Lilia TORRENTERA G.
Oaxaca, México.- Qué tanta distancia existe entre Quino y él. De no ser los 2 mil 752.5 kilómetros entre México y Argentina. No es mucho lo que los separa para estar, cada uno, dulcemente incrustados en el imaginario colectivo de sus respectivos países. La diferencia mínima, es quizás, el sentido de la alta cultura filosófica con que Mafalda deslumbra a nivel global. En tanto que el sentido del humor de él, es más terreno, más local, no aderezado ni pretencioso pero si con mucha vena de apostolado formador de generaciones cultivadas a fuerza de explicar con palitos, monos y bolitas, el porqué de las cosas.
El peso de la instrucción de millones de mexicanas y mexicanos, que era responsabilidad oficial. Léase Secretaria de Educación Pública (SEP), el desgaste de militante de izquierda, su decepción paulatina de sus líderes y de la política nacional, tienen mucha semejanza con el famoso Quino alias Joaquín Salvador Lavado Tejón allá en la natal Argentina del Che.
La edad se ha convertido en enemiga pública de Quino y de él, pero como gatos boca abajo, ambos, se defienden de los efectos de la senectud aferrándose día a día al recuerdo de sus trazos con los que inyectaron vida a sus personajes.
Aunque como en los cuentos, esos de competencias absurdas entre un argentino y un mexicano, el nuestro, obvio, gana por macizo,
Quino lamentablemente, no pudo venir a su homenaje en la FILO por motivos de salud, nada que ponga en riesgo su vida, afortunadamente.
En cambio él, aunque se ve algo arrugadito, sus 79 años le hacen “lo que al viento a Juárez”.
Quizás, este conjuro, es el ingrediente secreto por el que optó cambiar su residencia a tierras oaxaqueñas para mantener, lo más posible, su jovialidad creadora.
Les cuento que lo seguí apenar la tarde del martes y me cansé mejor yo que él.
Recorre la Feria Internacional del Libros de Oaxaca (FILO) con singular alegría, comenta y presenta libros, los firma y remata la noche en el teatro Alcalá para escuchar esos grandes conciertos de Instrumenta Oaxaca
En su estadía en territorio del Benemérito de las Américas, le acompaña su hija, que por cierto estudia en el CEDART, así de redondo está el asunto.
Eso le permitir a él, trabajar en muchos proyectos, como ilustrar un cuento con Francisco Toledo sobre el agua o los Taxilibros con el Centro de las Artes de San Agustín, o desarrollar algunas ideas con la Proveedora Escolar o editorial Almadia al mando de Guillermo Quijas.
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Su caminar en huaraches, morral colgante al estilo hippy y siempre lucubrando algo en la ente, ya se empieza a mimetizar en el paisaje urbano de la ciudad.
Eso si , siempre se topa con alguno de sus lectores, ya añejitos. De los que disfrutaron en los años mozos de Los Agachados.
O algún fosilillo universitario que comprendieron las corrientes ideológicas socialistas hasta que abrieron un tomo de Marx o Lenin para principiantes.
U otro, que en momentos de desequilibrio emocional, optó por quedarse en el planeta luego de leer Cómo suicidarse sin maestro.
O aquella que abrió los ojos al sometimiento machista con la lectura de La Revolución Femenina.
El caso es este él, o sea Eduardo del Rio es el único caricaturista botica de México porque casi, en el centenar de sus libros, tiene un remedio para todo mal como el mezcal para todo bien también.
Gracias maestro Rius por estar en Oaxaca.