Janeth Ochoa
Oaxaca, México.- “Ya todos se están petateando”, dice Elena Poniawtoska, cuando se le pregunta por sus amigos más queridos de la literatura y el arte. Está muy cerca de cumplir 80 años y ya ha visto partir a gente entrañable para ella, como Carlos Monsiváis y Leonora Carrington.
Elena nos recibe en la sala de su casa, en la colonia Chimalistac, al sur de la Ciudad de México, para hablarnos de literatura, de periodismo y de su visión del México de hoy.
Cruzamos una pequeña puerta blanca y avanzamos por un camino de adoquines. Al entrar al recibidor, salta a la vista una pequeña mesa llena de fotografías de su juventud, su familia y sus amigos; una en particular sobresale: en ella aparece a lado de Monsiváis, con quien además de compartir el amor por la literatura compartía el oficio del periodismo.
Elena inició su carrera como periodista en 1953 en el periódico ‘Excélsior’. Durante ese primer año de trabajo se entregó por completo a la carrera: hizo una entrevista cada día, sin parar. “Me picó mucho la escritura en el periodismo, trabajé mucho. Recuerdo que hice 365 entrevistas el primer año, una cada día. Hasta al perico entrevisté, a cualquiera que se dejara”, recuerda.
Considerada una entrevistadora como pocas, ella considera que era muy mala, pero tenía el don de guiar muy bien las conversaciones con sus entrevistados.
Un año después, en 1954, Poniatowska publicó su primer libro, ‘Lilus Kikus’, una compilación de cuentos al que le siguieron otros cómo ‘Hasta no verte, Jesús mío’, ‘La noche de Tlatelolco’, entre muchos otros.
La escritora tiene una extensa obra narrativa que abarca casi todos los géneros: ensayo, crónica, testimonio y entrevistas, que recoge en sus más de 30 libros escritos hasta ahora. Pese a la fama y el éxito, ella no pierde de vista que lo importante es mantenerse siempre con los pies en la tierra.
Periodista y escritora, la Poniatowska, como muchos le dicen, prefiere escribir libros porque, dice, en el periodismo hay mucha vanidad. “Lo que sucede en el periodismo es que uno se la cree, como todas las chavas que ahora están en la tele, muy bonitas y maquilladas que hablan durante horas, hasta que les sale la primera arruga y las tiran. Yo creo que hay mucha vanidad y que si uno se deja poseer por la estupidez de la vanidad o creérsela, que es otra estupidez, entonces a uno le va a ir muy mal porque siempre te caes”.
La peor alumna
La casa de Elena Poniatowska está rodeada de libros, colocados en estantes color blanco que cubren casi todas las paredes del suelo al techo. La gran mayoría de estos textos, dice, se los han regalado. Por supuesto, entre todos esos ejemplares, está su favorito: ‘La plaza del diamante’, de la escritora catalana Mercé Rodoreda.
“Es una novela que habla de la guerra civil de España. Nunca vemos un tiro y nunca vemos un bombardeo. Es un libro que yo amo, pero, en general, amo muchos libros y muchos autores”, explica.
Los libros han evolucionado y ahora con los dispositivos electrónicos mucha gente empieza a adoptar el llamado e-book. Pero aunque Poniatowska escribe en computadora sus textos, aún no logra adaptarse a los vertiginosos cambios tecnológicos.
“Mucha gente tiene lo que se llama iPad y están leyendo así. Yo nunca lo podré hacer ni lo haría. Me costó mucho trabajo aprender a usar la computadora… Tuve que hacerlo porque fui maestra en Estados Unidos después del terremoto del 85. Entonces, llegué y me dijeron que ya no podía calificar los trabajos de los alumnos en papel, y tenía que entrar a un sistema de computación. En aquel entonces, me enseñó un maestro, un señor de pelo blanco muy paciente y bondadoso, pero al final me dijo que nunca había tenido peor alumna que yo”, cuenta.
