Oaxaca, México.- El antropólogo Santiago Genovés Tarazaga consideraba que el conocimiento del hombre traería como beneficio la supervivencia de la especie humana y dedicó más de 50 años de su vida a estudiarlo, dejando un importante legado no sólo como antropólogo, sino como pensador.
El antropólogo Santiago Genovés Tarazaga consideraba que el conocimiento del hombre traería como beneficio la supervivencia de la especie humana y dedicó más de 50 años de su vida a estudiarlo, dejando un importante legado no sólo como antropólogo, sino como pensador.
Nació en Orense, Galicia, el 31 de diciembre de 1923. Sus padres lo trajeron a México cuando tenía 15 años, en la oleada de intelectuales migrantes que encontraron en este país refugio de la Guerra Civil de 1939.
El doctor Genovés suponía que de no venir a México hubiera muerto en un campo de concentración.
Y es que de Galicia se fue a las Islas Canarias, después a Las Palmas y a Marruecos, para posteriormente trasladarse a Valencia, donde vivió los efectos de la Guerra Civil española, precisamente dentro de un campo de concentración.
Para México, los refugiados significaron una inyección de cultura al país –decía el antropólogo–, venía gente excepcional que perteneció a la muy breve Segunda República Española; entre esas personas destacaban siete ex rectores de universidades españolas, y hombres como Luis Buñuel, Emilio Prados, León Felipe, Pedro Garfias y José Giral, gentes de primera línea.
El investigador emérito del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, estudió antropología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Perteneció a la primera generación de antropólogos mexicanos que hicieron escuela y abrieron brecha en el camino de la ciencia que estudia al hombre.
Pero además de ciencia, Genovés consideraba que la antropología también es humanismo, retroalimentación e interacción constante. Una disciplina en la que hay que mantenerse dentro y conservar la objetividad, con conciencia de que la objetividad es un invento intersubjetivo del hombre.
Por lo anterior desarrolló trabajos de paleoantropología y sobre la evolución del hombre. Posteriormente sus investigaciones derivaron en temas como el género, la especie, la raza y el racismo. Sus estudios de antropología física lo internaron en el conocimiento de los orígenes del conflicto, la fricción, la agresión y la violencia.
Resultado de su trabajo en ese último tema, Expedición a la Violencia (FCE-UNAM, México, 1993. 292 pp.) es un libro que vino a constituirse en una ampliación de la declaración sobre la violencia, la cual fue adoptada por la UNESCO y por más de cien sociedades científicas del mundo.
El antropólogo consideraba que la violencia no está genéticamente determinada porque es un producto de la cultura. Enfatizaba el hecho de que la violencia surge y se desarrolla a partir de que las relaciones sociales se institucionalizan: perdiendo la identidad entre los hombres, el trabajo se codifica y las relaciones de producción también.
Planteaba que, en la medida en que las relaciones entre los hombres sean íntimas, humanas y estén basadas en la verdad, se puede tener un conocimiento más amplio sobre nuestras virtudes y debilidades que como humanos tenemos, comprendiéndonos unos con otros de la mejor manera, ya que, para Santiago Genovés, el progreso del hombre siempre se ha debido a la capacidad de observación y a la de compartir.
Para llevar a cabo sus estudios sobre el comportamiento humano emprendió tres viajes en las balsas RA 1, RA 2 y Acalli a fin de cruzar el océano Atlántico y en los que condujo un verdadero “laboratorio del comportamiento humano”.
Al introducirse en las dos primeras balsas, su propósito era hallar la posibilidad de contactos trasatlánticos antes de la expedición de Cristóbal Colón, pero “vi que una balsa en medio del mar es el mejor laboratorio aislado, inescapable, para estudiar el comportamiento y las relaciones humanas que tienen que ver con el conflicto”, declaró Genovés.
Obtuvo el grado de doctor en Ciencias Antropológicas en la Universidad de Cambridge, Inglaterra, por lo que reconocía haberse formado en México y un poco en aquel país europeo.
Genovés fue además un apasionado del cine, realizador de películas y poeta; al margen de la ciencia escribió ensayos sobre Luis Buñuel, Emilio Prados Such, Franz Kafka, George Orwell, Marcel Proust, Pablo Picasso, Alfonso Reyes, Luis Rius y dos libros: El Mar, los Peces y Yo, y El Pájaro Rojo o El Viaje a Nigeria.
Expresó que fue una buena fortuna haber conocido a una veintena de grandes hombres y mujeres, entre ellos premios nóbel, científicos, artistas y músicos. Expresaba la mayor admiración por Luis Buñuel.
En la película ¿La Pax?, Santiago Genovés dio muestras de su gran interés por el fenómeno de la violencia. El reconocimiento de su esposa por esa cinta fue tal, que le dijo: “Santiago, tú ya te puedes morir”, expresión que recibió como “el mejor piropo que jamás haya recibido en vida”.
“En todas las sociedades estamos conscientes de la muerte: unos le temen más y otros menos”, aseguraba el antropólogo, quien la noche de ayer falleció, a los 89 años de edad.