Oaxaca, México.- Escuchar a Juan Pascoe es compartir y contagiarse de su pasión por los secretos poco a poco develados de la prensa antigua, los primeros linotipos y las arcaicas infraestructuras de las que surgieron libros, folletos, periódicos, hojas y volantes.
Sencillo y bromista en su forma de ser, al hablar e ir comentando el arcaico proceso para la impresión y edición de textos en tiempos pasados, nos transporta a esas épocas en que sin más que una máquina manual se editaban escritos y grabados sorprendentes para el ojo humano.
La Biblioteca Francisco de Burgoa, fue la sede propicia para la presentación de su libro José María Idiáquez, impresor en el oratorio de la Congregación de San Felipe Neri de Oaxaca, sobre la imprenta en Oaxaca y el trabajo de este presbítero en una vieja prensa, tan antigua que él mismo ignoraba había sido la única armada en México en el siglo XVI.
En presencia de la presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), María Isabel Grañén Porrúa, editores y especialistas en las artes gráficas, así como el historiador Moisés Guzmán Pérez, de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, Juan Pascoe compartió detalles de su investigación en una amena charla.
La mayor parte de su vida Idiáquez laboró en una vieja prensa de madera, tallando y fundiendo tipos, con sus carencias y desperfectos, a pesar de que ello estaba prohibido en México por disposiciones de los reyes de España. Un folleto, un sermón o un billete de lotería para un sorteo de la iglesia habían sido algunas de sus expresiones tipográficas.
Fue en aquel despertar de 1810, a la llegada de José María Morelos a Oaxaca cuando su novedosa producción de folletos, hojas, volantes, y circulares con temas de actualidad política debieron haber sido leídos en público en voz alta con el deseo de difundir el pensamiento independiente. De esta manera, su arcaica imprenta revolucionó la producción editorial del México moderno.
El tipografista radicado en Michoacán, Juan Pascoe, lo cuenta a su estilo, entre bromas y sus vivencias personales y también de Idiáquez quien fue propietario de una hacienda de grana, y su excesiva confianza a los demás le llevó a ser víctima de engaños, robos y abusos por parte de su aprendiz y de su propio hermano.
José María Idiáquez en 1813 comenzó a imprimir el Correo Americano del Sur y entre sus ediciones destaca también el Acta solemne de la Declaración de Independencia de América Septentrional. Murió el 17 de agosto de 1833 y todavía hay una placa alusiva en el Oratorio de la Iglesia de San Felipe Neri.
Sin formalidades, en medio los cientos de libros antiguos que alberga la biblioteca Francisco de Burgoa, el fundador del Taller Martín Pescador y ganador del Premio Estatal de las Artes Eréndira en 2011 de Michoacán y uno de los pocos que mantiene la tradición de la impresión de libros por métodos antiguos, deshojó la historia de alguien que permaneció oculto en textos y grabados por él elaborados.
Ahora, una muestra de su trabajo se puede apreciar en una exposición instalada para esta ocasión en la biblioteca ubicada al interior del ex convento de Santo Domingo de Guzmán en parte con la historia del estudio bibliográfico sobre la imprenta en Oaxaca con un ejemplar original de 1902, impresos de Idiáquez con letras hechas aquí, el manifiesto de Morelos dirigido al Pueblo de Oaxaca y la primera declaración de Independencia, entre otros valiosos documentos.