Olga Rosario Avendaño/CIMAC
Oaxaca, México.- La migración femenina se ha convertido en un botín para “coyotes”, redes de trata, policías y agentes migratorios, ante la inacción de las autoridades.
La pobreza y la violencia son dos ingredientes que hacen una bomba de tiempo para las mujeres que deciden salir de su país en busca de mejores condiciones de vida.
A esos ingredientes se suma la carencia de estudios básicos que impide a las migrantes reclamar mejores condiciones laborales al momento de emplearse, denuncian defensoras y defensores de los Derechos Humanos (DH).
Y es que las mujeres centroamericanas se enfrentan en sus trayectos hacia Estados Unidos a redes de trata, y han tenido que utilizar su cuerpo como moneda de cambio con tal de no sufrir violaciones sexuales o seguir con vida.
Además de las redes de trata de personas, las migrantes padecen las extorsiones y abusos de policías, agentes migratorios y vigilantes de los vagones del tren de carga que las traslada desde Arriaga, Chiapas, hasta Ciudad Juárez, Chihuahua.
De acuerdo con un estudio del Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría de la Universidad Iberoamericana campus Puebla y el Centro de Estudios Sociales y Culturales Antonio de Montesinos, las mujeres centroamericanas que transitan de manera irregular por México están en total indefensión ante la omisión de las autoridades.
La investigación “Mujeres transmigrantes”, coordinada por Oscar Castro, asienta: “Este acecho es una de las condiciones y premisas del secuestro masivo de migrantes. Todos los testimonios revelan la complicidad de las autoridades con las bandas de secuestradores… desde la planeación, realización y durante el cautiverio de las víctimas”.
También menciona que las mujeres migrantes son codiciadas y acosadas por todos los hombres con quienes se encuentren: “Compañeros de viaje, ‘polleros’, policías, funcionarios, autoridades, secuestradores, asaltantes y extorsionadores para servirles de amantes”.
NUEVAS RUTAS, MAYORES PELIGROS
Con tal de evadir ese campo minado, las migrantes han tenido que buscar nuevas rutas que garanticen su seguridad, además de pagar por protección a los “coyotes” (traficantes de personas).
Carol Girón, de la Oficina Pastoral de Movilidad Humana de Guatemala, explica que las mujeres pagan más que los hombres “porque buscan protección para evitar que sean violadas o, en el peor de los casos, víctimas de trata de personas y, a cambio, los traficantes de personas les cobran más”.
Detalla que en algunas comunidades guatemaltecas los hombres pagan más de 5 mil 600 dólares (poco más de 74 mil pesos mexicanos), pero las mujeres pagan un costo más alto de 6 mil 250 dólares (unos 83 mil pesos mexicanos).
Aunque ése no es el costo total, ya que al llegar a EU las mujeres deben pagar una cuota adicional en dólares y ésta por lo general la hacen las familias de las migrantes, misma que oscila entre 500 y 2 mil 500 dólares (6 mil 620 pesos y 33 mil 100 pesos mexicanos, respectivamente).
OTROS RIESGOS
También las mexicanas que tienen como objetivo llegar a EU o laborar en los campos agrícolas del norte del país, se enfrentan a deportaciones y malos tratos por parte de las corporaciones policiacas.
Quienes migran de estados del sur, como Oaxaca y Guerrero, se trasladan en transportes de mala calidad que muchas veces carecen de seguro de viajero, y en caso de sufrir algún accidente quedan en total indefensión.
Así le pasó a Claudia, originaria de la comunidad de El Gachupín, en el municipio oaxaqueño de Santiago Tlazoyaltepec. Ella salió de su pueblo con ocho meses de embarazo, acompañada de su esposo, rumbo a Tijuana donde trabajarían como jornaleros.
Sin embargo el autobús en el que viajaban se impactó contra un tráiler en el kilómetro 454 de la autopista Morelia-Guadalajara, ahí murió su esposo y ella perdió al producto de la gestación y también su pierna derecha.
Después del accidente la empresa camionera Costa de Oro y la aseguradora Quálitas ofrecieron a los padres del hombre fallecido 160 mil pesos y 27 mil pesos a Claudia, monto insuficiente para la prótesis que ella necesita para volver a caminar, ya que su costo asciende a por lo menos 50 mil pesos.
Ante ello, el padre de Claudia, Martín Pacheco, calificó la oferta de la empresa y aseguradora como “una burla”. Ahora Claudia tiene que empezar una nueva vida en su pueblo, pero con mayores obstáculos de los que tenía cuando decidió irse hacia el norte.
Para combatir estos y otros dilemas que enfrentan mujeres, niñas y adolescentes migrantes han surgido organizaciones nacionales e internacionales que llaman a las autoridades a poner un alto a las redes de trata, a combatir la corrupción en las corporaciones policiacas, y que se respeten los DH de las personas que por múltiples razones optan por salir de sus comunidades para buscar una vida mejor.