Ciudadania Express
Miércoles 06 de abril, 2011. 09:40 am

Guillermo Aldana retrata la Semana Santa en los triquis de Oaxaca

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Oaxaca, México.- En 1971, apareció en una revista especializada un fotorreportaje sobre la Semana Santa de los coras bajo el título Mesa del Nayar’s Strange Holy Week, del mexicano Guillermo Aldana; se trataba de la primera vez que un fotógrafo lograba entrar a esta etnia y registrar sus ritos. [caption id="attachment_99121" align="alignright" width="200" caption="Foto: Guillermo Aldana"][/caption] A partir de entonces, Aldana se ha dado a la tarea de registrar las ceremonias realizadas durante este periodo litúrgico en distintas comunidades indígenas del país; su más reciente trabajo refiere al desarrollo de la Semana Santa entre los triquis de la Mixteca Alta, Oaxaca, producto de un proceso de tres años de acercamiento con esta etnia. Se trata de la comunidad triqui de San Andrés Chicahuaxtla, municipio de Putla Villa de Guerrero, en la que el reconocido fotohistoriador se internó para retratar una Semana Santa totalmente distinta a la que pudo captar entre coras y huicholes, la cual —a decir del propio Aldana Espinoza— también mantiene casi intacta “el costumbre”, como comúnmente llaman a esta tradición religiosa. Poco más de 20 imágenes a color que Guillermo Aldana logró tomar en esa ocasión, conforman la muestra Semana Santa en San Andrés Chicahuaxtla, Oaxaca, que continuará en exhibición hasta el 30 de junio en el Museo de Sitio de Monte Albán, organizada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) a través de esa zona arqueológica. Oriundo de Sinaloa, Guillermo Aldana, quien entre otros reconocimientos ha recibido los premios nacionales de Periodismo (1974) y Antropológico (1985), comentó que el primer acercamiento con esta comunidad se dio cuando vio algunas fotografías realizadas por mujeres triquis en un museo de la delegación Coyoacán, en la Ciudad de México. “Me pareció algo impresionante, esa región de Oaxaca está desprotegida en cierta medida; es un lugar dónde no te permiten entrar, pero como fotógrafo me lo propuse como un reto a nivel antropológico, y ahí voy yo ‘arriesgando el pellejo’”. Fue así como el fotógrafo llegó unos días antes que tuviera lugar la última semana de Cuaresma en San Andrés Chicahuaxtla, luego de haber obtenido un permiso de las autoridades locales para retratar una ceremonia poco conocida. En las imágenes captadas se confunde la neblina propia del clima alto de montaña, con la solemnidad del rito que evocan los triquis al dirigirse a la iglesia, y en el que contrasta el colorido vestido tradicional de las mujeres, el cual porta incluso la virgen que llevan en andas. “Lo más interesante de la Semana Santa entre los triquis, es que ellos tratan de conservar mucho su cultura y sus tradiciones; en las fotografías se observa que mantienen lo que llaman ‘el costumbre’ casi sin cambios. Creo que no ha variado mucho la manera en que se llevaba hace algunos siglos, por el contrario, si se va a otras partes de Oaxaca, como el Istmo, o de Veracruz, se nota una mayor pérdida de las tradiciones indígenas. “En la vestimenta original y en el canto de los rezos, se percibe todavía un sincretismo primigenio del pensamiento indígena con la fe católica. Nosotros estamos hechos con un sincretismo de 500 años”, expresó Guillermo Aldana, quien desde 1960 se ha especializado en el registro y levantamiento fotográfico, desde los puntos de vista antropológico y etnográfico. Al igual que otras comunidades indígenas, los triquis “cumplen” con el rigor de sacar al Cristo por las calles, deteniéndose en cada estación, hasta concluir en el momento doloroso de la Pasión; sin embargo, su crucifijo, sus santos e iglesia del siglo XVII, con el dramatismo plástico propio de la época, y la neblina, cual si las nubes bajaran a la tierra, le otorgan a la Semana Santa en San Andrés Chicahuaxtla, un aire de “tiempo suspendido”. “En realidad, el rito como columna vertebral de la Semana Santa en México, es lo mismo de Sonora a Yucatán, tienen la misma partida y el mismo fin, a pesar de expresarse de formas tan distintas”. Guillermo Aldana Espinoza recordó que fue durante un encuentro académico en Oaxaca, al que asistió como ayudante de un fotógrafo de la National Geographic Society, que se internó en la parte espiritual de los indígenas de México. Luego de escuchar las vivencias más osadas de otros fotógrafos, él se atrevió a decir que no sabía cuál era su mejor reportaje gráfico, pero que el próximo sería sobre los coras de Nayarit, cuya ceremonia de Semana Santa jamás había sido vista, y mucho menos registrada por un extraño. “Esa sentencia fue a muerte. Tuve mi ceremonia de iniciación, en la cual comí peyote e hice un “viaje sagrado” con la guía de los coras; corrí con ellos por cinco días, sufrí humillaciones, como la lluvia de plátanos podridos, me desmayé y desperté ya como uno de ellos. “Yo rompí la costumbre ahí, tuvieron que convertirme en indio cora para poder ver ese ritual. Por ejemplo, con los huicholes me llevó un año meterme un poco a su mundo mágico. Eso marcó una pauta muy fuerte en mi vida para adentrarme en todos los mundos indígenas”, concluyó Guillermo Aldana. Semana Santa en San Andrés Chicahuaxtla, Oaxaca, que permanecerá en exhibición hasta el 30 de junio en el Museo de Sitio de Monte Albán. Entrada libre.
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