Oaxaca, México.- Edmundo Valadés fue uno de los grandes expertos mundiales en la obra de Marcel Proust y desentrañó como nadie el universo de este gran autor, en especial su obra En busca del tiempo perdido, por ello su legado debe ser conocido por las nuevas generaciones, afirmó la investigadora de la Universidad de Nueva York, Samantha Smith, quien se confiesa fascinada por los escritos que ha encontrado del escritor mexicano acerca de la vida y obra del autor francés.
Después de realizar su tesis sobre la obra de Marcel Proust, de quien el pasado 10 de julio se cumplieron 143 años de su nacimiento, Smith prepara actualmente un libro sobre los escritores que en los cinco continentes han dedicado textos a la vida y obra de Marcel Proust, encontrando, según sus palabras, uno de los más vastos ejemplos de admiración, profundidad y conocimiento en los materiales que dejó para la posteridad Edmundo Valadés y que se publicaron tanto en libros y revistas.
“Él se ocupaba de Proust desde todos los ángulos, pero sin duda no he encontrado un material más profundo que el que Valadés escribió sobre En busca del tiempo perdido, desentrañando la psicología, simbolismos y motivaciones de sus personajes”.
Mientras observa el Bow Bridge ubicado en Central Park, Smith recuerda cuando Valadés escribía extensos artículos para diversas publicaciones mexicanas en los años setenta, entre ellas algunas del Instituto Nacional de Bellas artes, donde afirmaba que “Proust era un todo al que era imposible conocerlo por sólo una de sus partes”.
“A menudo Valadés citaba a Gerge D. Painter, uno de los más reconocidos biógrafos de Proust, para sustentar una teoría personal sobre la psicología del autor, así como sus paradojas en torno al tema del amor y la sociedad de su tiempo”.
Cita a Valadés cuando escribió: “Lo admirable de Proust es que en su obra determina leyes psicológicas que nos atañen a todos, como cuando nos atrae una mujer y no sabemos elevar el sentimiento amoroso sobre nuestras debilidades”.
En este sentido, la investigadora menciona el análisis que hace Valadés de los personajes de En busca del tiempo perdido, en la paradoja de que: “O se ama a una mujer que nos arrebata porque reconocemos sus valores morales o espirituales, o la dotamos de atributos ideales, y al inventarlos nos convencemos de que la amamos por ella y no porque somos engañados por las trampas de nuestra imaginación”.
“El amor, uno de los temas constantes y esenciales en la obra de Marcel Proust y Valadés lo descifra con gran maestría, pero no sólo eso, nos revela a menudo un trasfondo en sus textos que la mayoría no está dispuesto a enfrentar, como muestra este fragmento de un texto de Valadés escrito en 1972:
“Dejemos las mujeres hermosas para los hombres sin imaginación”, tal aforismo proustiano implica que para él el amor es una creación mental, una invención, un acto de mágica subjetividad. Proust afirma que nada es más diferente al amor que la idea que nos hacemos de él, es un mal sortilegio como los que existen en los cuentos y contra el cual nada se puede hacer hasta que cese el encantamiento”.
Samantha Smith Afirma que como ejemplo de ello, Valadés pone como ejemplo a uno de los personajes más singulares de la obra de Proust, Albertina, de quien se enamora en las playas de Balbec, y quien tiene cierta semejanza con el primer amor del protagonista.
“Valadés afirma que en el universo Proustiano mujeres como Albertina son producto del temperamento, una imagen, una proyección invertida, un negativo, por eso cuando la analiza escribe lo siguiente”:
“Es seguro que Proust, por necesidad de disimulo, escogió para ese, su último y gran amor, el símbolo de un absoluto imposible, pues Albertina gustaba de las mujeres. Sin embargo eso tiene poca importancia. Lo importante es que con clarividencia o sin ella Proust deja claro uno de sus postulados: que en los terrenos del amor, equivocada o fatalmente, casi siempre amamos a quien no deberíamos amar, o a quien no habrá, o no podrá, nunca, amarnos”.
Finalmente, Smith menciona que para Valadés el personaje de Albertina también es un enigma y al igual que Proust la considera uno de esos personajes que no saben explicar la razón de lo que sienten.
“Proust afirmaba que los seres humanos no amamos lo que no poseemos por entero, que sólo aman aquello en lo que encuentran algo inaccesible, y en ello Edmundo Valadés añade de forma magistral que el amor, en la ansiedad dolorosa como en el deseo feliz, es la exigencia de un todo, y sólo nace, sólo subsiste, si queda parte por conquistar, pues si no, vendrá el castigo”, concluyó la investigadora Samatha Smith.
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