Oaxaca, México.- Estudios realizados en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) demuestran que no sólo el maíz transgénico es tóxico, sino que casi todo el maíz criollo que se produce en México cuenta con factores de toxicidad.

La investigación, que inició en 2000 y hoy se encuentra en su segunda fase, permitió descubrir que microtoxinas presentes en el maíz mexicano pudieran incidir en casos de daño hepático”, advirtió la doctora en ciencias farmacéuticas y toxicológicas Silvia Peña Betancourt, investigadora del Área de Toxicología de la citada sede universitaria.
La académica señaló que su trabajo Inocuidad y calidad alimentaria, a partir del análisis de muestras de maíz criollo de diversos estados del país, apunta a que prácticamente todas mostraban presencia de aflatoxinas en proporción menor al nanogramo y cuyo “órgano blanco” es el hígado.
“Estas sustancias hepatotóxicas –explicó– son mutágenas, actúan a nivel celular y cambian el ADN, por lo que pueden provocar una hiperplasia o generación desordenada de células”.
La consejera científica de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), que establece políticas relativas a la seguridad en el uso de organismos genéticamente modificados (OGM), destacó que según datos del Instituto Nacional de Ecología (INE) la mayor incidencia de toxicidad en el maíz se encuentra en los estados con características climáticas cálidas y húmedas y poca estructura para trabajar la agricultura.
A pesar de las diferentes características del maíz en México, todo se usa para consumo humano, razón por la cual se decidió analizar diversos tipos de esta gramínea, considerando que tendrían diferentes grados de toxicidad.
La especialista reconoció que, sin embargo, es un hecho que “los mexicanos hemos desarrollado mecanismos de defensa contra esta toxicidad y no nos ha afectado más, por eso nadie ha desarrollado hepatitis u otro daño hepático por comer tortillas, pero no sabemos hasta qué punto pueda provocar mayores afectaciones”.
Peña Betancourt aclaró que en la actualización de la investigación se presentarán bioensayos en diferentes especies, pues se requiere averiguar si existe significancia estadística.
El trabajo en este campo, explicó, es muy arduo y demanda el concurso de diversos especialistas e instancias. “Por ello hemos colaborado con especialistas del INE y del Hospital General Siglo XXI.
Acotó que otro objetivo fundamental de su proyecto es formar estudiantes en el área de Inocuidad. “Formar nuevas generaciones de especialistas para realizar más investigaciones con el fin de conocer cómo se contamina la comida, controlar la contaminación y posteriormente crear alimentos que tengan más beneficios para la salud”.
Informó que el área de la inocuidad es muy prometedora, pues además de que involucra a todos los especialistas del área de la salud, atiende problemas que ya se viven, como la escasez de alimentos o la falta de respuesta ante enfermedades cada vez más recurrentes y que probablemente se asocian con los alimentos.