La dirección está a cargo de Arnaud Charpentier y la intervención plástica es de Olivier Dautais, quienes transformaron el texto original de la dramaturga Verónica Musalem, que en esta historia abordó temas como la migración, la soledad y la necesidad de las personas de seguir adelante con sus vidas a pesar de enfrentar una tragedia.
En conferencia de prensa realizada en un restaurante del sur de la Ciudad de México, la autora señaló que se trata de una historia en la que un circo y los sueños de una madre aparecen como alegorías de lo que pasa en la realidad en estados del país donde la migración es un fenómeno cotidiano.
Mientras que los franceses Charpentier y Dautais comentaron que este trabajo escénico se ha desarrollado de manera conjunta entre todos los involucrados, los actores, la dramaturga y la productora del mismo, Patricia Rozitchner.
“En un principio pensé que lo mejor sería hacer las cosas de manera convencional, es decir, con un director que llega a trabajar con los actores con un plan previamente establecido y que ellos deben seguir, pero conforme comenzamos a trabajar descubrimos que era necesario la participación de todos.
“De ese modo, las opiniones y sugerencias de todos se fueron sumando para dar como resultado una propuesta escénica en la que aparecieron también otras expresiones artísticas como la pintura y el video, que además aparecen en esta puesta como parte del discurso general, no son sólo un complemento, sino que forman parte de los recursos que empleamos para provocar la imaginación”, dijo el director.
En ese sentido, Oliviar Dautais realizó una intervención plástica en la que son los propios actores los autores de los videos y algunas pinturas que cuentan también esta historia, ubicada en el estado de Oaxaca, pero sin especificar una población en particular.
“Lo que propone Musalem en su texto es una anécdota que está hecha con referencias provenientes de las tradiciones populares de Oaxaca, pero al mismo tiempo de todas las leyendas y mitos que existen en la cultura popular de este país, así que me pareció que una manera adecuada de representarlas en escena sería usando este tipo de recursos, que si bien pueden considerarse como modernos, también tienen detrás todas esas tradiciones.
“Las pinturas que aparecen en diferentes momentos de la trama son hechas en el momento por los actores a través de dispositivos electrónicos (como tablets) y son proyectadas luego en pantallas de video, o bien graban cosas con cámaras digitales que se proyectan en monitores. Todo está relacionado con la historia, con lo que les pasa a los personajes, con la fantasía que se desata en escena”.
La actriz Marta Aura comentó que si bien este tipo de historias sobre madres con hijos migrantes son un tema recurrente en su trabajo escénico, ésta en particular tiene un sesgo distinto, pues no resalta el drama sino la confrontación entre realidad e imaginación.
“Lo que le pasa a esta mujer es provocado no tanto por la pérdida de un hijo que se marcha a Estados Unidos en busca de una vida mejor, sino por el regreso de su hija quien ya no se reconoce en las costumbres de su tierra, ni entiende porqué las cosas son así en su pueblo natal.
“Representar estas ideas como lo han hecho el director y el artista plástico, que por cierto al no ser mexicanos tienen una visión más amplia de las cosas, al menos eso han demostrado, es una manera de hacer que en el escenario aparezcan tanto la realidad como la fantasía. Es una obra llena de magia, como ocurre con los mitos y creencias de la gente en Oaxaca”, concluyó la actriz.
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