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Y, resucitó antes del tercer día… (O la influencia de las redes)

Martes 20 de diciembre, 2011.
10:33 am
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Juan Manuel LÓPEZ ALEGRÍA/ Sin Derecho a Fianza Oaxaca. México. Desde hace tiempo hay quien alerta sobre los riesgos o peligros del uso de la Internet, que también es una maravillosa herramienta para usarla inteligentemente. Con el escándalo que provocó la información sobre la falsa muerte del ex presidente Miguel de la Madrid, comprobamos una vez más esos peligros. “Las redes sociales” de Internet son un muy importante utensilio para la globalización de la sociedad, propician una importante transformación cultural, pero, al no existir una gran conciencia y  sensatez en su uso, debe ser tomada en cuenta con muchos escrúpulos en su vertiente informativa y no debería ser elemento para tomar decisiones. Ese punto de vista acredita para casi todos los renglones que existen en la gran red. Ya desde el 2007,  La editorial andaluza MAD, publicó el libro “Leer y redactar en la universidad", escrito por la doctora de Filosofía por la Universidad de Estrasburgo Martha Boeglin, quien afirma que el alumno debe mantener cierta dosis de stress como "un factor positivo para potenciar la capacidad de los alumnos" y, a su vez, alerta sobre "los peligros de usar Internet como única fuente de información académica". Martha Boeglin dice que "Internet aporta, en muchos casos, respuestas que se repiten como si fueran verdades incuestionables" y considera excesiva la información de la red, por lo que "puede agobiar a los estudiantes y llevarles a barajar sin excesivo criterio los contenidos que encuentran y su rigor académico". Ni siquiera Wikipedia es cien por ciento confiable ya que cualquiera puede modificar la información ahí contenida. Volviendo al tema inicial, se entiende que la mayoría de quienes usan las redes no tienen una madurez como  para calcular las consecuencias de lo que publican o que crean todo lo que aparece; lo que asombra es que algunos periodistas o ciertos medios caigan con tanta facilidad. Si el periodismo es el “Cuarto poder”, a las redes sociales (Twitter, Facebook…) se le llama “Quinto Estado”, término acuñado por el sociólogo William Dutton, quien señala que su miembros “pueden cruzar, socavar y transgredir los límites de instituciones ya existentes. Esto crea la base de las redes pro-sociales que yo denomino el Quinto Estado”. Asombra, repito, que los algunos periodistas entren irresponsablemente (¡y de  medios nacionales!) en el juego de quienes propician estos desequilibrios al repetir la información, sin comprobarla, cual debe ser su tarea.  El trabajo del periodista es recoger la información, comprobarla y desechar los rumores y la basura. En México, el diario Reforma comenzó a darle carta de presentación al rumor  con su sección de “trascendidos”: Templo Mayor, que firma alguien como “Fray Bartolomé”, que ha dejado escuela; y hoy los rumores, para algunos,  son tan valiosos como antaño la noticia real. Obviamente, Oaxaca no está exento de esto. Hemos observado en varias ocasiones cómo, en los medios, aparecen informaciones falsas  o cuya raíz es un rumor. Recordamos cuando, hace casi un año (30 de diciembre de 2010), trascendió por Twitter y luego en  los portales de noticias la muerte del presidente electo de Guevea de Humboldt, Ricardo Ortiz Hernández. Gabino Cué, tuvo (como Calderón con De la Madrid)  que desmentir el fallecimiento del gueveano. Fue un rumor. Casi dos meses más tarde, también se publicó en las redes que Marcelino Coache Verano, uno de los líderes de la APPO, había muerto mientras era atendido en la Cruz Roja, luego de un enfrentamiento entre profesores de la sección 22  contra policías en el zócalo de Oaxaca. No era cierto. En el pasado, los medios luchaban por la primicia; hoy lo hacen igual desde la Internet, ya que cuenta hasta el minuto o el segundo en que es publicada una información, por lo que se basan en menos fuentes. Esta rapidez impone también la inconsistencia y la facilidad para darle crédito al rumor y, por la presión que hay para publicar con premura, fomenta la superficialidad y la profundidad del análisis. Aclaramos que no es la generalidad, hablamos de las excepciones.  También ocurre cierto descuido. Se publica lo que primero se obtiene; pero, no se borra o actualiza y, por lo tanto, quien no le da seguimiento a la nota, se queda con la primera falsa lectura.Y coopera para formar un criterio deficiente, porque para el lector promedio, no es fácil diferenciar entre hechos y rumores. En los medios “on line” (que no son prensa reconocida), cualquier persona puede publicar lo que quiera, sin filtros de ningún tipo. Los medios profesionales deben diferenciarse claramente de las redes sociales — del “Quinto estado”—, al no trasmitir información que no puedan verificar. Como el mantenimiento de la credibilidad y la confianza es lo más importante en el periodismo, los contenidos deben ser subidos a la red por periodistas, por lo tanto no debemos hacer caso de informaciones que no las sustente un profesional. Para los propios medios, en España, por ejemplo, proponen el papel del “ombudsman de los medios  informativos/defensor de la audiencia”. Esta persona analizará quejas y deberá ser capaz de determinar si su organización cumple con ciertos principios (códigos de ética, etcétera), entre otros puntos. En Oaxaca ya tenemos un “gobierno del cambio” (aunque en la práctica no lo sustenta), creo que también en el periodismo local se deben replantear la revisión de los fundamentos de la prensa, la aplicación de códigos de ética y autorregulación internos. Que no se entienda como censura o auto censura. Esto redundará en garantías para los lectores.  El tema es extenso. Esperamos volver.  yaguer_yaguar@hotmail.com
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