Oaxaca, México.- Con el propósito de generar una nueva reflexión acerca de sus aportes, fue creado el libro
La luz y la guerra. El cine de la Revolución mexicana, serie de ensayos escritos por Fernando Fabio Sánchez y Gerardo García Muñoz.
Conaculta, a través de la Dirección General de Publicaciones, presentó dicho texto en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, donde estuvieron presentes uno de los autores, Fernando Fabio Sánchez, así como el escritor Julio Trujillo y el cineasta Felipe Cazals.
Trujillo señaló que uno de los aportes del texto, es que genera una visión renovada de una parte importante de la historia del cine en nuestro país, “que puede ser criticada en su contenido, propuesta y finalidad, pero que existe y por ello es interesante recuperarla.
“Si bien en la mayoría de las producciones que se filmaron desde la época post revolucionaria hasta mediados de los 70, no había un compromiso ideológico en sus historias, sí contaban historias que dieron una imagen de lo que ocurrió con el movimiento armando”.
Trujillo señaló que en ese sentido, el recuento hecho por los autores se convierte por ello en un aporte para la comprensión y conocimiento de una serie de películas que tienen momentos relevantes en términos cinematográficos, técnicos y actorales.
Para Felipe Cazals se trató de una serie de propuestas que tenían el único propósito de enmarcar a la estrella del momento, de resaltar sus cualidades como actor, “y los directores lo que hicieron fue resolver todo de manera muy profesional.
“Creo que no es posible darle al cine que abordó el tema de la Revolución una categoría digna de ser estudiada, porque eran meros entretenimientos, sin sustancia ni compromiso social; aunque reconozco que el libro representa un interesante recuento del mismo y por tanto un aporte digno de mencionarse”.
Los autores del libro, Fernando Fabio Sánchez y Gerardo García Muñoz lograron con
La luz y la guerra: el cine de la Revolución mexicana, un estudio sobre la inclusión dentro del arte cinematográfico, del movimiento armado.
El recuento hecho por los autores va desde el surgimiento de estas propuestas, a principios del siglo XX, hasta el cumplimiento de su centenario. El filme que lo recupera, es
Chicogrande, de Felipe Cazals.
El libro está sustentado por textos de académicos residentes en México, Canadá y Estados Unidos, mientras que el prólogo es del propio Cazals.
El
corpus cinematográfico se desglosa como una serie de encuentros y desencuentros entre el Estado, los grupos intelectuales y la Revolución misma.
Analiza tres ejes: La idea de la Revolución mexicana, El proceso de construcción del México moderno y La presencia del régimen posrevolucionario; está dividido en once capítulos e incluye filmografía ilustrativa.
Toma como objeto de análisis los filmes que representan, histórica o estéticamente los conflictos armados de la década de 1910, así como la desintegración de la narrativa fílmica que cohesionó al México post revolucionario por casi un siglo.
Para el historiador Fernando Fabio Sánchez “el cine de la Revolución –a diferencia de lo que se piensa del muralismo y de gran parte de las novelas sobre el tema–, no siempre estuvo alineado con la propuesta simbólica del Estado.
“Aunque las convenciones que determinaban la producción cinematográfica fueron manipuladas por los caudillos – como lo fueron antes, durante el régimen del presidente Díaz –, además de ser explotadas comercialmente por los creadores del cine de ficción, a partir de los años treinta.
“Por ello -consideró Sánchez-, se hicieron eco de la narrativa auspiciada por el gobierno post revolucionario, por lo que el cine no fue siempre un panegírico de hombres fuertes, celebración de la violencia originaria del México moderno y exaltación de héroes nacionales”.
De ahí que la presencia de Felipe Cazals, tanto en la presentación como en prólogo del libro, sirva como contrapunto de las consideraciones de los autores, quienes ven en el cine de la revolución un recurso de formación de la cultura nacional.
El libro aborda la Revolución como una narrativa que fue sobrepuesta al real movimiento armado, y analiza el proceso a través del cual dicha narrativa fue consolidada y renegociada dentro del género cinematográfico durante los siglos pasado y actual.
“Para nosotros –detalló Sánchez- era muy importante contar con las opiniones del maestro Cazals, pues difieren en mucho con las mías, así que se convierten en un contrapeso útil para lograr un punto de equilibrio sobre la reflexión propuesta”.
Los autores del libro parten de la idea de que la Revolución es formada mediante una acumulación de fragmentos, dicotomías y afirmaciones contradictorias que fueron percibidas como un relato histórico y unificado.
Asumen por ello, que es una narrativa cuya validez se ha agotado y de la cual han descreído los mexicanos a raíz de los abusos simbólicos y materiales del régimen post revo