Oaxaca, México.- Quienes pretendan negar la defensa que hemos hecho desde hace lustros por los Presos Políticos y de Conciencia de la Región Loxicha, buscan hacer invisible la represión diodorista en esta Región; pretenden ocultar que la defensa legal y política que hemos hecho de la causa Loxicha, la hemos realizado en los momentos realmente difíciles, cuando muy pocos se atrevían a dar la cara por los indígenas y cuando muchos se agazapaban bajo el manto diodorista que buscaba interlocutores que legitimaran la sistemática violación a derechos humanos en la Región de los Loxicha; hoy sucede de igual modo.
No olvidamos que hoy, como siempre, más allá de la defensa legal se necesitan acciones políticas, acciones que muy pocos hemos implementado.
Mantener viva la memoria por todo lo que hemos padecido no implica que busquemos la venganza, solamente queremos justicia.
[caption id="attachment_82313" align="alignleft" width="300" caption="Denegación de justicia a los pueblos indígenas, como una constante de los últimos tres gobiernos."]
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Para acercarnos a la justicia necesitamos ser realistas: entender que en esta nueva era diodorista habrá muchos que con un falso discurso democrático, digo democrático, porque estamos muy lejos de llamarnos revolucionarios, colaboraran con el estado pretendiendo que las flores de la primavera de la verdad y la justicia no florezcan.
No nos extraña que Gabino Cué no quiera la Comisión de la Verdad: tendríamos capacidad de documentar esta guerra de exterminio que se mantiene desde hace más de quince años en la miserable Región Loxicha y a ellos les resulta responsabilidad.
A nivel nacional Felipe Calderón argumenta que esta no es una dictadura para establecer una Comisión de la Verdad, pretende que olvidemos que los dictadores no han reconocido que lo son.
De igual modo, Gabino Cué negará que Diódoro Carrasco Altamirano es responsable del genocidio en Loxicha y pondrán todo lo que esté de su lado para ocultarlo, por prodigarse impunidad.
También negaran que son responsables de las desapariciones forzadas y torturas físicas y psicológicas, ejecuciones extrajudiciales detenciones arbitrarias y fabricación de expedientes judiciales como en las peores dictaduras.
Nosotros preguntamos: ¿En qué dictadura latinoamericana han mantenido en prisión por más de quince años a los presos políticos?
Claro, lo mejor es hacerlos invisibles para poder seguir gobernando con aquellos viejos métodos paramilitares, dejando de escuchar las voces que exigen justicia para los asesinados, desaparecidos, encarcelados y torturados en los últimos quince años.
¿Que en México no se desaparece ni existen presos políticos?
¿Y Edmundo Reyes Amaya, Gabriel Alberto Cruz Sánchez, Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, el profesor Carlos René Román Salazar por mencionar los casos mejor documentados que corresponden al sexenio calderonista en Oaxaca?
Desde luego que no olvidamos las ejecuciones extrajudiciales de líderes sociales como los casos de Catarino Torres Pereda de CODECI y Don Heriberto Pazos Ortiz del MULT, ni las masacres por conflictos agrarios e intereses de las transnacionales.
La existencia de presos Loxicha, tanto del fuero federal y común es solamente la parte más visible de esta guerra de baja intensidad en los Loxicha, pero siguen existiendo órdenes de aprehensión pendientes de ejecutar, ejecuciones extrajudiciales, desplazamiento forzado de la población, hambre y miseria que conforman un catálogo de violaciones sistemáticas a los derechos humanos en la Región, Región donde los paramilitares gobiernan e imponen la ley de la selva.
Así, no podemos eludir nuestra responsabilidad, como defensores de derechos humanos, de seguir luchando por la libertad de los presos políticos y de conciencia, por la presentación con vida de los desaparecidos, por un alto a la represión y castigo a los responsables.
La pregunta obligada es: ¿Por qué la Sección 22 del SNTE no ha sido capaz de superar su falta de acción ante tan terribles acontecimientos?
La respuesta es sencilla, se debe a los compromisos de integrantes de la dirección con el poder y a la falta de capacidad de las bases para seguir defendiendo ese histórico compromiso con las más sentidas causas sociales y las de sus propios agremiados.
Desde luego que es una tarea muy difícil y peligrosa esto de enfrentar al estado y el miedo suele ser una emoción recurrente, sin embargo se impone nuestra dignidad y el amor por nuestros semejantes.
¿Con qué cara le vamos a decir a nuestros compañeros que tuvimos miedo de seguir luchando por su libertad, de exigir la presentación con vida de los desaparecidos, de que no supimos corresponder a los que confiaron en nosotros, pero sobre todo a los que lucharon por nuestra propia presentación con vida, por nuestra propia libertad?
Por eso, porque creemos que nuestra patria, nuestra gente, nuestro pueblo, merece un mejor destino, una mejor vida; seguimos luchando.
¡Porque vivos se los llevaron, vivos los queremos!
¡Presos políticos y de conciencia, libertad!
Respetuosamente:
Juan Sosa Maldonado.