En la Sala Murray Schaffer de la Fonoteca Nacional, los especialistas desarrollaron la mesa “El sonido en la cultura y la sociedad iberoamericana y su reflejo en la radio y el arte sonoro”.
Julio Estrada, miembro del Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM, habló sobre un proyecto musical que emprendió hace unos años y que está conformado por las óperas Doloritas y Murmullos del Páramo, en las que trató de retratar el universo de los libros de Juan Rulfo.
“Para realizar este proyecto hice mucha investigación sobre la confección de los sonidos, intentando añadir con efectos de eco algunas voces, además de apoyarme en actores para retratar ese universo campesino que capturó Juan Rulfo en el sur de Jalisco”.
La producción, dijo, incluyó un acercamiento con el mundo de la música electroacústica, pero evitando que la tecnología supliera la creatividad de los músicos.
“Yo había trabajado en México con Gonzalo Gavira, que era el mejor ruidista para películas y en estas óperas se incluyen también sonidos formidables de carretas y otros efectos, en pocas palabras, esta producción es un buen ejemplo de la cultura reflejándose en las expresiones sonoras”.
Por su parte, Francisco Godinez Galay, director del Centro de Producciones Radiofónicas de Argentina, se preguntó si el radioarte puede tener fines políticos y sociales, afirmando que en esta cuestión está implícito el análisis de la relación de la sociedad con el sonido.
“El radioarte es definido como la experimentación sonora artística, siendo una herramienta actual para entregar una visión distinta en la percepción de la sociedad, por ello ha surgido en los años recientes una búsqueda conceptual en este medio que opine sobre diversos temas”.
Mencionó que dentro de este género se pueden crear propuestas con una estructura narrativa que retraten diversas problemáticas, a veces sin utilizar palabras, y como ejemplo mostró una serie de clips realizados por el centro que dirige, donde se hace una crítica a la violencia mediante sonidos de disparos, helicópteros y otros elementos estridentes.
“También hemos realizado collages artísticos que reúnen frases de habitantes de pueblos originarios de la cultura Mapuche, con el propósito de mostrar la belleza de sus lenguas, así como sus puntos de vista, creo que esto responde la pregunta sobre la importancia política y social del arte sonoro”.
Miguel Molina Alarcón, artista sonoro y catedrático de la Universidad Politécnica de Valencia, España, mencionó que en el mundo del arte sonoro hay una polémica con respecto a su relación con el radioarte y viceversa.
“En 1923 se anunció el primer concierto de radio en México, siguiendo los lineamientos del movimiento estridentista, en el que se incluyeron obras de diversos compositores, esto representa uno de los primeros ejemplos del arte sonoro unido con la radio”.
Mencionó que hoy en día un concierto transmitido por radio nos parecería de lo más común, sin embargo, en ese tiempo el transmitir una expresión artística por este medio fue algo completamente innovador.
Y agregó: “El sonido en la cultura y la sociedad iberoamericana tiene una larga historia, y sin duda medios de expresión como la radio han ido a la par de su desarrollo, de ahí la importancia de que las nuevas generaciones conozcan el largo camino andado”.
Finalmente, Mauricio Prieto Muriel, miembro del colectivo Radiolaboratorio de Colombia, apagó las luces de la Sala Murray Schaffer e invitó al público a escuchar diversos sonidos de instrumentos musicales, para mostrar los estados anímicos que generan cuando no existen otros distractores.
“Estos sonidos que les presento imitan a la naturaleza, en especial a los pájaros, y forman parte de un proyecto sonoro sin partituras que de cierta manera rinde homenaje a las expresiones ancestrales".
Y concluyó: “La cultura y la radio están intrínsecamente ligadas en la historia reciente del hombre, de ahí la importancia de este primer encuentro que permite tomar el pulso a las expresiones que existen en nuestros países”.