Ciudadania Express
Jueves 03 de febrero, 2011. 02:06 pm

Hoy, revelará Iván Rendón la abstracción de la luz en La Nueva Babel

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Fortino TORRENTERA O.   Oaxaca. México. Esta noche, el reportero y fotógrafo, Iván Rendón regresa a Oaxaca para tributarla con la muestra “Nocturnas perlas”, la cual presentará en el Café Cultural “La Nueva Babel”. La serie de 19 imágenes y videoarte, reúne su experimentación con la condensación de la luz y donde acentúa el carácter humano a partir de la abstracción, como lo comenta en una amplia entrevista. [caption id="attachment_90243" align="alignleft" width="212" caption="El reportero y fotógrafo, Iván Rendón retribuye su aprendizaje visual en Oaxaca."][/caption] FT.- ¿Por qué “Nocturnas perlas”? IR.- obedece a que es un recorrido personal y en mares de oscuridad aparente, porque ahí se delinea luz; más que buscar atardeceres, la forma, el interés es la luz, con una tendencia a la abstracción de la luz. Creo que la abstracción es una luz más pura, pues está condensada; la abstracción que hacen los artesanos, los artistas, condensa experiencia de años, de vivencias, amores, conceptos y esa condensación tiene ese sentido abstracto. FT.- ¿Esta producción desde cuando la empezaste a integrar? IR.- La investigación de campo en Oaxaca la hice como corresponsal del Diario Reforma de 1996 al 2006 y estudios de filosofía sistémica y meterme a la academia, lo hice del 2006 al 2010 y en ese lapso empecé a concretar las imágenes. FT.- Me comentabas que integra también videoarte IR.- El videoarte es la generación de estructura con imágenes en movimiento para que el espectador pueda mirar en la forma de la cultura visual actual, las texturas, momentos, instantes desde una perspectiva abstracta. Para ello estudié videoarte en el Centro Nacional de las Artes (Cenart). FT.- Después de tu trabajo como reportero, ¿cómo te inicias en la fotografía? IR.- Me parece que la cobertura más profunda que realicé fue sobre los niños músicos de Tlahuitoltepec, los indígenas negros en la Costa, sobre la cultura zapoteca del Istmo y es donde esa cultura popular me introdujo a las estructuras muy depuradas porque en la raíz milenaria de Oaxaca en sus formas artesanales ha logrado esta conglomeración o condensación de la luz, es algo que le debo a Oaxaca, porque es luz condensada pero en vivo y en directo. FT.- EN el registro de esta muestra, ¿qué fue lo que más se te quedó emotiva o visualmente? IR.- Lo que más tengo presente es el movimiento y la presencia del agua, la tierra, el fuego, del aire en Oaxaca, en sus formas más puras. Hago un homenaje al mar, donde se ve el agua en su plenitud y su forma espiritual, otras fotos son tomadas aquí en el centro de la capital, lo que refleja que es algo que palpita. Es educación visual en el manejo de los elementos en una forma tan razonable y a la vez, profunda; es algo que me impregna a una cultura visual a algo que estando en otros lugares o ciudades no se hace tan presente. FT.- ¿Cómo se integra esta muestra? IR.- Son 19 imágenes y el trabajo de videoarte, integra imágenes de Oaxaca y fui a África en el 2006, donde mi sorpresa enorme fue que esperaba encontrar una forma distinta de luz y de imagen, encontrándome que es la misma luz, la misma condensación que aquí. Vi a los beduinos en el desierto y me di cuenta que tienen esta alma comunitaria a la oaxaqueña, lo cual me sorprendió y que también he encontrado en ceremonias espirituales de la orden sufí en que está presente está la luz muy depurada, en movimiento. También integra la muestra imágenes hechas en Guanajuato, donde trabajé con una comunidad chichimeca, donde nuevamente se presentó esa luz especial. FT.- ¿Cómo concibes las posibilidades artísticas del medio fotográfico? IR.