Ciudadania Express
Viernes 25 de mayo, 2012. 03:11 pm

Sin Derecho a Fianza/ Sandunga: ¿voz española o zapoteca?

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 Juan Manuel López Alegría Segunda y última parte

 Oaxaca, México.- Aducir como cierta la coincidencia fonética de la descomposición de la palabra, sería como aceptar que el náhuatl tiene raíces griegas porque theos, significa dios, como teotl en la lengua de los azteca. Para esa época ya se registraban las obras; entonces, la Zandunga que llegó a México debió tener un autor (cuyo nombre no iba a aparecer en el programa del que todos echan mano) Nadie investigó. [Hallé una referencia anterior en un viejo libro español: [caption id="attachment_168032" align="alignleft" width="300" caption="Película Tehuantepec (1954)"][/caption] “El año 1850 es célebre en la historia de la coreografía matritense, porque en él se coloca el periodo álgido del entusiasmo del público por las cinco estrellas del arte que bailaron en los teatros de la corte: la Pepa Vargas, la Manuela Perea, conocida como la Nena, la Petra Cámara, la Guy Stephan y la Sofía Fuoco […] El gran acontecimiento se verificó en 28 de Mayo [de 1850] cuando la Vargas y la Nena trabajaron juntas en La Zandunga, boleras a tres, compuestas por el maestro Hipólito Gondois, las acompañó el bailarín Atané]. (Carlos Cambronero. “Crónicas del tiempo de Isabel II”, en La España moderna. Madrid. 1913. Pp. 5-6). Aquí ya existe un autor. Puede ser que se trate de la misma pieza que, luego de su estreno en Madrid, llegara a México en diciembre de ese año. Habría que buscar las partituras y comparar. Pero eso es otro asunto. Y si la palabra tuvo origen zapoteco el creador de la misma (una persona de cultura superior a la media de ese entonces), debió explicarla en algún lado. Porque a fuerzas sería una palabra compuesta (como hojalata, agridulce, correveidile). No pudo ser una palabra prehispánica, porque a nadie de esa etapa se le ocurriría decir sobre alguna pieza: “música, honda, profunda” (ni pensar en referirse a una mujer sensual); eso es un concepto occidental. La música, para los pueblos precolombinos, tenía un sentido religioso y, si entendían la música como el supuesto significado de zandunga (música profunda), entonces toda su música sería considerada así, no distinguirían a una sola pieza con ese nombre. Por lo tanto, esa palabra sería común entre los zapotecas del virreinato. Pero no aparece por ninguna parte. Si fue creación posterior, tuvo un autor específico. Decimos esto porque a la llegada del español, los pueblos de lo que sería América no habían alcanzado tal grado de cultura lingüística como para crear o traducir a su lengua los nuevos vocablos, utensilios o conceptos traídos de Europa, por lo que dieron nombres a muy poco de lo nuevo —de no ser así, hoy tendríamos una lengua formidable— . Por ello, sólo “zapotequizaban”; es decir, al igual que los españoles, como no podían pronunciar correctamente, alteraban la fonética: Cuauhnáhuac= Cuernavaca; Huitzilopochtli= Huichilobos; Oaxyacac= Guajaca. Así también entre los zapotecas: Por eso hoy se dice, bladu en lugar de plato, beshu es peso, aguyaá es aguja y Xha Vizende es San Vicente (y no como Orozco traduce: “lugar de San Vicente”). Los actuales zapotecas, principalmente de Juchitán, quieren rescatar su lengua e intentan traducir lo contemporáneo: bichuuga li es teléfono y biaani’ zaahui es televisor. Se hace la digresión anterior para señalar que si la palabra zandunga fue inventada, compuesta a propósito, debió ser especial su momento y no pudo pasar inadvertida esa invención, por lo menos no más de 80 años, que es cuando “aparece” su etimología (1850-1936). Ahora, quienes defienden esa grafía y esas raíces deben explicar cómo aparece esa palabra zapoteca en España y viene a México o cómo se va de acá y luego regresa sin que nadie se dé cuenta y por qué no la consignan los primeros estudiosos del zapoteco. Por cierto, a ninguno de los defensores de  las presuntas raíces zapotecas se le ocurrió consultar las fuentes primarias, como el Vocabulario de fray Juan de Córdoba— años después, Henestrosa lo estudiará para hacer su discurso de aceptación  como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua. Por ello,  ndú es lamento o provecho; o profundo, pero no mucho (Ursulino); es acabado, hecho, completo o satisfacción (Orozco); fiesta perfecta o bajo la higuera (E. Matus); o raíz (W.C. Cruz). Es decir, la definición no tenía más límites que la imaginación y el conocimiento de  la lengua de cada filólogo regional. Tantas disparatadas definiciones y desacuerdos de esas autoridades, debió demostrar que, en zapoteco, no tenía raíces sustentables sandunga.

