Oaxaca, México.- Al director de la revista
Orsai, Hernán Casciari, no le importa si los libros se leen en papel o en digital, sino la falta de concentración, el no poder escuchar, escribir o leer por más de 30 minutos.
En la conferencia magistral, que impartió en el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología, recinto que albergará hasta el jueves 12 de septiembre el Tercer Simposio Internacional sobre Libro Electrónico, el escritor y periodista argentino confesó haber pensado en dar sus impresiones sobre el libro digital y hacerse el distraído ante el problema de falta de concentración.
“Decidí no hacerme el distraído y confesar que hoy, tal y como están las cosas, no me importa en absoluto el futuro del libro, ni en papel, ni electrónico, ni la convivencia de ambos, ni la muerte de las dos, ni las políticas para fomentar la lectura, si la gente lee más o lee menos, ni cómo van hacer los editores y autores para mantener sus niveles de vida. No me importa, lo que me preocupa es que no nos podemos concentrar”, aseveró.
Dijo que en el siglo XX, cuando más joven, podía concentrarse sin problemas, “leer como un desesperado”, lo mismo le ocurría al escribir. Podía ir a conferencias, concentrarse y escuchar a una persona sin distraerse.
“En el siglo XXI pasó algo paulatino y al principio sin importancia, ahora no puedo escribir media hora sin mirar el celular, mi cabeza empieza a divagar. A los 20 minutos se está activando el celular con cualquier pretexto. Queremos tener la pantalla prendida, nos relaja saber que estamos conectados a otra cosa, miramos el mail, el Twitter, nuestra concentración viene y se va”, señaló.
Quien fue columnista del diario español
El País indicó necesario confesar que, al estar solas, la mayoría de las personas están asustadas porque no se pueden concentrar más de 30 minutos con algo que no les resulte placentero, y que no son los libros ni en papel, pdf o electrónico.
Indicó que su hija es una nativa digital absoluta, por lo que tiene una ausencia de melancolía por el libro tradicional. “Ella está más tiempo viendo videos en YouTube, en aplicaciones del iPad. Hasta hace un tiempo me preguntaba si esa fragmentación le permitirá, en el futuro, concentrarse”.
Compartió que en una ocasión al leerle un cuento, en el momento climático del relato, ella dijo, “no importa, que le hable por el celular. Descubrí que mi hija no tiene una noción de la vida ajena a la telefonía, a las tabletas, la computación y me dije: ´que espantosa sería la literatura si el teléfono hubiera existido´”.
El ganador del primer Premio de Novela en la Bienal de Arte de Buenos Aires (1991) comentó que las historias clásicas, como
Macbeth,
Pinocho,
Romeo y Julieta, hubieran perdido su mundo dramático de haber existido la telefonía celular.
“Piensen en una historia fantástica y pónganle al protagonista un aparato de los actuales, con conexión. Cualquier personaje se hubiera mandado mensajes”.
Agregó que no sólo la tecnología está destrozando la concentración como lectores, sino que además hace añicos las historias que se quieren contar a los nativos digitales.
“Con el teléfono, la caperucita alerta a la abuelita, con un teléfono el coronel sí tiene quien le escriba. Una gran cantidad de historias escritas tuvieron su principal fuente de conflicto en la distancia, el desencuentro y la incomunicación, a la enorme concentración de sus autores y a la usencia de mecanismos electrónicos”.
Indicó que lo tecnológico, empieza a entorpecer las historias que se cuentan y las historias que se quieren contar haciéndolas airadas y predecibles. Concluyó con una pregunta ¿nos estaremos privando de aventuras novelescas por culpa de la conexión permanente?