Fue un hombre prudente, serio y austero, que mantuvo invariablemente una conducta republicana.
Diseñó un Plan Global de Desarrollo y convocó a los pactos de Crecimiento Económico, enderezados a unificar los esfuerzos de las fuerzas productivas. Le correspondió dirigir el ingreso de México al GATT y comenzar el adelgazamiento del Estado, entonces sobrecargado por el peso de innumerables empresas improductivas. Incorporó a las políticas públicas, la Renovación Moral de la Sociedad, que constituyó el primer intento consistente por combatir la corrupción en los sectores oficiales, y dio lugar a la creación de la Secretaría de la Contraloría General de la Federación. Las reformas al Artículo 115 constitucional, reforzaron las políticas de descentralización y dotaron de un nuevo protagonismo jurídico y financiero a los municipios. Al dejar la presidencia, fue nombrado director del Fondo de Cultura Económica, una de las editoriales más importantes del continente americano. Se distinguió por modernizar la institución y actualizarla tecnológicamente, a la vez que mantuvo la naturaleza libertaria de su línea de publicaciones. Estudioso del constitucionalismo, fue un hombre de leyes, apegado a su observancia y cumplimiento. Con su fallecimiento, los mexicanos perdemos a un gran ciudadano, ejemplar por sus virtudes cívicas y familiares.