Soledad JARQUÍN EDGAR
Oaxaca, México.- El miedo de todo escritor o escritora es repetirse, por fortuna no soy escritora y como periodista diría que lo más importante es no quitar el dedo del renglón si el problema no se resuelve, si detrás de un fenómeno hay inacción provocando impunidad o por el contrario hay acciones que provocan corrupción, o si los tomadores de decisiones que pueden y están obligados a mejorar las condiciones sociales de las mujeres no lo hacen, es decir, si el sistema falla, pienso que debemos insistir, si fuera necesario todos los días.
Cada 25 de noviembre, fecha emblemática para honrar la memoria de las tres heroínas dominicanas asesinadas en 1960 por la dictadura trujillista: Patria, Minerva y María Teresa Mirabal Reyes y para visibilizar la violencia contra las mujeres por razones de género en el mundo, ponemos sobre la balanza lo hecho y lo nunca realizado para erradicar la violencia contra las mujeres, en específico por las autoridades, a pesar de las dimensiones del fenómeno social, que llevan este 25 de noviembre a considerar como una crisis la situación y a proponer “la atención prioritaria de los países líderes del mundo”, como demanda Michelle Bachelet, directora ejecutiva de ONU Mujeres, en su mensaje conmemorativo.
Demostrable es que falta mucho por hacer para erradicar la violencia de la vida de las mujeres. Las cifras son atroces. Cifras oficiales, estadísticas obtenidas de encuestas o de estudios realizados con rigor científico revelan el daño profundo de la violencia contra las mujeres: siete de cada 10 mujeres, en algunos países (entre ellos el nuestro), han sufrido alguna vez en su vida al menos un acto de violencia.
La Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (2011) apunta que el 64% de las encuestadas reveló que en su relación matrimonial fueron agredidas de diferentes formas, incluso, dos de cada 10 dijo haber sido abusada sexualmente por su pareja o esposo. Datos oficiales de una violencia que se traduce en gritos, humillaciones, golpes, ataques sexuales, mutilaciones o laceraciones…y también en asesinatos cada vez más cruentos y cada vez, lamentablemente, más numerosos si los comparamos año con año.
Hoy mismo podemos contabilizar que en los últimos 14 años, 890 mujeres han sido asesinadas en Oaxaca, según el recuento hemerográfico, es decir, no son todas las que están ni están todas las que fueron en la prensa local. Pero lo alarmante y de ahí la exigencia permanente al gobierno de Gabino Cué es que en los dos años de su administración gubernamental se han cometido poquito menos que la quinta parte de los homicidios reportados por la prensa en esos últimos 14 años, hasta hoy 169 mujeres asesinadas. Es decir, estamos frente a un fenómeno de dimensiones alarmantes o frente a una crisis, como señala Bachelet. Y reitero, no es culpa del mandatario en turno, pero sí tiene sobre sí una enorme responsabilidad en la toma de las decisiones y acciones que emprende su gobierno para garantizar la vida de las mujeres, que habría que decir, son pocas y con muy escasos resultados por lo que se ve.
Es pues la realidad, la que nos dice que poco o nada les preocupa “al poder en turno”, lo que este domingo se conmemora y que muchas veces lleva a pronunciar discursos sobre el tema y a repartir a diestra y siniestra boletines reafirmando –dicen- su compromiso por la vida y la libertad de las mujeres, la realidad es el peregrinar de las familias en busca de justicia y la impunidad como constante.
A ninguno de los tomadores de decisiones más importantes de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial les importan si son una, dos o 74 las asesinadas y reitero tampoco se dan por enterados del tamaño del problema, que aunque lo ignoren ya ha marcado los dos primeros años de la administración “del cambio”, con el 17.9 por ciento de los asesinatos contra mujeres, casi la quinta parte de los hechos lamentables registrados en estos 14 años desde que el recuento hemerográfico, solo hemerográfico es, ni duda cabe, una acción de contrapeso a quienes con toda insensatez, por no señalar lo políticamente correcto, siguen pretendiendo tapar el sol con un dedo.
No faltan pues las y los servidores públicos que sostienen que están haciendo todo lo necesario para disminuir y erradicar las muchas formas de violencia contra las mujeres, lo cierto es que seguir haciendo ese tipo de afirmaciones frente a la realidad nos muestra que no están haciendo lo necesario, que en sus “políticas públicas” para reducir y erradicar la violencia, como dicta la Convención sobre la Eliminación de todas las formas de discriminación contra la Mujer, no son su prioridad y ni la entienden ni la conocen.
Para comprobar lo dicho, basta con no poner oídos sordos a lo que dice y viven las personas. Las historias sobre el peregrinar para ser atendidas en las oficinas gubernamentales que dicen procurar justicia, los larguísimos y muy costosos procesos de “justicia” que terminan por aniquilar sus esperanzas de que no haya impunidad y el feminicidio, fenómeno que se revela cada vez con más saña, en aumento permanente.
Todo sucede mientras algunas funcionarias sentadas en su almohada de confort aceptan y, lo peor, a veces hasta se convencen de lo que el patriarcado, la jerarquía, les dice y terminan por aceptar que es muy difícil cambiar lo establecido, que así será hasta el fin de los tiempos, naturalizando con su inacción y su propio victimismo esta repugnante violencia.
En su mensaje de este 25 de noviembre, Michelle Bachelet afirma que la paz y el progreso no son posibles mientras las mujeres vivan con miedo a sufrir violencia y afirma que hay mas conciencia de lo que significa la violencia contra las mujeres: una amenaza para la democracia, un obstáculo para seguir la paz duradera, una carga en las economías nacionales y una violación atroz de los derechos humanos.
Sí creo que muchas mujeres lo hemos entendido así, no así quienes desde el poder siguen disponiendo de sistemas y modelos que por alguna razón terminan por no servir pero que cuestan mucho dinero. Se sigue pensando que terminar con la violencia tiene una sola vía y no todas las vías posibles y necesarias. Hay una acción permanente y hasta folclórica, dispersa y muy desarticulada en la actuación contra la violencia, ya se los demostraron recientemente en Oaxaca. Todos hacen como que hacen, el resultado es la realidad cotidiana que se escribe con sangre en nuestros diarios locales.
Y siempre, invariablemente, en Oaxaca hay otras prioridades. Pero la suma sigue, 890 mujeres asesinadas en solo 14 años, repito casi la quinta parte se cometieron en estos dos años de la administración de Gabino Cué, ahora ocupado en resolver el entuerto magisterial, amos y señores de la violencia sistemática en esta entidad. Pregunto ¿cuánto de la nueva deuda se va a destinar a favorecer la vida y la libertad de las mujeres?
61 años de informar
Cuando una revisa la historia de El Imparcial ni duda cabe que sus páginas reflejan el testimonio escrito de los últimos 61 años de una comunidad en permanente movimiento, sus páginas se han vuelto referente obligado cuando se consulta el pasado y son hoy un medio informativo veraz, sin partidismos políticos y lo mejor, como colaboradora debo decir, un garante de la libertad de prensa. Doña María de los Ángeles Pichardo, su fundadora, debe estar satisfecha de la labor realizada a lo largo de los más de 22 mil días de aparecer cada mañana. Felicidades a la segunda y tercera generación de la familia Fernández Pichardo.
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