Oaxaca, México.- Para la escritora y académica Margo Glantz el cuerpo es la envoltura de las obsesiones, las angustias, los temores, la soledad. Un elemento que ha fragmentado en sus obras con el objetivo de conocer y entender la breve y siniestra cicatriz, la herida absurda que es la vida.
A partir de la biografía y autobiografía; el relato aparentemente impersonal y de viajes utópico literarios; el ensayo crítico pero también ficcional y las novelas que transitan entre el erotismo y la mística, Margo Glantz invita a los lectores a reflexionar sobre la existencia, el tema fundamental de su extensa obra.
El escritor Alejandro Sandoval Ávila charló con la autora Margo Glantz en la última sesión del ciclo Guías literarias, realizada en el Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia.
Minutos antes de iniciar la plática, Javier González Cárdenas, coordinador del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia, comentó que el ciclo cerraría con broche de oro al contar con la escritora Margo Glantz.
“Una ilustre viajera que visita con la misma pasión la narrativa que el ensayo, además profesora emérita de la UNAM, miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua, creadora emérita del Fonca, funcionaria cultural, diplomática y profesora visitante en diversas universidades del extranjero”, refirió Javier González Cárdenas.
Durante más de 80 minutos en una charla cuyo tono se halló entre la nostalgia, el chiste esporádico y las sorprendentes revelaciones, Margo Glantz respondió a más de 30 preguntas realizadas por Alejandro Sandoval y el público asistente.
-Margo Glantz, dinos, ¿cómo fueron tus primeros acercamientos a la literatura?
Mi papá tenía una biblioteca bastante desordenada, pero muy rica ya que era un poeta que venía de Ucrania, escribía en ruso y tenía muchas obras, pero desde que llegó a México tuvo interés en leer literatura latinoamericana y mexicana desde que pudo hablar español. Entonces nací en una casa en donde la literatura era importantísima a tal grado que además de haber bebido leche, bebí literatura.
-¿Cuándo comenzaste a escribir?
Cuando era muy jovencita pensé que de grande iba a escribir y fue cierto. Todos mis compañeros de generación; Sergio Pitol, Carlos Monsiváis, Elena Poniatowska, Juan García Ponce, Salvador Elizondo y José Emilio Pacheco, publicaron a los 20, 23, 25 años y yo empecé a publicar muchísimo más tarde. Entonces cuando mis compañeros de generación ya eran absolutamente gente casi clásica, yo era una joven promesa con arrugas.
-¿Cuáles fueron los primeros autores que leíste?
De adolescente leí muchísimo, principalmente libros publicados en Argentina y Chile. También leí a Julio Verne, Alejandro Dumas, a folletivistas del siglo XIX y novelas románticas de M. Delly. Cuando tenía 15 años a Thomas Mann, William Faulkner, Fiódor Dostoyevski y a otros escritores que eran muy importes y famosos en aquella época y que habían sido traducidos por los argentinos.
-¿Por qué escribes?
No sé. Escribo porque pensé que siempre iba a escribir. Elegí la carrera de letras, yo sabía que iba a estudiar eso, pero no que iba a escribir a pesar de que sabía que iba a dedicarme a las letras. Entré a la preparatoria pensando que al salir iba a seguir con la carrera de letras en la facultad de Filosofía y Letras. Estudié varias carreras al mismo tiempo, pero la carrera que más me interesaba y a la que me pensaba dedicar era letras.
Desde que era muy niña fui muy voraz en mis lecturas. Mi mundo era uno muy rico porque estaba repleto de aventuras e historias. Leí cuando tenía como 14 años
La metamorfosis de Franz Kafka y a los a los 15
Las palmeras Salvajes de William Faulkner, traducidas por Jorge Luis Borges, un escritor de culto que ahora se volvió fundamental en el mundo y no hay escritor que no lo cite. Gracias a estos textos comencé a redactar un poco sin saber que iba a escribir con las traducciones de Borges lo cual me da un gran orgullo.
Luego me fui a París a estudiar cinco años, hice mi doctorado y me dediqué a hacer mi tesis sobre viajeros franceses que habían venido a México en el siglo XIX. Entonces mi primer libro, así importante, fue esta tesis de doctorado. Cuando regresé a México empecé a dar clases inmediatamente en la facultad de Filosofía y Letras, y no sé, escribía ensayos, en periódicos y revistas literarias y de repente un libro de ficción en 1977.
-¿Cómo concibes el acto de escribir?
Como una de las cosas que son fundamentales en la vida y que forman un conglomerado. Enseñar en la facultad de Filosofía y Letras o en otros países es una de mis actividades preferidas, pero va completamente ligada a la literatura. Para enseñar tengo que leer, algo que he hecho desde los nueve años con una gran afición, voracidad y atención, y bueno eso forma parte de lo que va a hacer un escritor y no necesariamente todo escritor tiene que leer mucho. En mi caso, la lectura me va dando una cantidad de material o por lo menos te va formando una manera de escritura que uno va siguiendo por modelos que te van apasionando y luego, poco a poco, vas a encontrando tu propio tono, registro de escribir.
