Oaxaca, México.- Margo Glantz recuerda a un joven tímido y a un ávido lector, Sergio Pitol ha proclamado el gusto de poder llamar amigo a un escritor que ha admirado siempre, Juan Villoro lo ha coronado como el hombre que mejor ha reflexionado sobre la destrucción del contexto, del ecocidio cotidiando que genera un arrogante habitante llamado “ser humano”, Marcelo Uribe agradeció al demiurgo de los traductores que corrige infinitamente lo corregido y Guillermo Quijas le agradeció a nombre de todos los oaxaqueños su obra y su vida: cinco voces convergieron esta noche en el Teatro Macedonio Alcalá para rendir tributo a José Emilio Pacheco, para delinear su rostro y su memoria en la inauguración de la Feria Internacional del Libro Oaxaca 2012.
A las palabras de estos escritores se unía el agradecimiento de más de 600 visitantes que acudieron al Teatro Macedonio Alcalá, cada uno con un recuerdo propio, con un motivo personal para aplaudir, para admirar a este escritor que ha repartido espacios de su memoria en un país, en una lengua y en un sueño inabarcable.
“Él tenía 23 y yo 32”, comenzó Margo Glantz, quien recuerda haber conocido además de un estudiante de la UNAM con una magistral memoria en eterna competencia con la de Carlos Monsiváis a un imparable degustador de platillos oaxaqueños, a un atrevido de las pruebas culinarias, que todo lo pedía y todo lo probaba. José Emilio Pacheco ha entregado su vida a repartir motivos para ser recordado, ha encumbrado su obra y su figura lo mismo en un viaje en Valparaíso que en una reunión de Bellas Artes, así lo recuerda la autora de
Las genealogías.
Le sigue el recuerdo de Sergio Pitol, el tercer caballero de un tridente de la renovación literaria mexicana completado por el mismo Pacheco y Carlos Monsiváis (¿Cuántas bibliotecas circulares como la pensada por su admirado Borges podrían conjuntar estos tres escritores con lo que leyeron o han leído, con lo que escribieron o han escrito, con lo conversado). El autor de
El desfile del amor defiende la tradición de humanista al estilo clásico que construyó a Pacheco, a quien conoció a través de la lectura de dos de sus primeros cuentos, “donde presumía ya un dominio del idioma y una arquitectura estética firme aunque poco visible”.
Se sumó Juan Villoro, el único que no tuvo oportunidad de, en juventud, ser partícipe de esas conversaciones y quien quizá en consecuencia atraviesa un camino más largo para rodear la obra y memoria del homenajeado. Recuerda la lectura de
El parque hondo, recuerda que gracias a José Emilio lo popular comenzó a formar parte de lo literario, que fue el autor de
Las batallas en el desierto quien estrenó un despertador de Bugs Bunny en una obra, quien puso por primera vez las palabras tae kwon do en un relato, quien descubrió quién era El Santo.
Ser un polígrafo, haber recorrido todos los géneros literarios posibles, ser un comensal disfrutable con una memoria prodigiosa y una erudición educada, ser un pensador del ecocidio cotidiano, haber dado a los niños un papel central en la literatura, desinhibir el talento frustrado de jóvenes escritores, muchos talentos y destrezas pronunciadas esta noche delinearon la memoria viva, la obra presente de este escritor nacido en 1939 en la ciudad de México. José Emilio Pacheco es también ese hombre al que más de 600 personas agradecieron esta noche en el Teatro Macedonio Alcalá.
Previo al homenaje, Guillermo Quijas- Corzo, director general de la Feria Internacional del Libro de Oaxaca 2012, inauguró formalmente este encuentro literario que contará con la participación de más de 85 escritores y 150 actividades. Asistieron como invitados especiales, en representación del gobernador Gabino Cué Monteagudo, Jaime Bolaños Cacho, jefe de la Oficina de la Gubernatura del Gobierno del Estado de Oaxaca; el rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO), Eduardo Martínez Helmes; el director de Desarrollo Social del gobierno municipal de Oaxaca de Juárez, Francisco Reyes; y los diputados locales Francisco Martínez Neri y Flavio Sosa Villavicencio.