Oaxaca, México.- “El dos de octubre no se olvida. Yo tenía 17 años. Participé en el Movimiento de 1968 como base, es decir, como carne de cañón. No estuve presente en la plaza de los sacrificios como no estuvo ahí la mayor parte de la gente que participamos en el movimiento. Se sabía que iba a haber una represión. Nadie imaginó que iba a suceder algo de ese tamaño".
Con esas palabras comenzó Alberto Blanco la presentación de la edición bilingüe de su libro
Afterglow/Tras el rayo, justamente este domingo dos de octubre en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, con la colaboración del Conaculta.
El poeta, químico, filósofo y sinólogo quiso iniciar así porque el Movimiento de 1968 es una presencia constante en su vida. Fue además el año en que comenzó a escribir poesía. "Las grandes manifestaciones del Movimiento de 1968 llegaron a rebasar los 100, 150 o 250 mil personas, quién sabe cuántos, en comparación con todas esas grandes marchas, la de Tlatelolco fue pequeña y aún así sucedió lo que sabemos".
Alberto Blanco se puso de pie y antes de comenzar a leer textos de
Afterglow/Tras el rayo recitó un poema que escribió 20 años después del Movimiento de 1968, justamente un dos de octubre y después de haber visto cómo quedó destruida casi por completo una ciudad de Normandía durante la Segunda Guerra Mundial. Ahí surgió:
El llanto en llamas, título que tomó de una errata sobre el libro de Juan Rulfo.
Blanco, una de las voces poéticas mexicanas mejor establecidas y con una presencia latinoamericana sólida entre el público lector en lengua inglesa, como lo definió Edgardo Bermejo, celebró que
Afterglow/Tras el rayo sea su primer libro completo que se edita en Estados Unidos.
“En 1979, tras la edición de
Giros de faros (FCE), quise presentarlo en un día de campo. Después de la comida nos metimos por senderos de La Marquesa, comenzó a oscurecer y el cielo se puso tenebroso. Y entre si intentábamos el regreso o esperábamos la tormenta, comenzó a escucharse por todos lados un sonido que no había oído nunca, como si arrugaran el celofán de una cajetilla de cigarros... y estalló un rayo.
“Después me di cuenta que el resplandor y el estruendo fue simultáneo. Nos tiró a todos y recuerdo perfectamente la sensación. No sé si perdimos el conocimiento. Sólo recuerdo que al irme incorporando creía que iba a ver una masacre, pero vi a todos los compañeros levantándose con los pelos de punta. Nadie dijo nada, nada, nada... y comenzamos a correr hacia los autos. En el camino de regreso me dije que si alguna vez se me concedía escribir un libro de poesía se llamaría: Tras el rayo", recordó Blanco.
Durante el acto, en el que leyeron poemas en inglés y en español, la traductora Jenniffer Rathbun comentó que hay quienes dicen que la poesía no se puede traducir y quienes piensan que lo que se hace es una nueva creación, pero “lo que tenemos en
Afterglow es una conjunción de trabajo, una colaboración con el maestro Blanco y con el editor del libro en Nueva York. Los tres estuvimos como equipo comprometidos para buscar la mejor expresión de la belleza de este libro en inglés. No fue fácil y el trabajo nos llevó dos años”.
Rathbun definió su labor como un intercambio en el que no se pierde ni se gana algo, sino que se hace el mejor intento de capturar todos los elementos que se encuentran en la poesía de Alberto Blanco. Mientras que para el poeta la traducción es un trabajo devocional que no se paga, es muy exigente y que está en los límites del lenguaje, donde se mueve la poesía.
Por su parte, el escritor, historiador y periodista Edgardo Bermejo recordó que en su juventud Alberto Blanco tuvo dos bandas de rock y que la otra mitad de su vocación es su vinculación con las artes plásticas, no sólo como observador y ensayista sino también como creador.
“Hace unos años expuso en el Centro Cultural Indianilla, donde compartió el espacio con Leonora Carrington. Tiene también muchos vínculos con la literatura infantil. Su obra como traductor es también considerada. Y en el centro de todo esto, Alberto Blanco es, antes que otra cosa, un poeta cuya extensa obra se concentra en dos volúmenes de poesía publicados por el Fondo de Cultura Económica:
El corazón del instante (1998), que reúne doce libros, y
La hora y la neblina”.