 

Wilfrido C. Cruz desmiente

Si los que afirman que sandunga es zapoteca, leyeran a Wilfrido C. Cruz, nos ahorraríamos mucho tiempo. En su famoso libro Oaxaca Recóndita (1946), en el capítulo La Sandunga, lo aclara (las negritas, de don Wilfrido): “Lamentable error el del señor Castellanos al asegurar que la palabra ‘sandunga’, en la lengua de Cervantes no tiene significado alguno […] quiere decir gracia, donaire, salero, ya se ha repetido hasta el cansancio. Ahora bien, si la primera sílaba de la voz ‘Sandunga” corresponde etimológicamente al prefijo ‘za’, que designa todo lo que caracteriza y distingue a los zapotecas, ¿qué significa ‘ndungáa’ en zapoteco o mixteco, según el autor de esta peregrina versión? “El escritor no lo dice, sencillamente porque no conocía dichos idiomas nativos, pero nosotros, que creemos conocer uno de ellos, el zapoteco, con el testimonio de todas las personas enteradas de su estructura y de su alcance ideológico, podemos afirmar categóricamente que ndungá en dicha lengua no corresponde a ninguna idea y, por otra parte, de existir el vocablo en mixteco, ninguna relación tendría con el Son Sandunga típico del Istmo de Tehuantepec y no de la Mixteca. “[…] Está bien que los poetas inventen cuentos y leyendas más o menos interpretativos del alma de nuestras razas, pero cuando se trata de averiguar el origen de un hecho, de responder ante la interrogación […] de nuestra realidad, precisa refrenar el pegaso de la imaginación para no inventar explicaciones que no hacen sino estorbar más la búsqueda de la verdad.”(Oaxaca recóndita. pp. 328-334). C. Cruz refuta: “La hipótesis lingüística de que ‘Sandunga’ viene de los términos zapotecos: saha, fiesta; ndú raíz; nga, demostrativo de ‘esa’, es igualmente infundada. Nadie ha dicho […] ni entre los más viejos especímenes de la raza que hoy sobreviven, ni entre los presentes, zandungá, acentuado, que sería como aproximadamente debería pronunciarse el nombre del Son […] de admitirse el supuesto filológico indicado […]. Ni el nombre ‘Sandunga’ procede etimológicamente de algún dialecto aborigen, ni la música ‘Sandunga’ es fruto del arte nativo autóctono”. C. Cruz también supone una etimología, que por complicada no anotamos aquí, pero don Wilfrido se acerca al decir: “La raíz debe proceder de sal”.

 

