Muchos recuerdan a Héctor García Cobo con su cámara siempre dispuesta, colgada al cuello, con esa mirada profunda, de cazador, que parecía no tener otro propósito que estar a la espera del instante que valía la pena ser capturado.
Con esa visión, Héctor García enriqueció con sus imágenes las páginas de publicaciones como Mañana, Siempre!, Revista de América, Time, Life, Cruceiros, Novedades, Excélsior, entre otras. Recibió en tres ocasiones el Premio Nacional de Periodismo en los años 1958, 1968 y 1979; el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el 2002 e ingresó a la Academia de Artes en el 2005.
El impresionante archivo de Héctor García ha itinerado por varias locaciones. En 1950 el fotógrafo fundó su propia agencia de fotografía Foto Press, en Reforma No.12. Tiempo después, debido a la ampliación de la avenida Paseo de la Reforma tuvo que mudarse a la calle de Rosales 28, pero pronto tuvo que cambiarse nuevamente a la calle Morelos, esta vez porque la calle anterior habría de convertirse en eje vial.
Finalmente y debido al terremoto de 1985, todo el archivo de Héctor García es trasladado a su casa, en Cumbres de Maltrata, colonia 2a. del Periodista. Para entonces, las únicas agencias que existían, además de Foto Press, eran: la agencia de los Casasola, la de los Hermanos Mayo, y la de uno de los fotógrafos emblemáticos de la época, Enrique el Gordito Díaz.
En entrevista, la también fotógrafa María García y eterna compañera del célebre cazaimágenes o Pata de Perro, como le decían sus amigos cercanos, afirmó que para honrar la memoria de Héctor García, se organizará en el primer aniversario de su fallecimiento un brindis, una exhibición de documentales en torno a su vida y obra, así como una exposición con algunas imágenes de su archivo icónico, pero además una serie de charlas y mesas redondas en torno a su obra que se extenderán hasta el 3 de agosto, fecha del natalicio de su esposo.
-¿Cómo ha funcionado la fundación a un año de la partida de Héctor García? Casi todos los proyectos han seguido su marcha bajo mi supervisión y del equipo, pues el deseo de Héctor era organizar bien su archivo, guardar material para investigación, para libros. Cuando él enfermó, tomé la decisión de comprar la casa para hacer el archivo, remodelarla, hay gente que me ayudó mucho, como Enrique Villaseñor, en la remodelación y organización, toda gente maravillosa que quería mucho a Héctor.
-¿Cuántas fotografías tiene actualmente el archivo? Tiene más de 1 millón 600 mil negativos, muchos sin catalogar porque para digitalizar me hacen falta muchos recursos. Tenemos por supuesto preservados los materiales iconos del 58 al 68, muchos sobre la Ciudad de México y sobre el cine, pero hay muchos más sobre los indígenas en México, carreteras, petróleo, del desarrollo de Baja California, de Zacatecas. Hay todo un mundo de material que aún no se conoce, de China, Japón, Europa, América, Estados Unidos, que yo necesito dejarlo bien identificado para el futuro y para que sirva a la consulta de investigadores, sobre todo aquellos interesados en conocer los cambios que se dieron en el país en cuanto a infraestructura.
-¿Ha pedido usted ayuda a alguna institución o a especialistas? Estoy arreglando algunos papeles para ser también donataria. Estoy muy agradecida con el Conaculta, porque me ha dado unas becas que me han servido mucho para pagarle a gente que trabaja conmigo y trabajar sobre el material. Ya van tres años consecutivos que me han dado el apoyo.
-Entonces ahora el principal trabajo de la fundación se encuentra en la preservación del acervo. Sí, sobre todo me estoy enfocando en las bóvedas para guardar todos los negativos, porque prácticamente los tengo en mi casa y pues allí tengo mi cocina y no es conveniente. Todos los especialistas saben que los materiales fotográficos depositados en bóvedas tienen una vida de cien años más, necesito las bóvedas con urgencia para todo ese legado.
-¿Y estas bóvedas ha planeado construirlas dentro de la propia fundación? Estaba planeado, pero ahorita sólo he podido remodelar una habitación, por lo menos para guardar los negativos en mejores condiciones. Las bóvedas son una especie de bunkers para guardar los negativos y tienen un costo aproximado de 1 millón de pesos cada una. Ahora remodelamos la habitación para cerrarla herméticamente, pero me falta comprar la puerta para que no entre polvo ni luz, poner ventiladores y humectantes, para tenerla a una temperatura de 18 grados para conservarlos bien.
-¿Cómo ha sido el proceso de las exposiciones dentro de la fundación? Nosotros cambiamos de vez en cuando, por ejemplo ahorita vamos a hacerle su homenaje, entonces vamos a poner una exposición con fotografías del 58 al 68 que sean conocidas, poner tanto unos iconos, como otras que salieron en Excélsior, es decir, las fotos clásicas de Héctor, tanto en Primera Plana como en Últimas Noticias”.
-Muchas personas coinciden en que el gran ojo del maestro Héctor García era único y que será difícil que alguien pueda emularlo. Sí, mucha gente me dice: ‘pero si hay muchos fotógrafos’, más yo siento que en realidad hay pocos fotógrafos de verdad. Diría que la sensibilidad es algo que va de la mano con este oficio, yo creo que es algo muy personal. Creo que el mejor consejo para un fotógrafo que empieza es que busque el momento preciso donde la emoción guíe a aquello que quiere mostrar con su cámara, lo digo como fotógrafa también.
-Quienes conocieron a Héctor García lo recuerdan con su cámara lista todo el tiempo. ¡Todo el tiempo! Hay un dibujo que le hizo un caricaturista aquí en la casa, donde dice: mira maestro, así te veo. En el dibujo está con la cámara para un lado, para el centro y para el otro.
-¿Qué opinaba el maestro García del cambio de la fotografía de laboratorio a la fotografía digital? No lo impactó mucho porque él siempre se estaba adelantando a su época, yo encontré entre sus cosas muchos folletos de la cámara digital, de la Polaroid, él iba al ritmo de todos los demás, pero en el fondo siempre prefirió la cámara normal y el cuarto oscuro.
-¿Recuerda alguna de sus últimas fotografías? Pues las que sacaba todo el tiempo desde su cama, de las cosas que había a su alrededor. Cuando le dieron el premio Fernando Benítez, retrató a varias personas desde la silla de ruedas. También una vez vino a visitarlo Carlos Martínez Rentería con unas muchachas desnudas y él las retrató y les puso a las fotos Las hijas de Eva, esas fueron algunas de las últimas imágenes que hizo como profesional.
-¿Cómo le gustaría que recordaran al maestro García, sobre todo las nuevas generaciones? Pues ante todo me gustaría que lo recordaran viendo su obra y que compararan su visión, el ojo que tenía con muchas imágenes actuales. El poeta León Felipe le dijo “usted como fotógrafo roba el instante, roba la luz, mientras un pintor está horas y horas haciendo un paisaje, usted lo capta inmediatamente”.
Para mayores informes sobre las actividades en torno al homenaje a Héctor García, consultar la página de la Fundación María y Héctor García en www.fundacionarchivohectorgarcia.net