Oaxaca, México.- “Eduardo Lizalde es un poeta mucho más diverso y rico en matices de lo que nos hace pensar su estilo más conocido, es hombre de cultura que da una dignidad a la inventiva, al epigrama y, por qué no, al insulto”, expresó el escritor José María Espinasa en la presentación de la antología
El vino que no acaba.
En la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, Eduardo Lizalde presentó su más reciente obra el mediodía de este domingo 9 de septiembre, acompañado por Espinasa, Marco Antonio Campos y Luis Chumacero, quien fungió como moderador.
Lizalde más que original es originario, comentó Espinaza. “No digo que la originalidad sea a
priori una categoría de juicio literario. Él es original por lo cotidiano y común de la experiencia que nombra”.
En su opinión, en los poemas de Lizalde no hay moraleja, aunque tal vez enseñanzas, por ejemplo, la valentía de nombrar con todas sus letras la derrota, porque, dice, su poesía celebra la dignidad de su derrota, su honra, su condición de poesía.
“Lizalde con un abanico le quitó lo amargo a la amargura, es un poeta que nos enseña cómo vivir con los fantasmas; con el tigre paradigmático en su obra nos enseñó a pensar con ilusión pero sin ilusiones; evitó el barroco versicular y se avocó a la lectura de los clásicos para alimentar el caudal de la celebración”.
El también escritor explicó que
El vino que no acaba es importante por cuestión de coyuntura, ya que circulará en España. “Aquel país debe leer a un poeta como Lizalde, le hará bien a la lírica española, lírica que para el lector es un privilegio leer”, aseguró.
Por su parte, el crítico Marco Antonio Campos, quien compiló esta antología, dijo: “Cuidé que cada poema me gustara y convenciera, y me di cuenta que 60 por ciento de las obras de Lizalde eran antologables”.
Señaló que la persona que conoce al autor de
Tercera Tenochtitlán, Antología impersonal y
Tabernarios y eróticos se sorprende con este gran conversador que posee una vasta cultura filosófica, política, operística, literaria y poética, e indicó que las lecturas de los poetas que lo han marcado se han dividido en abstractos y concretos, pero, dijo, “nada incendia más sus páginas que la figura elegante exacta del tigre”.
Lizalde, puntualizó, ha pasado del bordado gongorino al poema político y reflexivo. “Brindo por él en esta reunión para homenajear a un poeta, al tigre de la poesía latinoamericana, al poeta entrañable, poeta mayor”.
Al tomar la palabra, Eduardo Lizalde agradeció a ambos escritores sus palabras, especialmente a Marco Antonio Campos por promover sus obras en otros continentes y dio lectura a algunos de sus poemas:
Suerte de Dios, Bellísima y
Alceo.
El vino que no se acaba 1966-2011 incluye poemas de libros emblemáticos de Eduardo Lizalde como
Cada cosa es Babel, El tigre de la casa, Caza mayor, Tabernarios y eróticos, La zorra enferma, Rosas, entre otros, y fue prologado por Jenaro Talens.