Copelia MALLÉ

Oaxaca, México.- El Centro Cultural y Académico San Pablo,  invita a la inauguración de  de la exposición de la fotógrafa Marcela Taboada Memorias de una Guelguetza , este jueves 11 a las 19:00 horas En el texto de Plinio Villagrán Galindo, se da cuenta de los detalles detrás de esta muestra y desentrañan  el profesionalismo y proiceso creativo de Marcela Taboada como  artista visual: Esta exposición reúne un archivo de memoria personal hecha por Taboada durante la Guelaguetza del año 1994. La fotógrafa muestra un contenido valioso sobre aspectos del tiempo transcurrido y una mirada acuciosa sobre la documentación fotográfica, la cual posee una rica textura visual y quizás de las últimas documentaciones de concepción moderna (en términos de teoría del arte) que se hicieron en Oaxaca para un evento como éste. En este caso, un tema que fácilmente puede confundirse y caer en la trampa de la simple imagen folclórica. Las imágenes de Taboada superan el sentido descriptivo y poseen una especie de solemnidad atrayente sin caer en la rigidez ni en la teatralidad decimonónica del retrato.

A propósito, la creación y el oficio fotográfico son ejercicios de observación constante. La mirada es una característica fundamental por la cual el fotógrafo se guía de manera introspectiva por el mundo no solo de las imágenes, sino también por el mundo sensible a través del objetivo retratado (su reflejo) para sobrepasar la denotación representacional. La imagen, la realidad y los códigos de información por su parte, parafraseando a Baudrillard, no poseen el aspecto de verdad, ya que son manipulables o alterables, y que por lo tanto, el tiempo se encarga de transformar. Voy a esto porque me parece interesante analizar esta serie de fotografías que como me sucede con otras, el aspecto de la realidad se muestra como un simple vestigio y por consiguiente, olvido su cualidad descriptiva (el tema, la intención) y veo ese otro lado de la mirada: la del retratado en el tiempo ido y que ya no es una realidad en los términos descritos arriba, sino pura evocación y ausencia. Lo puedo descubrir al ver las diapositivas de las fotografías con una lupa; tengo la sensación como en una realidad paralela, que las personas retratadas estan respirando y posando aún, los poros sudan y las emociones se perciben, atrapados en otra dimensión de tiempo y espacio a la manera de un aleph Borgiano. Pero todo es al final, una ilusión, un ejercicio de mirada.

La intención de esta muestra es una manera de acercar al público a otro tipo de mirada ante una referencia que ya se conoce de sobremanera. Esta exposición no es didáctica, es una exposición que nos da la oportunidad de poder no solo ver, sino percibir y apreciar más allá de lo que muestra cada persona y buscar a través de la mirada directa del retratado, las características humanas y psicológicas en consonancia con ese contexto en el cual se vio inmerso al momento de ser captado por la lente. Pareciera que en un registro fotográfico documental sobre una tradición tan arraigada, los códigos visuales son escasos y que no puede haber un tema más allá de lo que suele mostrar. Acá sucede de manera distinta y radica en la mirada y sensibilidad de la fotógrafa para poder ir más allá de una simple documentación.