Oaxaca, México.- Enrique Lizalde estaba convencido de que la actuación cumplía una función social, era una manera de aportar emociones en una sociedad cada vez más encerrada en sí misma por factores ajenos a su control.
“Actuar es como convertir al escenario o a la pantalla, en un faro donde las personas pueden vislumbrar una luz que los aleje de los mares embravecidos de la vida cotidiana, también puede ser un espejo donde otros encuentren su reflejo. Siempre me he sentido afortunado de estar en una profesión que toque de esa manera las emociones de la gente”, expresó en su momento el actor en una entrevista.
El primer actor de cine, teatro y televisión, falleció en la Ciudad de México este lunes 3 de junio a los 76 años de edad, dejando un vasto legado en el que delineó con talento y fuerza dramática a numerosos personajes.
Hermano del escritor Eduardo Lizalde, una de las primeras pasiones de Enrique Lizalde fue la literatura, estudiando durante muchos años las obras clásicas de dramaturgos y novelistas e incluso cursó la carrera de literatura en la universidad.
Nacido el 9 de enero de 1937 en Tepic, Nayarit, Enrique Lizalde descubrió en su etapa de estudiante universitario su vocación por el teatro y comenzó a participar en diversas obras independientes, así como producciones de teatro universitario.
Algunas de sus primeras reseñas de los años sesenta lo describen como un actor de fuerte voz y presencia que aún con su juventud aportaba una gran elegancia y profundidad a los personajes que interpretaba.
Sería en el cine donde a principios de los años sesenta, Lizalde luciría aún más su presencia con personajes que a veces eran descritos como anti héroes, destacando sus interpretaciones en filmes como He Matado a un Hombre (1963), Viento negro (1965), Nosotros los jóvenes (1966), Corona de Lágrimas (1968) La Mentira (1969), Rosario (1970), El hombre y la bestia (1972), El monasterio de los buitres (1973), La dama del alba (1975) y María de mi Corazón (1979), entre otras.
Casado con la actriz Tita Grieg, Enrique Lizalde vio también en la televisión un medio importante para desarrollar su profesión, coincidiendo con las opiniones de muchos intelectuales y escritores, entre ellos Gabriel García Márquez, en que géneros como la telenovela eran los que iban a imperar en la difícil transición del siglo XX al XXI.
Como pionero de las primeras producciones televisivas por capítulos, participó en La tormenta, Estafa de amor (1967), Cristo negro (1971), El vagabundo (1971), Cartas sin destino (1973), La tierra (1974), La venganza (1977), El árabe (1980) y Los años felices, entre muchas otras.
Asimismo fue activista del movimiento que fundó el Sindicato de Actores Independientes y que buscaban mejorar sus condiciones laborales, así como el reconocimiento de su oficio para lograr prestaciones sociales.
En los años ochenta, el SAI, liderado por Lizalde logró con sus demandas poner a la luz de la opinión pública las necesidades del gremio actoral como profesionales con los mismos derechos de cualquier trabajador.
Conaculta lamenta el fallecimiento del primer actor Enrique Lizalde y se une a la pena que embarga a familiares y amigos.
En una entrevista concedida a finales de los años noventa el actor señalaba: “Esta es una profesión a la que uno se entrega como a una trinchera. Hay días buenos y malos como en todo, pero como actores tenemos la responsabilidad de dejar de lado nuestras cuestiones personales para convertirnos un poco en nuestros personajes, para obsequiar esa verdad en la caracterización que es el principal propósito del trabajo que tanto amamos”.