- Creo que la técnica fotográfica está masificada con la tecnología, a través de celulares, cámaras digitales y demás, pero la que no está masificada es la cultura visual; generalmente es figurativa y anecdótica, la cultura visual contemporánea es anecdótica, no busca la textura visual, sino retratar momentos, que no tengo nada en contra de estos, no así en el hecho de no mirar lo universal, lo trascendental de los momentos. Creo que la fotografía sigue teniendo un valor fundamental en la trascendentalidad de los momentos y que ahora está al alcance de cualquiera que tenga una cámara de 10 megapixeles, pues ya no se tienen que preocupar en el enfoque y la resolución; las cámaras de dos mil pesos solucionan todo. Ya no es el problema técnico, sino más bien, qué buscas con esa imagen. Miras el facebook y hay millones de imágenes, pero en su mayoría anecdóticas. FT.- La luz de Oaxaca ha atraído a gente como Eisenstein, Álvarez Bravo o Turok, pero aquí poco se aprecia, incluso es difícil entrar a las galerías ¿Qué importancia tiene que espacios como la Nueva Babel se abran a la fotografía? IR.- La Nueva Babel no solo es un espacio de recreación, sino tiene un proyecto de inclusión y diversidad que es fundacional, por lo que esta diversidad, esta inclusión le da la suficiente fuerza para mostrar desde algo muy alternativa hasta la producción de jóvenes artistas y a propuestas que no están en la esfera cultural convencional, que están fuera del círculo comercial, pero lo vital es la inclusión de la diversidad que es un tema tuyo, mío, de Oaxaca, lo que significa sacar a la calle esos productos que están fuera del discurso oficial cultural. En ese sentido, pienso que la abstracción es contestataria por ser una forma de cultura visual que no da la televisión, ni la cultura de masas y es un lenguaje que es subterráneo FT.- La fotografía en México se ha transformado, ya no se tiene la preocupación del encuadre perfecto, ya hay más experimentación. IR.- En el periodismo está lo figurativo de la violencia que es el tema del fotoperiodismo hoy; en la cultura de masas de la fotografía industrial, está lo anecdótico y un grupo pionero donde destaca Pedro Meyer o Antonio Turok, por mencionar algunos, nos han dejado una escuela de compromiso social y de retratar realidades sociales. Pero un Álvarez Bravo que captaba realidades sociales junto con estética, con encuadres novedosos y filosofía; provocó una transformación de estructuras preoperatorias de cosas del alma, donde importa la intención previa, la intencionalidad de las mil cosas que seleccionan, apuesta determinada por la diversidad, por las vanguardias, por el compromiso social y vender información, por ello creo que lo que debemos hacer es incluir lo que está excluido que para mí es la fuerza visual de las comunidades indígenas de Oaxaca, las vivas, porque veo las imágenes oficiales y retratan piedras, arqueología, monumentos, calles, es una visión neolítica. FT.- En tu obra noto que trabajas mucho con el movimiento ¿Cómo lo percibes? IR.- El movimiento para mí es elemento aire que es fundamental, pues basta recordar que es el que permite por ejemplo la polinización, es el vaso comunicante, por lo que he buscado cómo la luz se mueve y cómo se mueve la realidad. Las grandes piedras, como Santo Domingo o Monte Albán también se mueve, sólo es cuestión de pararse en el lugar en donde se está moviendo en comunión con la gente, con el aire, las nubes con todo su entorno. Si vemos a Oaxaca en movimiento, entendemos que es más fácil amar lo que se mueve a lo que permanece estático. FT.- ¿Además de esta serie, estás trabajando algún proyecto en específico? IR.- Mi nuevo proyecto se llama “Campos mórficos” que es un descubrimiento importante en el área terapéutica y de la comunicación, que no son más que reconocer las estructuras en las cuales estamos sumergidos y cómo nos determinan, para verlas y fotografiarlas. Vez una parvada de aves que se mueven en grupo y se pregunta si es porque se comunican entre ellas o si navegan en canales invisibles que están en el tiempo y el espacio, por lo que ese movimiento de las aves las hacen visibles, lo que es determinante en la actualidad. Es un principio cinético en el cual están los jóvenes, pues me interés mucho tomar fotos para jóvenes, para niños, una nueva generación que se la viven en el internet, la música electrónica, en campo. Que bueno es que la mirada pueda mostrar lo que está pasando. FT.