Oaxaca, México.- Está a unos meses de cumplir 75 años de vida y más de 40 de ellos los ha dedicado al cine, pero Felipe Cazals goza de una energía envidiable, la que le permite lo mismo preparar el rodaje de su próxima película,
Ciudadano Buelna, para el mes de marzo, que promover su libro
Felipe Cazals: 4 guiones para cine, editado por la Universidad Nacional Autónoma de México.
El tomo, que se presenta este 23 de febrero en la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, está conformado por las historias de
Su alteza serenísima,
Digna… hasta el último aliento,
Las vueltas del citrillo y
Chicogrande, con los prólogos de Vicente Leñero, José Woldenberg, Leonardo García Tsao y Fernanda Solórzano, respectivamente.
“Se eligieron estas cuatro películas, porque son de mi absoluta responsabilidad y cada uno de los guiones tiene un búsqueda del lenguaje y de los personajes que los une”.
Más que una obra literaria, Cazals concibe al guión como una columna vertebral: “Es indispensable para la interpretación de los colaboradores de qué va ser la película, pero para el realizador es una norma de conducta sobre la cual comienza a trabajar”. Aunque el cineasta considera que, en algunos casos, un guión se puede considerar una obra en sí misma, incluso sin ser filmado.
Después de expresar que una de las razones que lo animó a hacer este libro fue ofrecer una fuente de información para los “cinemáticos”, el director asegura que, aunque exista un guión perfecto, “esto no hace una película perfecta, son dos materias indisociables, pero no semejantes”.
“Algunos consideran que el guión no es indispensable para hacer una película, hay otros que opinan lo contrario. Yo estoy convencido que sin un guión debidamente trabajado en el escritorio, no hay filme que pueda armar con mis colaboradores, por la simple razón de no saben de qué estoy hablando”.
Se dice que hay tres versiones de una película: la del productor, la del director y la del guionista. “En mi caso ninguna de estas tres es verdad, porque yo soy coproductor, director y guionista. La única versión que existe, para mi desgracia, es la mía, con todos los aciertos y desaciertos”.
Comprometido con la historia
Si algo define la obra cinematográfica de Cazals es su mirada crítica frente a la historia. “Si no conocemos la historia es muy difícil acomodarnos al presente y casi improbable que podamos predecir el futuro, si acaso eso es posible”, expresa el director de cintas como
Las poquianchis,
El apando o
Los motivos de Luz.
Ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes en 2007 y referente clave para explicar el cine mexicano, a través de su obra, el cineasta considera “que el conocimiento del pasado es lo que nos hace conscientes de cómo proceder en el presente”.
Felipe Cazals reflexiona sobre su proceso creativo y explica que su inspiración tiene como punto de partida “la nota informativa que me parece contradictoria y un aberrante, un atropello, el ensayo que me confunde y me emociona, básicamente algo que me ataca en las venas, siempre ha sido así”.
Para el realizador es muy claro que no puedes vivir ajeno a tu tiempo y aislarte como creador. “No puedes permanecer inmune a lo que sucede y esto obedece a una posición ideológica y aunque algunos pueden tomar la realidad como una inspiración es una posición válida, pero yo concibo a un creador con un juicio crítico, quien tiene una responsabilidad frente a la obra que propone”, precisa.
En los últimos años Felipe Cazals a considerado retirase del cine, pero por fortuna no lo ha cumplido. “Esto responde a una cosa básica: no sé hacer otra cosa más que cine”, comenta con una sonrisa plena.
“Lo cierto es que a veces no me gustan mis películas. Es un sentimiento que no puedo evitar, siempre pienso que podría haberlas hecho mejor, que podría haber sido más exigente con mis colaboradores y conmigo mismo, aunque a veces encuentro ciertas satisfacciones”.
Y ante la pregunta de que si esta insatisfacción no podría ser considerada como algo enfermizo, Felipe Cazals asegura: “Hacer cine, es una pasión y como tal no entiende razones”.