Citlali LÓPEZ/CIMAC
Oaxaca, México.-El fantasma del caso Paulina, la niña agredida sexualmente en 1999 y a quien las autoridades de Baja California le negaron su derecho al aborto legal, recorre la mayor parte del país y casos similares ocurren en otras entidades de la República.
A los 16 años, Irma –niña indígena y de escasos recursos– fue víctima de violación sexual en 2007. Su agresor fue detenido, pero sólo estuvo dos años en prisión y salió en libertad.
La familia de Irma convenció a la joven de terminar su embarazo, a pesar de la oposición de ella y de que en diversas ocasiones intentó interrumpir la gestación.
“Mi familia y mis amigos me hablaron para que tuviera al bebé. Me dijeron que si después no lo quería lo diera en adopción, pero cuando nació y vi su carita, no pude dejarla, la aprendí a querer y ella también me quiere”, dice la joven, hoy de 20 años de edad.
DERECHOS NEGADOS
La historia de Irma se replica en miles de niñas y niños en Oaxaca, quienes son violentados en sus derechos fundamentales y las condiciones de pobreza les niegan el acceso a la educación, a la justicia, a ser protegidos, a reír y jugar.
El abuso contra las niñas y los niños, así como la explotación que se ejerce en su contra, en particular la sexual, “es un problema universal y alarmante que necesita medidas continuas de prevención y protección efectiva a escala local, nacional e internacional”, señala el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Congreso del estado, Pavel López Gómez.
El próximo 20 de noviembre se conmemora el Día Internacional de los derechos de las niñas y niños.
De acuerdo con el diputado local, el promedio de edad de las víctimas de abuso sexual es de 6 a 12 años; una de cada cuatro niñas es abusada sexualmente antes de cumplir 18 años; uno de cada seis niños es abusado sexualmente antes de cumplir esa edad, y uno de cada cinco es abordado sexualmente a través de internet.
En 2008 la Procuraduría de Justicia de Oaxaca reportó 469 delitos sexuales en la entidad; en 2009 la cifra de crímenes se disparó a 799; es decir, de un año a otro, el número de ataques sexuales se incrementó en 70 por ciento.
Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh), realizada por el Inegi, de las mujeres que son víctimas de ese tipo de delitos sólo denuncia una de cada 10.
México ocupa el primer lugar en violencia física, abuso sexual y homicidios de menores de 14 años por parte principalmente de sus progenitores.
En enero de 2010 el Congreso de Oaxaca reformó el Código Penal estatal para determinar la imprescriptibilidad del delito de pederastia, y no establecer límites de tiempo para entablar acciones penales contra quienes comenten estos crímenes.
VIDA VIOLENTA
A los 12 años Irma dejó de estudiar. La precaria condición económica de su familia la obligó a trabajar. A diferencia de miles de niñas y niños que se levantan temprano para ir a la escuela, ella lo hacía para viajar 38 kilómetros desde su comunidad, en un municipio indígena de los Valles Centrales, a la capital oaxaqueña donde vendía barbacoa.
La niña creció en un ambiente ajeno a su edad y en un contexto laboral de explotación, sin prestaciones sociales o vacaciones, y con una extensa jornada de trabajo.
Cada regreso a casa era de riesgo; cuando caía la noche Irma tenía que cruzar toda la ciudad en unidades de transporte muchas veces sin pasajeros.
“Vivo un poco lejos del centro de mi comunidad, tuve que agarrar un mototaxi. En una de esas ocasiones agarré el equivocado. Nunca me imaginé que me pasaría. Ese día fue cuando todos mis planes se vinieron abajo. Después me enteré que estaba embarazada”, recuerda Irma el ultraje del que fue víctima.
Ahora, Irma dice que no se amedrenta. En febrero pasado terminó sus estudios de secundaria y en próximas semanas comenzará el bachillerato.
“Es difícil porque tengo bajo mi responsabilidad a una hija y soy madre soltera, pero lo tengo que hacer por mí y por ella. Sea como sea, aunque su padre no es alguien que yo quise, no importa, la voy a criar y a educar a mi manera”, afirma con resignación.
BLANCO DE ABUSOS
La secretaría ejecutiva del Consejo Estatal de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes (CEDNNA), Blanca Castañón Canals, advierte que el incremento de la violencia sexual va en aumento en todo el mundo, y tiene que ver con el uso de las nuevas tecnologías de la información y la pornografía infantil.
“Hay un gran reto en términos de innovar estrategias de avanzada para proteger a la infancia de esa situación. Actualmente en Oaxaca hay todo un trabajo interinstitucional para prevenir la migración de los infantes sin la compañía de un adulto, pues eso propicia la intercepción de estos menores de edad con fines de pornografía y trata de personas”, observa.
Castañón considera que las y los menores de edad son blanco de abusos porque no se les reconoce como sujetos de derecho, sino como objetos de protección desde una visión “adultocéntrica” que impide a la niña y al niño ejercer su opinión sobre sí mismo y le coarta su libertad de expresión.