Enrique Bátiz icono del fomento musical en México

Oaxaca, México.- En su cumpleaños 70, Enrique Bátiz da una mirada al pasado y recuerda que su preparación musical no se inició precisamente con un instrumento, sino con las enseñanzas de excelentes maestros y amados libros.

"Mi preparación fue la de cualquier niño, sin embargo tuve la suerte de contar en la primaria, secundaria y preparatoria, con guías tan humanísticas como la del profesor Francisco Egea".

Años después, Enrique Bátiz confiesa que cuando su educación musical empezó a avanzar, prefirió no continuar con su carrera de Leyes, para ingresar al Conservatorio Nacional en donde estudió piano desde el primer año, además de realizar exámenes adelantados, como el primero y segundo año de solfeo que realizó en un solo semestre.

"En realidad mi vida musical en la juventud no se desarrolló como debía, ya que mi padre tenía la idea que yo debería convertirme en un político o hasta en presidente del país. Afortunadamente varias personas apoyaron mi vocación y me animaron a entrar a concursos de piano, como el de la Sala Chopin".

Recordó que un concierto que lo marcó emocionalmente, fue el de Chopin en Mi Menor. "En ese momento supe lo que significaba la excelencia musical y me  acerqué a este universo con un gran respeto".

Bátiz logró  estudiar 12 años en el extranjero con la ayuda de aquellos cómplices a  quienes hoy en día recuerda como decanos de gran generosidad, como fue el caso de Carlos Trouyet.

"Todo ese apoyo y oportunidades que me brindaron, todas estas circunstancias me condujeron a una sola filosofía: El no ser nunca un mediocre y no caer jamás en la rutina, sobre todo me mostraron la importancia de establecer bien la profesión musical, desarrollarla lo más perfectamente posible”.

Dijo que en 1970 se dedicó a recorrer los Estados Unidos, la Unión Soviética y viajó a Polonia para realizar estudios de perfeccionamiento musical, aspecto que se prolongó por algún tiempo hasta alcanzar el nivel de excelencia que musicalmente se había propuesto.

Consideró que el panorama musical de México no ha cambiado mucho desde los años sesenta y setenta, aunque con algunas diferencias notables, como el que hoy proliferen más orquestas juveniles.

"Creo que se debe combatir en la música la falta de médula, la falta de pimienta y sustancia. Se debe evitar tomar un instrumento y tocarlo muy medianamente. En México tuvimos que importar personas del extranjero durante muchos años, porque no se producían músicos mexicanos con preparación suficiente".

Afirmó que lograr libertad de estudio y libertad de empresa para el conocimiento musical es algo vital para el futuro de las nuevas generaciones de intérpretes que están surgiendo todos los años de las academias y conservatorios.

“Siempre es vital darle mayores oportunidades a los músicos mexicanos para propiciar e incentivar su producción en otras latitudes y enriquecerse con culturas de gran tradición musical, el apoyar a  verdaderos talentos siempre ha sido algo fundamental para que los grupos salgan adelante, para que el talento sirva a la música y no la música al servicio del músico".

Precisamente esta filosofía de "no servirse de la música, sino servirla a ella", es en opinión de Bátiz lo que se debe inculcar en el nuevo panorama musical internacional.

"La música es un don muy importante, y se debe tener la suficiente humildad de reconocerlo, ahora que he llegado a la edad de los 70 años, quiero continuar con el trabajo de orquesta para tratar de alcanzar la excelencia".

Con respecto al panorama musical en medio del mundo de la tecnología,  Bátiz consideró que para tocar bien no se necesita de ningún instrumento o aparato novedoso.

"Tratar de lograrlo por esta vía no trae más que frustración. Porque hay edades para aprender la música y aprenderla muy bien, como se ha hecho en Rusia, donde existen escuelas para niños dotados o con talentos especiales".

Y agrego: "Yo desearía que el futuro de México estuviera aquí mismo, en mi presente. Lo que ahora veo es que muchos integrantes de instituciones musicales sólo se dedican a tocar notas y el camino siempre empieza por el esfuerzo individual para después hacerlo colectivo. El que toca bien nada debe ni nada teme. Quisiera que se mantuviera la calidad musical, pero esto no se logra nunca con la improvisación, sino con la práctica cotidiana, seria y constante".