Oaxaca, México.- Un hombre detenido de manera arbitraria se acerca a los mecanismos de las Naciones Unidas para buscar justicia. Mientras que el mecanismo falla a su favor, él sufre serias represalias por hablar en defensa de sus derechos. Se le niega el tratamiento médico, es confinado a una celda de aislamiento y presuntamente golpeado por las autoridades penitenciarias.
Hoy, en el Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de Tortura, recordamos a los Estados su obligación de proteger a estas personas y asegurar que no sufran represalias o intimidación por cooperar con los mecanismos de las Naciones Unidas.
Cada año, el Comité contra la Tortura y otros expertos independientes nombrados por el Consejo de Derechos Humanos reciben quejas individuales de víctimas de tortura, así como información sobre presuntas violaciones para ser tomadas en consideración en sus informes, la cual es enviada por defensores de los derechos humanos y otros actores de la sociedad civil de todas las regiones del mundo. Muchas personas privadas de libertad, bajo un alto riesgo personal, encuentran el coraje de compartir sus experiencias traumáticas de tortura y malos tratos con el Subcomité para la Prevención de la Tortura y el Relator Especial sobre la Tortura, durante sus visitas a centros de privación de libertad.
Cada año, cientos de centros de rehabilitación, grandes y pequeños, apoyados por el Fondo de Contribuciones Voluntarias de las Naciones Unidas para las Víctimas de Tortura, brindan asistencia indispensable de carácter humanitario, médico y legal a miles de víctimas de tortura y sus familiares.
Muchas de esas víctimas y actores nos permiten hacer nuestro trabajo, proporcionando una experiencia invaluable y compartiendo los sufrimientos que han padecido, incluyendo sus experiencias de intimidación y represalias.
Las represalias en contra de personas que cooperan con los mecanismos de protección y promoción de los derechos humanos de las Naciones Unidas son absolutamente inaceptables y constituyen una violación del derecho internacional y las obligaciones legales de los Estados. Tienen que existir mecanismos efectivos para asegurar que las represalias no se produzcan y, si lo hacen, que tanto los individuos involucrados como los Estados tengan que rendir cuentas.
De acuerdo con la Convención contra la Tortura, los Estados tienen la obligación de tomar las medidas necesarias para asegurar que denunciantes y testigos, o cualquier otro individuo u organización que coopere con el Comité, estén protegidos de malos tratos, intimidaciones o represalias. Asimismo, el Subcomité para la Prevención de la 2
Tortura llama a los Estados Parte a respetar plenamente su obligación bajo el Protocolo Facultativo a la Convención contra la Tortura, de asegurar que las personas con quienes se reúna durante sus visitas no sean sancionadas como resultado de su cooperación.
Al instar a los Estados a establecer y apoyar centros de rehabilitación o instalaciones donde las víctimas de tortura puedan recibir tratamiento, la Asamblea General estableció recientemente que los Estados deben también garantizar la seguridad de su personal y de los pacientes.
En este día, nos solidarizamos con aquellas personas que, después de haber sufrido las peores formas de tortura y malos tratos, ponen su confianza en los mecanismos de las Naciones Unidas a pesar del riesgo de sufrir represalias. Es imperativo que los Estados traduzcan su compromiso con la lucha contra la tortura en medidas que garanticen que las víctimas y defensores de los derechos humanos que se involucran con los mecanismos contra la tortura de las Naciones Unidas no sean objeto de represalias y revictimizaci