Insisten en la necedad

Todo lo que se escribió para aclarar que sandunga no significa más que: gracia, donaire, salero, no bastó, y en libros de autores posteriores se mantiene la pretensión de hacer zapoteco su origen que, en realidad, tiene raíces africanas y andaluzas. Como Hugo de Grial, quien en 1965, guiándose por lo escrito por Ortiz Urquidi (a quien llama biógrafo de Máximo Ramón Ortiz, que no lo fue), retomó esa falsa definición y la apuntó (casi) igual en su libro: “Sandunga es voz zapoteca, que se descompone así, en su significado equivalente en español: SAAA- música, NDU-honda o profunda y NGAA-esa: Esa música honda, profunda, según Ortiz Urquidi.” ( Músicos Mexicanos. Pp. 269-273). Por supuesto, es una mentira; Urquidi dijo: “tampoco debe abandonarse en esa labor de investigación la traducción al zapoteco de la voz castellana Sandunga”. Hugo de Grial copia malamente: le pone tres aes a sáa. Afirma que la madre de Máximo era del barrio de “Santa Isabel”, que no existió, ni existe barrio así llamado en Tehuantepec. Urquidi dice: “Santa María” (la madre era Delfina Isabel). Copia que Máximo “fue presidente municipal” cuando en esa época no existía esta figura jurídica (tampoco fue general). Llama “Méndez” a Gregorio Meléndez. Mañosamente De Grial no consigna la fuente de sus datos, que toma de la columna citada antes y, puritano, omite decir que Urquidi afirma que el padre de Máximo es un sacerdote. El autor de Músicos Mexicanos confunde tiempos al hacer combatiente a Máximo en la guerra contra USA (1846-48) pero después de que Meléndez se levanta en armas (1850). De Grial mezcla esos datos con otros que toma de “Máximo Ramón Ortiz”, un artículo que publica el doctor Alberto Cajigas Langner en  Excélsior (24 de marzo de 1953) y “La Sandunga, melodía nacional” de Genaro V. Vásquez,  en Veraz (20 de junio de 1953). No obstante, este libro es muy citado por posteriores investigadores, que repiten los errores. Si me extendí un poco, es porque la mayoría de estos equivocados datos aparecen en Wikipedia y en muchas páginas de Internet, esparciendo la confusión. A esto colaboran alegremente otros, como Armando Fuentes Aguirre, el célebre “Catón”, cuyas columnas se publican en  más de 150 diarios en el país. Él escribió: “Llega el viajero a Oaxaca, prodigio entre las nubes, y oye a una banda de pueblo tocar esa cadencia lánguida que se llama ‘La Zandunga’. “Escribe el viajero ‘zandunga’, así, con zeta, porque así escribía la palabra don Esteban Maqueo. Dice este sabio etimólogo que la voz viene del zapoteco, y sirve para nombrar el canto de dolor de un hijo por la madre muerta. También con zeta escribía la palabra el poeta chiapaneco Rodulfo Figueroa. “Escribió un soneto, ‘La Zandunga’, que termina con este hermosísimo terceto: ‘... La Zandunga tocad. Si no despierto / al quejoso rumor de esa armonía / ¡dejadme descansar, que estaré muerto’!”. (Diario Reforma y otros. 13 de marzo de 2009). Fuentes  Aguirre peca de ignorante (ha visitado Oaxaca en más de una ocasión, pudo enterarse). Solamente leyó la famosa parte recortada, por eso llama “sabio etimólogo” a Maqueo, lo que no fue. Al sintetizar crea una ambigüedad: ¿quién escribió el soneto? Dada la cantidad de personas que leen al norteño, es irresponsable propalar esa falsa versión.