Debido a los cambios que se están dando en el mundo, la escritora ya planea qué hacer con toda su colección de libros. Dice que su deseo es donarlos. “Yo ahora tengo todos estos libros, pero cuando me muera a lo mejor mis hijos ya no los van a querer, y muy probablemente haré una donación a alguna biblioteca”.
La última surrealista del mundo
Conoció a Leonora Carrington cuando ambas eran muy jóvenes. En alguna ocasión la entrevistó y, con el paso de los años, se hicieron amigas. Por eso, decidió hacer una novela sobre ella, en la que mezcla la ficción con datos biográficos.
“La conocí y siempre me pareció un ser extraordinario en México, además de ser una pintora reconocida en el mundo entero. Yo la vi hace años cuando ambas éramos jóvenes, luego la volví a ver cuando ya estaba más sola y más encerrada en su casa. La iba a ver y tomábamos té y me contaba cosas y las apuntaba. Por eso, decidí hacer una novela, pero es una novela, no es su autobiografía, ni su biografía, es una novela en donde ella es el personaje principal”, aclara.
Esta novela de Poniatowska, que ya fue reconocida con el Premio Biblioteca Breve de Novela 2011, nos lleva de la mano por la vida de Carrington y nos la pinta como una mujer indomable, de espíritu rebelde.
“Su vida es fantástica, estuvo en el manicomio, se enfrentó a la guerra civil española y pidió que se detuviera la guerra. Es más, solicitó una entrevista con Francisco Franco para decirle que ya no hubiera guerra. Fue una gente muy valiente. Por supuesto, Franco no la recibió”, se acuerda.
En la novela ‘Leonora’, el lector se encuentra con la turbulenta historia de amor que tuvo la artista con el pintor Max Ernst, por el que enloqueció cuando fue enviado a un campo de concentración. Con él se sumergió en el torbellino del surrealismo.
Carrignton se codeó con artistas como Salvador Dalí, Marcel Duchamp, Joan Miró, André Breton o Pablo Picasso, aunque lo que más sobresale en la novela de Poniatowska es la relación que tuvo la pintora con el mexicano Renato Leduc.
“Renato Leduc, como sabes, es un poeta de México, extraordinario, y ella lo acompañó como su pareja, llegó aquí en 1942 por él y después se dejaron porque, como buen periodista, se la pasaba en la redacción del periódico, y se la pasaba en la cantina y llegaba muy tarde a la casa, y ella se sentía muy sola, porque no hablaba una sola palabra en español. Él le enseño y ella decía muchas malas palabras sin darse cuenta, porque él hablaba con muchas malas palabras. Yo pienso que ella conoció nuestro país a través sobre todo por él”, menciona la escritora.
Para Elena, el lugar de Leonora Carrignton en la historia está muy claro: “Ella era la última surrealista del mundo ya hay muy pocos y más bien hay nuevos surrealistas, que son otro mundo, pero los surrealistas ligados a André Bretón a Max Ernst y todo ese grupo que se juntaba, pues ya no existe ya murieron”.
Adiós a los amigos
Leonora Carrington fue una de las últimas surrealistas. Elena Poniatowska es hoy una las últimas escritoras de la Generación de la Casa del Lago o de Medio siglo, de la que forman parte Juan José Arreola, Tomás Segovia, Augusto Monterroso, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Salvador Elizondo, Carlos Monsiváis, Hugo Gutiérrez Vega, y Juan García Ponce.
Elena no deja de trabajar. Aunque reconoce que cada vez se le olvidan más las cosas, ella sigue dando sus opiniones sobre el México de hoy, habla de lo que ella cambiaría. Mantiene siempre su espíritu rebelde y de izquierda. Trabaja en otra novela y sigue haciendo periodismo.
Algunos de sus compañeros y amigos escritores se han adelantado en el camino. Extraña, sobre todo, a Monsiváis, con quien pasaba largas horas charlando por teléfono, sobre todo, de los gatos. “Ya todos se están petateando”, dice y se ríe, mientras su casa se llena de nuevos amigos.