Oaxaca, México.- Hacer un ejercicio anti Hollywood, un cine casero, un cine sin presupuesto, con actuaciones elementales, pero con un corazón bien puesto y una crítica social evidente, fue el propósito principal que el director Julio Hernández Cordón se planteó al momento de iniciar el proyecto de
Hasta el sol tiene manchas.
Guatemalteco de nacimiento y egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica de la Ciudad de México, Hernández confesó que esta cinta podría leerse como una continuación de sus anteriores trabajos como
Gasolina o
Las marimbas del infierno en cuanto a la necesidad de hacer un cine personal sin grandes presupuestos ni despliegues temáticos agringados que lo único que consiguen es ser una mala copia de una industria extranjera.
“Lo mío es el cine casero, el cine con entrañas y honestidad”, afirmó el director en entrevista realizada en la Cineteca Nacional, donde los representantes de los medios de comunicación pudieron conocer esta cinta que ya había tenido una presentación en nuestro país en el Festival de Cine Riviera Maya y que será estrenada formalmente el próximo 19 de julio.
Con dos personajes disímbolos que conviven en lo que el director llama “el surrealismo de Guatemala”, donde las campañas de los candidatos políticos incluyen incluso la promesa de ganar el próximo Mundial de Futbol, la cinta se caracteriza por sus largas secuencias y sus
timelaps que tienen la intención de mostrar la consigna latinoamericana de los países donde “no pasa nada”.
Mientras el primero de los protagonistas, un grafitero rebelde, se dedica a arruinar la propaganda política oficial en los muros de su barrio, su contraparte, un joven con retraso mental recorre las calles promoviendo al candidato de quien no sabe un ápice, pero mostrando su creatividad publicitaria que lo lleva incluso a vestir un baby doll mientras hace suertes en patineta.
Julio Hernández dijo que el dotar de color amarillo a algunas secuencias de la película respondió a una propuesta estética que busca mostrar “ese sol de los países latinoamericanos que nunca acaba de tener manchas”.
“Decidimos hacerla amarilla porque es algo que visualmente es muy dramático, es como una alegoría del Sol, pero un Sol que parece nunca acabar de salir por completo para nosotros, un astro rey ausente. Me da mucho gusto que las personas comiencen a identificar la película por esto, incluso algunos ya la llaman la película amarilla.”
En el filme, Hernández incluye varias secuencias de
stock donde pueden verse las campañas políticas de Guatemala a mediados y finales del siglo XX, mostrando las reacciones de la gente, los mítines y diversos eslogans.
“Las imágenes de archivo pertenecen a la Cineteca de Guatemala. La idea era contraponer en pantalla las campañas políticas del pasado y las de ahora, mostrando que a menudo las fórmulas de antaño tenían más fuerza e incluso los discursos se antojaban mejor armados por el simple hecho de no estar tan inmersos en un sistema mediático.”
Con respecto a los personajes principales de la película, el director dijo que están basados en un caso real de Guatemala en donde se suscitó una guerra de “pintas de bardas” entre los encargados de la propaganda política de cierto candidato y los grafiteros.
“Cada dos o tres días las bardas aparecían pintadas de un color distinto. A los propagandistas no les gustaba que los grafiteros pintaran sus anuncios y cubrían sus dibujos, y una vez que lo hacían, los grafiteros regresaban por las noches y pintaban la propaganda, era el cuento de nunca acabar.”
Hernández afirmó que esta película es como un cuaderno de notas cinematográfico, realizada con tan sólo 4 mil 500 dólares, incluyendo la postproducción, y que sigue la tradición más pura del cine independiente.
“Ahora es muy fácil hacer una película gracias a los avances de la tecnología, sin embargo la postproducción sigue siendo un problema porque son costos muy caros y no todos pueden pagarlos, incluyéndome.”
No obstante, destacó, el factor económico nunca será impedimento para que el cine de autor se siga abriendo paso en los países de Latinoamérica, pues, aseguró, esta expresión es lo que da una identidad a nuestros pueblos en el mundo contemporáneo.
“Ya sea que se trate de México, Guatemala o cualquier otro país, el cine de autor nunca morirá, porque en nuestros pueblos hay mucha creatividad, muchas ganas de sacar adelante los obstáculos y de expresar nuestra cultura.”
Finalmente, Julio Hernández anunció que ya está muy adelantado su próximo proyecto llamado
Te prometo anarquía, un homenaje al mundo
skate donde dos muchachos que andan en patineta van en busca de sus amigos perdidos, quienes fueron desaparecidos en un levantón de narcos.
“Será una película que requerirá mucho ingenio para filmarse porque incluso requerirá de un avión a control remoto para filmar a los muchachos deslizándose a toda velocidad, creo que esa es la manera de hacer cine actualmente, el resolver problemas para hacerlo a un bajo costo y tratar de plasmar nuestra visión más pura como cineastas.”
El filme
Hasta el sol tiene manchas, se estrenará en la Cineteca Nacional el próximo 19 de julio. Para mayores informes consultar la cartelera
http://www.cinetecanacional.net/