Ciudadania Express
Domingo 01 de abril, 2012. 03:29 pm

Tesoros de los māori llegan a la capital mexicana

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Oaxaca, México.- Tesoros ancestrales de los māori de Nueva Zelanda pocas veces vistos fuera de ese país insular, llegan a México para presentarse a partir de este sábado 31 en el Museo Nacional de las Culturas, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, en una exposición que cuenta la historia, tradiciones e ideología de este pueblo indígena, que se ha mantenido a lo largo de 600 años. La exhibición, titulada E Tū Ake: Orgullo māori, fue curada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) y el Museo de Nueva Zelanda “Te Papa Tongarewa”, con el apoyo del Gobierno de Nueva Zelanda. Las piezas de esta etnia de Oceanía expresan la historia, identidad, visión del mundo y aspiraciones políticas de los māori, con énfasis en su continuidad como pueblo, “en tanto que el desarrollo de esta cultura ha sido permanente desde 1100, cuando el hombre se estableció por primera vez en la isla”, explicó la curadora de la muestra, Rhonda Paku. El acervo māori que llega a México se integra por 169 piezas ancestrales (que datan desde 1500) y contemporáneas, como esculturas, adornos, objetos de uso cotidiano y sagrado, elementos arquitectónicos, banderas, fotografías, gráfica contemporánea y documentos audiovisuales. Estas obras de arte, para los indígenas representan vínculos sagrados con su pasado. Las obras forman parte de la Colección Taonga Māori (Tesoros Culturales Māori), una de las más importantes del recinto neozelandés. E Tū Ake: Orgullo māori abrirá al público este sábado con una ceremonia tradicional a las 11:30 horas, en la que a través de antiguas plegarias y canciones evocan a sus ancestros.   En este sentido, el montaje que presenta el MNC está formulado bajo la concepción de las tradiciones vigentes de este pueblo, sus problemáticas sociales y vida cotidiana, conforme a los objetivos de este recinto: mostrar las culturas del mundo desde distintos ángulos y conceptos, más allá del aspecto histórico. Cabe destacar que el Museo de Nueva Zelanda “Te Papa Tongarewa”, es considerado el museo nacional guardián de los tesoros culturales y naturales neozelandeses. El recinto conserva los taonga (tesoros culturales) a nombre de las tribus (iwi) y comunidades māori, cuyos miembros contribuyen activamente a su investigación, cuidado, administración y presentación, además de ser reconocidos como dueños espirituales de las piezas. Para los indígenas māori, las obras, más que objetos, son vínculos sagrados con su pasado, “un pasado que está vivo y los guía hacia el futuro”, destacó Rhonda Paku, al referir que la exposición está concebida a partir del concepto māori de autodeterminación —llamado tino rangatiratanga—, y que refiere a la habilidad de cada habitante para escoger su destino como individuo, comunidad y pueblo. Bajo esa premisa, la muestra está divida en tres apartados que ilustran tal concepción: Whakapapa (el linaje), Mana (el prestigio y la autoridad) y Kaitiakitanga (el tutelaje). La muestra abre con una invitación a tocar la Piedra Mauri, un jade procedente de Aotearoa Nueva Zelanda (pounamu). Mauri es la esencia de la vida que existe y conecta a todas las cosas vivas y muertas, en este sentido, el jade es apreciado por los māori por su fuerza, durabilidad y belleza, así como por el simbolismo que este adquiere, en tanto que la piedra tardó millones de años en formarse, y por consiguiente es asociado con los ancestros, comentó la curadora Paku. Más adelante, el visitante encontrará la historia y la cosmovisión māori, regidas por el deseo de autodeterminación. A través de una gran casa de reunión ancestral (whare tupuna), hecha en madera tallada, y los elementos que la componen, herramientas con las que se construyen dichas viviendas y partes de piraguas (waka), además de fotografías sobre la genealogía de una familia y el arte del tatuaje (ta moko), se explica que los māori han vivido en Nueva Zelanda por cerca de 600 años, y que ya ejercían la tino rangatiratanga en el momento en que los europeos se establecieron en sus tierras, a principios del siglo XIX. También se detalla que hasta la fecha los māori controlan mediante la figura de la tribu, todos sus asuntos y operaciones económicas, como resultado de