Sandunga: sal y pimienta

En 1884, en la página 956, la Real Academia Española incorpora a su diccionario la palabra sandunga: “f. fam. Gracia, donaire, salero”; y “sandunguero: que tiene sandunga”. Eso era todo. Como ha sido su costumbre durante siglos, no investigó el origen de la palabra. Tal vez porque el término no era de Madrid. En la edición de 1889, los académicos ya arriesgan una posible etimología alemana, pero, con dudas, por lo que la inscriben con interrogación: “Sandunga./(¿Del al. Salzung, salazón?). F. fam. Gracia, donaire, salero”. Para la edición de 1914, los académicos se arrepienten y le quitan la dudosa etimología, por lo que aparece igual que al principio. En 1927 le incorporan el significado que se la da en Chile: “Jarana, jolgorio, parranda”. En 1936, le agregan que en Puerto Rico significa lo mismo que en Chile. En la edición de 1950 le quitan Puerto Rico. En 1956, se lo adicionan de nuevo. En 1970 le agregan a Colombia, que usa sandunga para lo mismo que en Puerto Rico y Chile, dicen. En 1985, por fin se dan cuenta que en Extremadura se dice sandunga a “extraer piquitos de hilo de algodón en forma de zig zag, que se emplean para rematar algunas labores”. En 1989 le quitan lo de “salero”, dejando nomás, “gracia y donaire”, pero agregan que en México (Méj.) y Perú, también se usa la palabra para lo mismo que los otros países apuntados antes. En 1992, en la última edición, algún otro académico quiso justificar su trabajo agregando que es de “Or.inc.”; es decir, de origen incierto. Agregan salero y le quitan a Perú la dicha de decir que usan sandunga para jarana y jolgorio, pues lo eliminan. Esta es la historia de la palabra investigada por los académicos de la calle de Felipe IV en Madrid. No hay que quejarse mucho, pues en el siglo XIX Guillermo Prieto denunciaba que se escribieran sandeces sobre el español de México, como “Aguacate: fruta parecida a la palta, mantecosa e insípida por lo que se come con sal”. Un siglo después, en la edición de 1984 aún no le cambiaban y no es sino hasta 1992 que le agregan su origen indígena: “árbol de testículos”. Sin embargo, no pudieron obviar el origen de sandunga. Si esta hubiera llegado de México (a España) lo hubieran consignado, tal vez sin su etimología, como en el ejemplo anterior. Pero hubiera aparecido algo así como: Sandunga. Mej. Dícese de la mujer de canto profundo que baila bajo la higuera.

La verdadera Sandunga: gitana

Los textos que he consultado, en general, coinciden en que la palabra sandunga aparece en Andalucía durante el siglo XVIII al mezclarse una voz africana (bantú) que designa pimienta (ndunga) con sal (sar) fonetizada a la manera andaluza; sardunga, luego sandunga. Sal y pimienta, para señalar el garbo y la sensualidad de las gitanas. Lo más probable es que llegara primero a Cuba (donde se usa de más antiguo que en nuestro país) y luego a México. El investigador español Miguel Ropero Nuñez afirma. “En mi opinión, sandunga es muy probablemente un préstamo del caló. De hecho, está registrado en los diccionarios gitanos (DG, ADC, VDJ; etc.). B. Dávila y B. Pérez (1943), en Apuntes del dialecto caló o gitano puro, recogen sandunga con el sentido de ‘donaire, gracia, garbo, gracejo’ como un término de origen caló, que se emplea en el ámbito de los gitanos andaluces y en el lenguaje del cante flamenco”. (Sociolingüística Andaluza 15: Universidad de Sevilla. Pag. 63).  

Y del Congo en Dominicana

Por su parte, Roberto Guzmán, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, informa que “Don Fernando Ortiz en su ‘Glosario de afronegrismos’, publicado por primera vez en 1923, reclama para “sandunga” el origen africano. “En el Congo la voz ‘ndunga’ es una clase de tambor o cierto instrumento musical. La voz sandunga se usó en Andalucía y luego en Cuba. En Angola ‘ndonga’ es la sal de ese país. Al final de sus explicaciones acerca de la voz sandunga, el autor citado antes asegura que la voz procede del Congo donde ‘ndungu’ es pimienta, picante”. Por otro lado, Luis Delgado Aparicio-Porta, para justificar ese origen negro y andaluz, en su trabajo La etnomusicología y el sabor, en el apartado “Hablo de la Sandunga”—obviamente se refiere a “su sandunga”, la antillana— escribe: “Para terminar debo afirmar que fue Emile Fauré en ‘Les Trois Gouttes de Sang’ --París 1929 quien afirma: ‘que una sola gota de sangre de negro en un lago de sangre de blancos basta para darle el germen de las cadencias decisivas’. Esto es lo que yo llamo la ¡Metáfora del Café con Leche! Hablo de la Sandunga, ese mágico componente que señalo permanentemente y que no es sino la blanca "sa" o salero de Andalucía, en España, mientras que "Ndungue" es la prieta pimienta africana, que viene del criollo mestizo, y que al mezclarse lo europeo con lo africano y lo antillano se impregna en lo que nos dice Cheo Feliciano: ‘Soy el único negro que suda miel por los poros’”. “”Hablo de la Sandunga”, en La etnomusicología y el sabor). Una estudiosa del teatro cubano, María Teresa Linares afirmó que el término ya existía en Cuba desde principios del 1800: “Vemos cómo desde principios del siglo XIX se conocían ya guarachas calificadas entonces por Esteban Pichardo como «canto y baile de la gentualla», las cuales se incorporaron al teatro bufo, mientras que el término era asumido por el léxico popular cubano. Otro término que se incorpora y que será usado hasta nuestros días es la palabra sandunga, como sinónimo de gracia criolla, que encontraremos copiosamente utilizada durante dos siglos, hasta la actualidad en que ha sido usada por Juan Formell en su guaracha Por encima del nivel. Algunas contradanzas, muchas de ellas con temas tomados de antiguas guarachas muy popularizadas, tienen señalados, como aire y tempo, «con sandunga» en lugar de allegretto con grazia, frase italiana que se usa en las obras musicales”. (“La guaracha cubana, imagen del humor criollo”, en  Sin milicutancia posible. Una mirada otra al teatro bufo cubano. Pag. 159). No caben acá tantos ejemplos que no dejan lugar a duda de que “sandunga” es de origen gitano-español; en la Península abundan. También he hallado rastros de antiguas cuecas en Chile y Uruguay, en canciones muy viejas de Cuba y en otras partes de América.

