Copelia MALLÉ
Oaxaca, México.- “Torrente”, es el título de la exposición de la artista Emilia Sandoval que este jueves será inaugurada este juez en la bodega Museo del Ferrocarril a las 19:00 horas.
En una composición de pintura acrílica y tapaderas plásticas, Sandoval mantiene su compromiso con la aliación entre el arte y la cultura ecológica.
En el texto la edad del plástico de presentación de esta exposición, el escritor Fernando Lobo señala con agudeza:
Cuando los historiadores modernos (es decir, los del siglo XIX) optaron por clasificar las etapas del desarrollo humano basándose en los materiales que potenciaron nuevas tecnologías (piedra, bronce, hierro), nos preparaban el terreno para descifrar la época actual. Si el plástico no es el producto más sofisticado de la revolución industrial, al menos es el más visible. Vivimos, sin duda, una civilización construida a partir de polímeros. Con plástico envolvemos nuestros alimentos, equipamos a nuestros críos, cubrimos inmuebles, vehículos, aparatos electrodomésticos y computadoras personales. Con plástico vestimos, calzamos y nos protegemos de la intemperie. Ha cambiado absolutamente todos nuestros hábitos, incluyendo el sexo. Si alguien replica que nos encontramos en plena era de las comunicaciones, tenemos que responder que el cableado transmisor del lenguaje binario está aislado con plástico.
La obra de Emilia Sandoval da cuenta de ello, aprovechando una indiscutible cualidad estética de este material flexible: su vivaz colorido. La artista ha trabajado ya, entre otras cosas, con bolsas, envases y lonas de publicidad para comida rápida. Pero no nos engañemos, Emilia no se encuentra en esta tradición activista de la pepena y el reciclaje. Los materiales son recolectados directamente de los usuarios originales, llegan a la pieza artística sin pasar por el bochornoso trámite de convertirse en basura.
La instalación
Torrente conduce a reflexionar sobre una de las cuestiones más delicadas de la historia plastificada: hemos envasado en plástico, a niveles industriales, el agua, componente esencial de nuestras vidas. Y los garrafones que contienen el agua para beber y las tapaderas que garantizan su pureza, exhiben un atractivo tono marino. Emilia logra expresar las propiedades del estado líquido: la adaptabilidad a cualquier recipiente, la imparable voluntad de llenar todos los huecos, la omnipresencia.
Torrente apela a la digitalización de los lenguajes: para lograr una expresión figurativa del paisaje, cada tapadera de garrafón ocupa el valor de un pixel. Es el signo de nuestro tiempo. La obra de Emilia le otorga un nuevo significado al término
artes plásticas.
La cita es en el Museo de Ferrocarril, localizado enla Calzada Madero frente a la iglesia del Ex Marquezado.