la lucha que han mantenido para lograr su autodeterminación, asentada en la Declaración de Independencia de 1835, y en el Tratado de Waitangi en 1840. El segmento Whakapapa también refiere al linaje y los orígenes y creencias de este pueblo, para el cual todas las cosas están relacionadas; a esa interconexión entre las personas, el ambiente natural y los objetos inanimados, le llaman whakapapa, la cual se expresa a través de la genealogía, los rituales y las historias. El segundo módulo del recorrido, Mana, alude a la justicia y autoridad, y a la influencia que un individuo puede tener en la sociedad. El mana es una cualidad que reside en las personas, animales y objetos inanimados; en las personas se hereda de los dioses a través de la whakapapa (linaje) y los logros de cada persona. La curadora Rhonda Paku abundó que los objetos adquieren su propio mana de quien los crea, de sus vínculos tribales, su significado simbólico y los eventos trascendentales en los que han estado involucrados. “E Tū Ake explora la influencia del mana tanto en formas tangibles como intangibles de los taonga, en las relaciones de las personas con esos tesoros, y en las relaciones de las personas con sus ancestros (tūpuna), con las generaciones futuras y entre sí. Para los māori todos los objetos de la exposición tienen mana, aunque en distintos grados, de manera que los de mayor antigüedad son de mayor aprecio, entre éstos destaca un pendiente en forma humana (hei tiki), elaborado en jade entre 1500 y 1800, pieza que alude al hombre originario; y un cofre de objetos preciosos (waka huia) hecho en madera en el mismo periodo. Sobresale también la máscara de un líder māori de la tribu Ngāti Korikī Ngāti Raukawa; fue elaborada en vida y su mana radica en haber sido usada por éste; y una capa (tūī) elaborada con plumas de kiwi, ave endémica de Nueva Zelanda, que también perteneció a un dirigente; debido a que esta pieza fue difícil de elaborar, para el pueblo tiene mucho mana de su creador, mismo que se incrementa con el de quien la portó. El tercer segmento, Kaitiakitanga (el tutelaje), se refiere al cuidado y vigilancia de los recursos naturales y el entorno māori. Al respecto, Paku destacó que una de las principales actividades de los indígenas es la pesca, necesaria para su supervivencia y arraigada en creencias espirituales y fuertes valores, como el hecho de que el kaitiakitanga requería que la pesca se administrara de manera sustentable. En esta sección se aprecian diferentes tipos de anzuelos, que describen el uso especializado de instrumentos de pesca de acuerdo con las especies de la región; además se explica que ganchos, redes, líneas y trampas no sólo son funcionales, sino que están confeccionadas de manera estética, con decoraciones elaboradas que responden a una manera de demostrar respeto por Tangaroa, deidad del mar. Otros objetos que destacan son un hacha ceremonial (toki poutangata) de madera y jade, elaborada entre 1500 y 1800, y un poste de madera con la talla de figuras humanas masculinas (poutokomanawa), hecho entre 1800 y 1900. De las piezas contemporáneas sobresale un bastón de pelea (pouwhenua), llevado en 1978 del extremo norte de Nueva Zelanda a Wellington —la capital—, durante una marcha de protesta por la pérdida de tierras māori. En conjunto, la colección que se exhibe corresponde a los periodos Te Tipunga (El Crecimiento, 1300-1500), cuando la cultura māori se volvió particularmente diferente a la de sus predecesores del Pacífico; Te Puāwaitanga (La Transformación, 1500-1800), relativo al florecimiento de una cultura dinámica, sofisticada y arraigada en el paisaje; Te Huringa I, II y III (El Cambio, 1800 hasta hoy), durante el cual se suscitaron cambios, adaptaciones y conflictos derivados del enfrentamiento con la cultura europea. La exposición E Tū Ake: Orgullo māori permanecerá en exhibición del 31 de marzo a finales de julio próximo, en el Museo Nacional de las Culturas (Moneda 13, Centro Histórico): Horario: 9:00 a 17:00 horas. Costo: 47 pesos. Entrada libre a maestros, estudiantes, niños menores de 13 años,  pensionados, jubilados, maestros y estudiantes con credencial vigente. Domingo: entrada gratuita a público nacional y extranjeros residentes. La muestra se complementará con actividades educativas y culturales.
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