Oaxaca, México.- Cuerpo y gestualidad en el cine mexicano, entre el hieratismo y la expresividad fue el tema que abordaron, dentro de uno de los ciclos académicos que ofrece el Museo Nacional de Arte del Instituto Nacional de Bellas Artes, los doctores Maricruz Castro Ricalde y Alberto Cabañas, del Tecnológico de Monterrey, Campus Toluca. La especialista se refirió a la formación de lo mexicano a través del cine de la Edad de Oro.
Sin temor a apartarnos de lo expuesto por la doctora Maricruz Castro Ricalde, nos atrevemos a rastrear el origen de sus tesis en las ideas del crítico literario estadounidense Harold Bloom, quien sostiene que lo que el hombre es, a partir de la modernidad, se debe a la inventiva de William Shakespeare.
Mucho se ha dicho que "todo está en Shakespeare". Y en efecto: si nos viene a la mente cualquier situación generada en un contexto humano podemos remitirnos a alguna de las obras del genio de Avon, donde estará plasmada sin remisión. De la misma manera, si pensamos en María Candelaria reconstruimos de inmediato la representación de una indígena que en realidad dista mucho de serlo, es decir una imagen de Dolores del Río disfrazada de indita de Xochimilco.
El cine nacional de la Época de Oro creó arquetipos que llegaron a formar parte de nuestra idiosincrasia imaginativa, que no por su origen artificial dejan de ser extraordinariamente bellos, no en balde quedaron fijadas por uno de los genios de la fotografía en el séptimo arte: Gabriel Figueroa.
Son varios los autores de lo que la doctora Maricruz Castro Ricalde define como hieratismo en el cine mexicano de aquella época, pero es el Indio Fernández quien mediante una inflexible tiranía impuso a Dolores del Río, María Félix, Columba Domínguez la obligación de enderezar la espala, levantar la ceja y llevar el pelo rigurosamente aplastado sobre el cráneo y rematado por una gloriosa trenza.
Maricruz Castro Ricalde mencionó que la configuración de lo nacional se fue creando a partir de 1936, a través de la institucionalización de un rostro, de un cuerpo y de una gestualidad propia, contra el rostro del cuerpo y la gestualidad "ajenos", exóticos y transgresores.
Durante su presentación ofreció ejemplos de las películas en las que participaron Dolores del Río y María Antonieta Pons, como contraste, en las cuales se observa que la línea que se adoptó como mexicana propone un estereotipo nacional. Esto es, Dolores del Río como símbolo de la mujer mexicana "en su dignidad, victimización, previsibilidad, heroísmo, virtuosismo, belleza indígena e inmutabilidad".
Alberto Cabañas se refirió a la idealización del cuerpo y a un fenómeno que no se ha estudiado en México porque no nos lo permite la moral, el hecho de que no exista la mujer fatal en el cine mexicano. Ejemplificó con la película
Santa, en donde se exalta la belleza de lo mexicano, pero donde se construye un glamour norteamericano. Ni siquiera en
La Mujer del Puerto surge una malvada por vocación, sino que persiste la pecadora cargada de culpabilidad.