Carlos Miguel Prieto dirigió a 11 integrantes del cuerpo de cuerdas de la orquesta, haciendo mancuerna con su padre Carlos Prieto.
Como introducción de la tarde fueron interpretados tres de los cinco movimientos, Allegro, Adagio, Allegro, del Concierto de Bradenburgonum. 3 en Sol Mayor BWV 1048 de Johan Sebastian Bach.
A continuación entró en escena el resto de la Orquesta Sinfónica Nacional, ataviados de blanco y negro, y Carlos Prieto fue recibido con una gran ovación, colocándose a la izquierda del director concertador.
El músico interpretó por un lapso de 40 minutos los movimientos Allegro, Adagio ma non troppo y Finale: Allegro moderato del magno Concierto para violonchelo y orquesta en si menor Op. 104, de Antonin Dvorak.
La obra, considerada una de las más importantes del rubro de las cuerdas, fue estrenada el 19 de marzo de 1896 en un concierto de la Sociedad Filarmónica de Londres, con Dvorak en la batuta y Leo Stern como solista.
El músico agradeció los aplausos del público al término de su interpretación y, antes de pasar al intermedio, ofreció junto con su hijo, una reverencia a los asistentes, junto con el resto de la orquesta.
Después del intermedio, fue interpretada la célebre Sinfonía núm. 2 en Do Mayor. Op 61 de Robert Schumann, con duración de 38 minutos, estrenada en 1846, bajo la dirección de Felix Mendelssohn.
Destacó la gran calidad técnica de los músicos en la interpretación de los movimientos Sostenutoassai-Allegro ma non troppo, Scherzo Allegro vivace, Adagio espresivo y Allegro molto vivace.
Un gran aplauso en todos los niveles del teatro selló la magna interpretación de la orquesta y el homenaje a una de las grandes figuras del panorama musical de México.
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