Citlali LÓPEZ/CIMAC
Oaxaca, México.- El movimiento del personal en la sala de parto y el nerviosismo de la médica alertó a Gloria. Algo había fallado.
“Cuando escuché la ambulancia salir, le pregunté a la doctora por mi bebé. Ella me contestó que tenía otra paciente y que no podía entenderme. Varias horas después me informó que se lo habían llevado al Hospital de la Niñez porque no respiraba. Fríamente me dijo: ‘si se salva qué bien, pero si no, usted está joven para tener otro’”. Eso ocurrió hace seis años, relata.
Gloria Mendoza Guzmán es madre de Anthony de Jesús, quien tiene parálisis cerebral por hipoxia neonatal –falta de oxigeno– derivada de una tardía atención durante el parto.
“Anthony venía bien, como un niño normal. La doctora me indujo a trabajo de parto, pero mi hijo no pudo nacer. Fue entonces cuando me hicieron la cesárea pero ya era demasiado tarde. Ya no respiraba”, explica.
Aquel día, recuerda, acudió de manera oportuna al Centro de Salud en Tlacolula de Matamoros, municipio ubicado a sólo 30 kilómetros de la capital del estado. Nacería su segundo hijo.
La doctora en turno consideró que había condiciones para el parto e indujo las contracciones. Así mantuvo a Gloria durante 14 horas. Finalmente realizó una cesárea.
Con Gloria en el hospital, su familia decidió interponer una denuncia penal en contra de la doctora y la institución por una inadecuada y tardía atención.
La querella no procedió porque Gloria no se pudo presentar a declarar ante el Ministerio Público, pues fue retenida durante 12 días en el Centro de Salud, con el pretexto de que tenía que estar en observación.
“Si yo hubiera tenido dinero tal vez mi hijo estaría bien o al menos hubiera recibido justicia. Los médicos se aprovechan de esa situación, de nuestra pobreza”, advierte.
“INVISIBLES” EN LAS ESTADÍSTICAS
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en la población infantil el 63.5 por ciento de los casos, los problemas derivados del nacimiento son la principal causa de discapacidad; le siguen aquellos cuyo origen es la enfermedad (18.2 por ciento), y por otra causa (8.2 por ciento).
Estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) señalan que más de un millón de recién nacidos que sobreviven a la hipoxia desarrollan parálisis cerebral, problemas de aprendizaje y otros del desarrollo.
La hipoxia, explica el jefe de la Unidad de Epidemiología de los Servicios de Salud de Oaxaca (SSO), Miguel Ángel Solano, es la falta de respiración o falta de aire, que puede ocurrir antes del nacimiento, durante el parto o después del nacimiento.
Se estima que en Oaxaca el 0.2 por ciento de los recién nacidos presentan el padecimiento. A nivel nacional es una de las principales causas de muerte de los recién nacidos.
De acuerdo con los datos estadísticos de defunciones registrados por los servicios de salud, en 2008 ocurrieron 35 muertes por hipoxia; 37 en 2009; 40 en 2010; 35 en 2011, y 19 en 2012.
Las y los niños que sobreviven a la hipoxia son invisibles en las estadísticas y se desconoce que ocurrió después con ellas y ellos.
Desde el nacimiento de Anthony, Gloria afronta la vida como madre soltera. Trabaja como vendedora de boletos de autobús, labor por la que percibe mil 500 pesos quincenales.
El dinero resulta insuficiente frente a las necesidades de una persona con discapacidad, quien requiere de comida especial, pañales y de terapias físicas y ocupacionales. El traslado es hasta dos veces más caro porque hay que movilizarse con silla de ruedas o pagar viajes especiales.
Para otorgarle calidad de vida, Gloria llevaba a Anthony al Centro de Rehabilitación Infantil Teletón (CRIT) ubicado en el municipio de San Raymundo Jalpan, a más de 40 kilómetros de Ocotlán, donde actualmente viven.
Cada visita al CRIT le representaba 80 pesos sólo de transporte. Sumado a los alimentos, los gastos sobrepasaban sus ingresos.
Emmanuel, también tiene parálisis cerebral por hipoxia neonatal. Maricela, su madre, sufrió eclampsia –enfermedad que en Oaxaca constituye la segunda causa de muerte materna– durante el embarazo.
Hace un par de años, Emmanuel fue dado de alta del CRIT luego de cinco años de atención. Maricela, quien para sostener las terapias de su hijo se dedica a la elaboración de manualidades, explica que el reto es mayúsculo porque pareciera que las y los niños con discapacidad son invisibles a los ojos del gobierno.
ABANDONO INSTITUCIONAL
Una oficina es la improvisada sala de rehabilitación. Sobre el tendido de cobertores y almohadas, Anthony, de seis años, y Emmanuel, de 15, esperan la llegada de las terapeutas de la asociación civil Cuidando Ángeles, organización dedicada a la atención de niñas y niños con parálisis cerebral.
La alternativa que hasta hace un año tenían era la Unidad Básica de Rehabilitación (UBR) del DIF Ocotlán; sin embargo, desde hace 12 meses el lugar canceló el servicio porque la autoridad municipal dejó de pagar los salarios del personal.
Desde 2012 varios servicios de Ocotlán quedaron paralizados por un conflicto político que demanda la renuncia de Miguel Ángel Pacheco Pérez, edil acusado de malversar cerca de 54 millones de pesos de los ramos 28 y 33 y justificarlos con “obras fantasma”.
Sin servicio, la UBR permanece abierta y a expensas del robo porque la persona que resguarda el inmueble sólo acude a abrirlo y se retira.