Bárbara GARCÍA CHÁVEZ
Oaxaca, México.- En julio de 2013 habrá elecciones en Oaxaca para renovar el congreso local y elegir 152 autoridades municipales que se rigen por el sistema de partidos políticos. Si, otra vez elecciones y otra vez el amasijo político sin rumbo.
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Del amor al odio.. hay un voto Foto 50 MM[/caption]
Los dirigentes estatales del PAN y del PRD, Juan Mendoza Reyes y Rey Morales Sánchez, respectivamente, confirmaron la renovación de la alianza “Coalición Unidos por la Paz y el Progreso, dijeron que esta coalición es con la finalidad de sumar el mayor número de puestos para el Congreso del Estado y seguir caminando con las acciones que viene desempeñando el gobernador del Estado Gabino Cué Monteagudo.
Queda bien claro que su primer objetivo no es programático sino pragmático, fundamentalmente es ganar puestos y posiciones políticas que en la práctica les permitan negociar cuotas de poder clientelar y ascender personalmente en poción económica y estatus social. Así han demostrado en los últimos dos años el vergonzoso “nivel político” de quienes ahora ostentan cargos públicos sin oficio ni beneficio.
No significa que el gobierno autoritario del PRI en Oaxaca, no debió ser sujeto de cambio, al contrario se requería un verdadero cambio a partir de la alternancia que legítimamente se logró; en 2010 la ciudadanía no se equivocó, actuó como correspondía, sin embargo, la transición no llega, y eso es responsabilidad de quien hoy asume el poder político, de los actores inherentes a esa alianza que resulta aberrante en tanto no se base en grandes acuerdos que impliquen modificaciones reales y sustantivas en el ejercicio del quehacer público.
El rápido acomodo de las fuerzas aliancistas en el actual gobierno “democrático” dejó ver antes que el interés general de la población, el oportunismo que cambió el “cambio” a la permanencia inherente, al ostracismo ofensivo de un gobierno de cuates y cuotas que convirtió a la coalición en una pandilla de vividores que ahora pretenden permanecer con argumentos ofensivos y cínicos.
El PAN y el PRD a través de sus dirigentes en sus afanes aliancistas arguyen con inusitado impudor “… hay que fortalecer la alianza para que se mantenga el sendero a favor del pueblo, para que se tengan mejores programas y beneficios para la sociedad con un gobierno plural”; también argumentaron que buscan consolidar la democracia que se instauró en Oaxaca en 2010, “… no vamos a traicionar el objetivo con que se inició el gobierno de la alternancia"; “… hemos demostrado que la coalición sí funciona y ha traído beneficios al Estado”.
Basta un somero análisis del contexto nacional, precisamente cuando se establece una alianza parlamentaria entre los partidos de la Revolución Democrática y Acción Nacional, por cierto censurada por Movimiento Ciudadano y PT en voz de sus más acérrimos y radicales representantes los ex priistas Ricardo Monreal y Manuel Bartlett, objetan que el Movimiento Progresista pueda aliarse con el PAN, cuyos intereses confluyen con los del PRI, sería dicen una alianza absurda. Ni duda cabe que “para que la cuña apriete, debe ser del mismo palo’’.
También es de señalar que en Oaxaca hasta hoy la coalición solo se presenta así: PAN-PRD y no como lo había asegurado el presidente estatal del PRD, en el sentido de que la coalición de las “izquierdas” ya estaba pactada, lo que han negado o cuando menos hay un sospechoso silencio al respecto.
Hasta hoy, entonces se prevé una alianza debilitada no solo por el desaire de los partidos satélites de MORENA sin registro, también y fundamentalmente por el desencanto que ha generado la ineficacia y opacidad del llamado gobierno de la paz y el progreso, que sin rumbo político ni acciones programáticas ha dejado pasar el tiempo, solo con pronunciamientos mediáticos cada vez más desfachatados e insultantes por la inacción de la burocracia; por la complicidad descarada del gobernador Cué con la sección 22 del SNTE que ha generado gran descontento y hartazgo en la sociedad oaxaqueña; por la creciente inseguridad e impunidad que promueven los funcionarios responsables de la seguridad pública y la procuración de justicia en el estado; por la psicótica relación con la derecha y la izquierda, que deja a la deriva sin certeza política el accionar del gobierno, en fin que esta coalición no ha logrado ni gobernabilidad ni la ansiada justicia social. ¿Habrá voto de castigo?
¿Oaxaca conservadora?
En esta misma semana un diario oaxaqueño publicó algo parecido a un desplegado que llamaba a desacreditar la reciente resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en relación al matrimonio de parejas del mismo sexo, lo que llama la atención considerando que quien lo escribe es nada más que el rector de la Universidad Anahuac plantel Oaxaca, Rodrigo del Val Martín, universidad que aunque privada y católica, no deja de ser una opinión “docta” con cierto ámbito de influencia social.
Comienza con una corta y vaga definición de la discriminación que cincha el carácter e interpretación de su escrito, por lo que considero habría que ampliar el concepto a los lineamientos actuales.
Discriminar es separar, diferenciar o excluir a alguna persona, o tratarla como un ser inferior o privarle de derechos por ciertas características físicas, por sus ideas, por su religión, por su cultura, por su orientación sexual, por su posición económica u otros motivos aparentes. Este menosprecio hacia el considerado “diferente” afecta su dignidad y lo somete a maltratos y abusos.
Al respecto quiero señalar en primera instancia que de ninguna manera el matrimonio como institución determinada en el ámbito contractual civil, por ende, validado a partir de la voluntad de las partes es lo mismo que la sociedad de convivencia para efectos de asegurar jurídicamente ciertos derechos; esta relación incluso puede constituirse entre una persona y su acompañante sin referir necesariamente una relación amorosa. En el derecho romano y canónico se refería a
suas laudes cum aliquo, que literalmente es dividir su propia gloria con otro.
En los subsecuentes argumentos, el rector universitario confunde en estricto derecho, el status civitatis de las personas que en el antiguo derecho romano basaba el estatus de las personas en relación a los derechos concebidos para cada “tipo” basándose sin duda en la discriminatio sui generis. Claro que el derecho moderno tiene una sola concepción de ciudadanía.
En el mismo texto el que dirige las pautas académicas de esta universidad, de manera francamente escandalosa refiere que abrir las puertas del matrimonio a la homosexualidad implicaría aprobar conductas humanas deleznables como la pederastia y algunas otras que califica como inmorales e incluso se escandaliza, pensando qué pasaría con instituciones como la iglesia y el ejercito que “buenamente” y en su “derecho” prohíben la homosexualidad; asimismo, cuestiona el rector si esta resolución “equivocada” de la Corte pasará por encima del derecho de las familias conservadoras a decidir que sus hijos no reciban este tipo de educación donde se acepte la homosexualidad.
Lo preocupante es que seguramente estas afirmaciones del rector universitario son suscritas y reeditadas en las aulas de la universidad que él dirige, y que seguramente hace pública su posición conservadora frente a una ralea que oscila en el conservadurismo que se fortalece con estas expresiones que son preocupantes aún más desde el pulpito de una universidad a la que acude parte de la juventud oaxaqueña.
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