-¿Tu literatura ha cambiado a lo largo de los años?
Obviamente, ahora creo en mí. De alguna forma yo sabía que iba a escribir. Empecé tardíamente, como a los 30 años, con algunos textos de ficción. Uno de mis maestros en la preparatoria fue Agustín Yáñez y luego en la facultad. Le llevé mis textos, los leyó y me dijo que eran obras que le parecían interesantes pero que les faltaba un engarce, el cual me salió 17 años después, cuando me di cuenta que la única forma que tenía de escribir era hacerlo como fuera para abrirme camino con eso, entonces decidí que ese era mi camino. Mis libros no se parecen unos a los otros, pero tienen obsesiones muy fijas que se mantienen. Una de ellas que es fundamental en mi escritura no sólo de ficción, sino de ensayos, es el cuerpo, el cuerpo femenino que como mis textos son fragmentarios, tienden a fragmentar el cuerpo femenino y masculino. Entonces me dedicó a fragmentar y analizar, por ejemplo, los pies.
-¿Qué escritores han marcado los momentos importantes de tu vida?
Muchísimos. Leo mucha ficción, libros de teatro, muchos ensayos, me gusta la antropología. A medida que pasan los años hay escritores a los que les sigo siendo fiel y que releo muy a menudo: Fiódor Dostoyevski, Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Honoré de Balzac, Sor Juana Inés de la Cruz y Félix Lope de Vega. Pero cada año voy encontrando autores diferentes. Michel Foucault es importantísimo para mí y Georges Perec. Últimamente un amigo me prestó un libro de un escritor norteamericano muy interesante, David Markson del que me puse a buscar todos sus libros. Otro que ha sido fundamental para mí es Pascal Quignard. Ahora me gusta muchísimo la escritora Lydia Davis. Y me fascinan escritores como Elena Garro, Nellie Campobello y Martín Luis Guzmán.
-¿Cuál es tu método de escritura?
Hago muchos apuntes en diarios que luego no puedo leer porque mi caligrafía es tan mala que ni yo la entiendo. Como soy muy obsesiva, tengo ideas obsesivas, ahora con la computadora tengo varios archivos donde voy apuntando cosas que me van a servir para una escritura posterior. Cuando viajo tomo notas y al regreso trato de registrar inmediatamente las notas y descifrarlas porque si no se me olvidan. Ahora que tengo mi iPad voy a poder escribir y tomar notas con su plumita rápidamente. Lo que si hago siempre es levantarme todos los días a las ocho y empiezo a escribir a las 9:30 y hasta las 3 de la tarde, casi todos los días.
-¿A quiénes se parecen tus personajes?
Nadie que escriba puede dejar de tomar elementos de la realidad, sólo que los toma de manera diferente para retratarla. Si hablo de un libro como Las genealogías, la realidad son mis padres y mi autobiografía, si hablo de Saña, está hecho de fragmentos donde tengo muchos temas que tienen que ver con cosas más inmediatas de la realidad, por ejemplo, la moda, el problema del cuerpo, de la inmundicia y de la mutilación, y si hablo de El rastro, menciono algo que ha sido fundamental e importante en mi vida: la música.
-¿Qué lugar ocupa el cine en tu vida?
El cine es fundamental para mí. Ahora tengo menos tiempo de ir al cine por varias razones, pero para mi es importantísimo. Tengo muchos videos pero no sé ponerlos, entonces veo el cine en los canales de televisión de paga, por ejemplo, dentro de dos semanas van a pasar una película que tengo muchas ganas de ver
Una separación y entonces ya hasta la apunté en mi calendario para no olvidarlo ni perdérmela otra vez. Cuando viajo trato de no ver amigos para ir al cine, pero cada vez afortunadamente tengo más amigos.
-¿Qué papel debe desempeñar un escritor en la sociedad?
Creo que un escritor no va a transformar el mundo. Tito Monterroso decía que un escritor no puede escribir para transformar el mundo. Yo creo que escribir es muy importante, una ventana. Los grandes libros siguen siendo fundamentales para la gente, leerlos lo alteran o cambian a uno, pero no pueden hacer que las cosas no se realicen o cambien.
-¿Cuál consideras es el panorama y futuro de la escritura con la aparición de las nuevas tecnologías?
Siempre ha habido cambios importantes en las formas de escribir. Yo afortunadamente desde hace más de 20 años escribo con la computadora que me ha ayudado enormemente, sin ella no podría sobrevivir. Pienso que los cambios tecnológicos han planteado nuevas formas de enfrentarse a la escritura, pero no quiere decir que la alteren totalmente. Ahora estamos frente a un suceso fundamental que es que toda la cibernética o la computación ha cambiado la forma de ver las cosas, por ejemplo, la invención de las redes sociales que modificó totalmente la manera de enfrentarse a la escritura y esto cambió la escritura, la ortografía y gramática, y eso repercute sobre las letras, pero no creo que esto provoque la muerte de la novela.