
“Alejandro tenia mucha imaginación, lo mismo Gurrola, por eso me gusta trabajar con ellos y sus propuestas diferentes. La gente está aferrada al pasado, quiere que se quede lo de siempre, no quiere tratar de entender, cierra los ojos, los oídos, no está abierta a ver qué le quieren decir. Hay que estar abiertos siempre”.
El actor reconoció que a veces es difícil marcar distancia con los personajes y a veces, algunos lo acompañan después de la función. “Si hago una comedia en mi vida diaria estoy feliz, pero cuando hago algo fuerte, algo me pesa, algo queda, como cierta tristeza. Yo no lo veo como una cualidad más bien creo que es un defecto, lo ideal sería no contaminarse, pero me pasa.
“Son emociones de uno, uno es parte del alma universal, uno tiene algo de todo, algo de ladrón, algo de santo, algo de asesino, de generoso, de tonto, de inteligente, tenemos todo. Un actor tiene que saber escarbar en el fondo de uno mismo”.
En cine ha estado presente en películas de directores como Arturo Ripstein, Jaime Humberto Hermosillo, Felipe Cazals, Alfonso Arau, Guillermo del Toro y Carlos Carrera, y aunque el cine y el teatro son medios diferentes, Farnesio de Bernal reconoció que es importante tener claro el sentido del personaje, estudiarlo y creérselo.
Entre sus largometrajes están
Cronos,
Como agua para chocolate,
La mujer de Benjamín,
Cabeza de Vaca,
El señor de Osanto,
La verdadera vocación de Magdalena,
La casa del sur y
El valle de los miserables.
“En el teatro uno recibe las ondas del público, se siente. En cine, la cámara puede ser un crítico terrible porque registra todo…André Moreau decía que hay actores de naturaleza y actores de composición, los de naturaleza siempre son los mismos, los de composición cambian y componen cada papel. En cine todos son de naturaleza porque siempre son los mismos”.
Pero Farnesio de Bernal no sólo sobresale en la actuación, sino que también posee una importante trayectoria como bailarín y coreógrafo de danza, pues además de estudiar en el INBA, fue becado en 1957 por el Metropolitan Ballet School para estudiar ballet clásico en Nueva York y fue director de la Compañía de Danza Ballet Contemporáneo y de la Compañía de Ballet Moderno y Folclórico de Guatemala en 1964.
“Mientras estudiaba teatro en Bellas Artes pude ver una de las compañías de José Limón y quedé maravillado porque era una danza muy expresiva y dramática, la coreografía era
La pavana del moro inspirada en Otelo, estaba tan bien hecha que pensaba cómo pueden expresar tanto sin hablar y a base de puro movimiento”.
Después de veinte años dedicados a la danza contemporánea decidió regresar al teatro. “No se puede bailar toda la vida y cuando volví al teatro tuve que volver a empezar desde abajo”.
Farnesio de Bernal se describe como un hombre enojón, vanidoso, presumido y un tanto tímido que dejará los escenarios cuando sienta que ya no pueda más. Por ahora, el retiro no es algo que esté entre sus planes, pues no deja de aprender de sus compañeros y de las jóvenes generaciones.
“Lo importante es hacer lo que a uno le gusta, no hay peor infierno que trabajar en algo que no te agrada. Me gusta mucho la carrera la gozo, la disfruto, a veces la sufro pero al final es parte de la vida: gozar y sufrir”.
Farnesio de Bernal participará en la temporada de reposición de la obra
El Jardín de los Cerezos de Anton Chéjov, que se presentará del 11 al 31 de agosto en la casa sede de la Compañía Nacional de Teatro ubicada en Francisco Sosa 159, Barrio de Santa Catarina, Coyoacán, con entrada libre