- ¿No existe un riesgo con las nuevas tecnologías que crean una realidad virtual en los jóvenes, pues admiran un atardecer en una imagen de internet en vez de apreciar una alborada desde la azotea de su casa? IR.- Creo que hay una enfermedad que se llama virtualismo, pero eso se tiene que nombrar primero para ser sanado, por ello en esta investigación trato de que haya seres humanos que son la fuente de las estructuras. No hay una metaestructura donde no estén los humanos, sin embargo hay que ir a buscarlos y cómo los vas a encontrar si nunca los has visto. Por eso estoy en contra de tomar piedras. Puedes fotografías una pieza de Coyotepec muy bonita, pero dónde están las manos, como se conoce el proceso por el que se llegó a ese producto, por eso creo que está bien la abstracción visual pero ligada al alma humana que la está generando, es un diálogo. Entre mis proyectos está tomar la textura de un CPU (computadora personal) como sucede cuando estás chateando, por donde pasa el mensaje, el diálogo, ese es el lugar, pero no se ve. FT.- En las comunidades se dice que al fotografías, te robas el alma, ¿Retratar a una mujer a un niños a un beduino, no se comparte el alma? IR.- Esa es la verdadera razón por la que después de seis años regreso a Oaxaca a compartir las fotos, pues me preocupa sobremanera el desequilibrio entre el fotógrafo y el objetivo. Una norma ética que me has sido dada por Oaxaca es que solo puedes tomar fotos cuando hay cierto permiso del objetivo, de la persona y después de tomársela tienes que devolvérsela, ya sea a ella, a su cultura, a su gente, a su territorio, pues de la otra forma a mí me parece un robo no sólo del alma, sino también del ego, donde yo soy el artista, cuando el 90 por ciento es la gente, el entorno y el 10 restante es la labor del fotógrafo. Considero que hay un contrato no dicho, entre el fotógrafo y las personas y el medio que retratas, que es no abusar de la buena fe y que lo devuelvas; y aunque tomes la placa buscando la espontaneidad del momento, tiene que entrar en ese entendido dentro de los campos mórficos. FT.- ¿Cuál sería el aporte que podrías dar a la labor fotográfica en Oaxaca, especialmente en el campo del fotoperiodismo? IR.- Quisiera decir que durante 10 años que estuve en el gremio periodístico de Oaxaca, por lo que doy las gracias a todos y cada uno de los compañeros, porque en los equipos aprendes, maduras y sacas algo bueno, que son espejos. Por eso, más que una competencia o rivalidad con respecto a todos los fotógrafos de Oaxaca, simplemente busco aportar un grano de arena dentro de la cultura visual local, pues he visto los trabajos de fotógrafos que cuando se dan su tiempo logran una calidad increíble. Lo que necesitamos todos los profesionales de la comunicación que tenemos relación con Oaxaca, es curar nuestro trabajo y dejar que otros no los curen, como el caso de Valente Plascencia que montó esta muestra, pero también de mi esposa, tuya y de quienes la observen. La intervención me permite salirme emocionalmente del trabajo, ya no es mi trabajo, sino es un espacio donde permito la crítica, la curación, lo que permite darle volumen. Creo que cualquier fotógrafo de Oaxaca con una buena curaduría puede sustentar una exposición en Bella Artes, no sólo mostrar la Guelaguetza, la política, los rostros, tiene mucho más. La crítica permite hacer nuevas obras, es indispensable una cultura de la crítica de buena fe y sustentada, pues se vuelve un territorio común; una obra en Oaxaca tiene que ser patrimonial, lo cual es más leal con esta cultura, pues es una realidad más grande que el fotógrafo.
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