Oaxaca, México.- Especialistas del Taller de Textiles de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM) del INAH trabajan en la restauración de un sobremesa de la cultura huave, que era utilizado hace más de 50 años, para decorar los altares de Día de Muertos en la comunidad de San Mateo del Mar, al sur de Oaxaca.
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Especialistas del Taller de Textiles restauran un sobremesa de la cultura huave, de más de 50 años.[/caption]
- Especialistas del Taller de Textiles restauran un sobremesa de la cultura huave, de más de 50 años.
La pieza forma parte del fondo reservado de la Sala de Etnografía de Oaxaca del Museo Nacional de Antropología (MNA), donde se exhibió durante tres décadas y ahora será sometida a un proceso de retejido de faltantes.
Cristian Iraís Hernández, integrante del taller de textiles, señaló que la afectación más importante en el sobremesa es la pérdida de color y los pequeños faltantes, “la fibra está muy sana e incluso las manchas que presenta están muy estables, según arrojan los análisis del PH”.
El sobremesa es una pieza realizada en telar de cintura, tiene bastas rojas y está compuesta por dos lienzos largos con flecos que se unen a la mitad, lo que le da una dimensión de 172 cm de largo por 60 cm de ancho.
Manuel Olvera, también integrante del taller coordinado por la restauradora Lorena Román Torres, explicó que cuando el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez planeó las salas de etnografía del MNA envió a un equipo de especialistas a recabar materiales por todo el país, entre ellos el etnólogo de origen austriaco Roberto J. Weitlaner, quien recorrió durante once días el estado de Oaxaca y San Mateo del Mar —Istmo de Tehuantepec— donde encontró varios objetos, entre ellos el sobremesa.
“Cuando la obra llegó al museo se pensó que era un mantel —comentó Olvera— pero por aportaciones de la analista textil Marta Turok se llegó a la conclusión de que era un sobremesa. Además, Weitlaner documentó que los altares de Día de Muertos en San Mateo del Mar se componen de tres elementos: la mesa que siempre va con un sobremesa de color rojo con blanco, como éste, en el que se colocan imágenes de difuntos, ángeles y flores; un toldo, que es representativo del cielo, y un tercer elemento que es la tierra y representa el inframundo, la cual se pone debajo de la mesa”.
Explicó que antes de comenzar la intervención se hicieron una serie de pruebas. “Primero se determinó a simple vista que se trataba de una prenda de algodón, dato que se confirmó con un análisis por combustión, es decir, quemamos una pequeña muestra y con las cenizas se determinó que es una fibra celulósica”.
Continuamos con una observación al microscopio —prosiguió el especialista— para verificar el teñido; el algodón no genera una afinidad muy fuerte con los tonos de la grana cochinilla, sin embargo, en esta pieza se logró el teñido en tonos rojos.
Enna Llabres, también miembro del taller, señaló que tienen madejas de hilo semejantes al original para empezar a retejer los faltantes y teñirán los hilos para simular los colores. El trabajo estará listo para principios de diciembre.
Olvera agregó que el análisis textil les permitió descubrir que es un tafetán, es decir, un tejido simple que consiste en pasar un hilo de trama por una urdimbre, aunque en este caso tiene una trama suplementaria que va generando una especie de diamante.
El especialista indicó que lo destacable de la obra es su técnica de manufactura, “en el caso de un telar de cintura, cuando se teje llega un momento en el que se juntan los hilos y el machete de madera que ayuda a ajustarlos ya no entra, por lo que se debe empezar a tejer a mano, sin embargo, no hemos encontrado las partes tejidas a mano, lo que indica que la persona que lo realizó era una maestra en el telar de cintura”.
Sobre los trabajos de restauración, Cristian Iraís Hernández mencionó que se trabajará por partes para evitar deterioros, para lo cual se apoyarán en un soporte tubular. Una vez terminada la intervención, recomendarán que para exhibirlo nuevamente sea sobre una superficie plana y horizontal, pues muchos de los deterioros que tiene se derivaron de la forma en la que fue expuesto.
“El textil tiene algunas deformaciones y hay zonas en las que el color es menos intenso, por lo que creemos que recibía la luz directamente”.
Hernández destacó que el tejido es un ejemplo claro de la filosofía de Pedro Ramírez Vázquez, en el sentido de que el arquitecto quería que los objetos de uso cotidiano de las comunidades fueran piezas de museo, como lo fue el sobremesa durante 30 años.