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Carlos Monsiváis, uno de los grandes cronistas universales de AL

Jueves 11 de octubre, 2012.
11:38 am
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  Oaxaca, México.- Cronistas de Colombia, Venezuela y México coincidieron en que Carlos Monsiváis trascendió la crónica para convertirse en una voz indispensable de México, mostrando cómo el poder de narrar es necesario para conservar la memoria en nuestras sociedades.

La noche de este miércoles 10 de octubre, en el marco del Encuentro Nuevos Cronistas de Indias 2, fue presentada la mesa-homenaje “Lo que aprendimos de Carlos Monsiváis: Su personalidad y su influencia en la crónica latinoamericana”.

Guillermo Osorno (México), director de la revista Gatopardo, recordó cuando a Carlos Monsiváis se le rindió homenaje después de su muerte en el Palacio de Bellas Artes, un día después del Museo de la Ciudad de México.

“El flautista Horacio Franco puso en esa ocasión una bandera sobre su féretro, poniendo a la vista un tema del que se hablaba en ciertos círculos con respecto a las preferencias sexuales del escritor. Los activistas más radicales lo criticaban por no salir del clóset, pero él nunca dejó que el peso del estigma terminara por darle ventaja a sus adversarios, tachando a su literatura como gay”.

Dijo que Monsiváis hereda a la crónica el poner lo marginal a la vista, mostrando a menudo su admiración por Salvador Novo, el outsider por definición en nuestro país, pero heredando al mismo tiempo el cosmopolitismo, el sarcasmo y la agudeza.

Por su parte, el escritor Darío Jaramillo (Colombia), compilador de la Antología de la crónica latinoamericana actual, publicada por editorial Alfaguara, recordó cuando Monsiváis dijo que sin sus libros no le sería posible vivir, y sin sus gatos también.

“Decía que un gato era nuestra única posibilidad de acariciar un tigre, llamándolos de las más diversas maneras, como Nonoalco, Carmelita Romero, Evasiva, Chocorrol, Fetiche de peluche y Fray Gatolomé de las Bardas, Peligro para México, Catástrofe, Catsinger y Miau Tse Tung”.

Mencionó que el interés de Monsiváis por las minorías y los oprimidos fue siempre clara, pensando que la fluidez social no admitía ya que tantas personas vivieran en la pobreza.

“Decía que si nadie te garantiza el mañana, el hoy se vuelve inmenso, siendo una de sus armas fundamentales la ironía y el humor, teniendo un conocimiento enciclopédico de todos los temas, incluyendo el cine, el bolero, la música popular, teniendo entre sus canciones preferidas Noche de ronda, de Agustín Lara”.

A su vez, el periodista Boris Muñoz (Venezuela) dijo que Monsiváis fue el cronista arquetípico de la realidad latinoamericana y recordó que el método del mexicano era canibalizar todos los géneros de crónica y literarios, creando mosaicos llenos de riqueza.

“No le rendía pleitesía a los poderosos, teniendo una energía capaz de agitar con fuerza la conciencia, coincidiendo con Oscar Wilde cuando decía que ninguna clase social es consciente de su propio sufrimiento, siendo los agitadores necesarios para hacerlos entrar en conciencia”.

Dijo que Monsiváis era un hombre de su tierra y de su tiempo, dejando entre sus enseñanzas a los cronistas escribir desde el compromiso con la resistencia, poner lo marginal en el centro, así como identificarse con su realidad para encontrar un imaginario y una forma de leer en el mundo.

“En libros como Apocalipstick, él creó una resistencia que resuelve el ilusorio dilema entre las categorías de crónica y anécdota, mostrándonos la riqueza con la que pueden converger todos los géneros”.

Finalmente, Fabrizio Mejia Madrid (México) aseguró que Monsiváis veía a la cultura como una forma de atención, funcionando como aquel cuento de Borges en el que el emperador de China quiere un mapa tan preciso que acaba por abarcar todo su territorio.

Rememoró que cuando se inauguró el Museo del Estanquillo había cuatro mesas: una de políticos, una gay, una de los medios poderosos y una de los chistositos, donde estaban los moneros como Rius y El Fisgón.

“Ese era el estilo de Carlos. A menudo lo acompañé a la Plaza del Ángel, donde adquiría muchos de los objetos que ahora forman parte de El Estanquillo, todo ello después de desayunar un café con leche con una empanada de atún, lo cual se me hacía un poco asqueroso”.

Aseguró que visitar a Carlos Monsiváis en su casa era una aventura tan inspiradora como acompañarlo a sus compras, pues a veces se podía encontrar cuadros de autores famosísimos dispersos por sus habitaciones, incluso peligrando de sus gatos.

“Lo que más extraño de él es su sentido del humor, recuerdo sobre todo una vez cuando me hablo por teléfono y me dijo: Hoy te insulte. Yo le pregunte: ¿Cómo? Y él respondió: Te cité”.

 
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