La sensualidad… fundamental

Hay un libro, cuya primera edición, en Sevilla, data de 1882. Es Cantos populares españoles, de Francisco Rodríguez Marín (en esta obra contabilicé cerca de una docena de versos con la palabra “sandunga” en diferentes cantos). Ahí, Antonio Machado Álvarez (padre del poeta, más famoso por Serrat), en el post-escriptum, apunta la definición del deseo del andaluz, refiriéndose a las mujeres de Andalucía, donde la delgadez de la cintura en muy apreciada, pero “más aún el garbo”: “Hay, sin embargo, un distintivo especial de las mujeres nacidas en esta bendita tierra […] nos referimos a la gracia, al salero, a la sandunga, a eso que se celebra con el clásico ¡olé! […]. Esta es la verdadera nota del pueblo andaluz […] con sandunga, todo lo perdona, sin ella, Venus de Milo andando por las calles le tiene sin cuidado”. (“Demófilo” [Antonio Machado Álvarez], en Cantos populares españoles. 1882. Pag. 227). Eso lo captó Cuba y el Istmo de Tehuantepec. Un ejemplo: el poeta cubano Emilio Ballagas publicó en la Revista Avance en La Habana en 1929 (luego aparecerá en Cuaderno de poesía negra. Santa Clara. Cuba. 1934)  un poema sobre una negra que tenía “sandunga”, donde se percibe la gracia y sensualidad de María Belén al caminar:

Elegía de María Belen Chacón

María Belén, María Belén, María Belén.

María Belén Chacón, María Belén Chacón, María Belén Chacón,

con tus nalgas en vaivén,

de Camagüey a Santiago, de Santiago a Camagüey.

En el cielo de la rumba,

ya nunca habrá de alumbrar,

tu constelación de curvas.

¿Qué ladrido te mordió el vértice del pulmón?

María Belén Chacón, María Belén Chacón...

¿Qué ladrido te mordió el vértice del pulmón?

Ni fue ladrido ni uña,

ni fue uña ni fue daño.

¡La plancha, de madrugada, fue quien te quemó el pulmón!

María Belén Chacón, María Belén Chacón...

Y luego, por la mañana,

con la ropa, en la canasta,

se llevaron tu sandunga,

tu sandunga y tu pulmón.

¡Que no baile nadie ahora!

¡Que no le arranque más pulgas

el negro Andrés a su tres!

Y los chinos, que arman tánganas adentro de las maracas,

hagan un poco de paz.

Besar la cruz de las claves.

(¡Líbranos de todo mal, Virgen de la Caridá!)

Ya no veré mis instintos

en los espejos redondos y alegres de tus dos nalgas.

Tu constelación de curvas

ya no alumbrará jamás el cielo de la sandunga.

María Belén Chacón, María Belén Chacón.

María Belén, María Belén:

con tus nalgas en vaivén,

de Camagüey a Santiago...

De Santiago a Camagüey.

 

 
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