Loreto, Baja California Sur,.Las pinturas rupestres de Cuevas Pintas, elaboradas por nómadas aborígenes con más de 2 mil años de antigüedad sobre el acantilado de la Sierra La Giganta y designadas por la Unesco para su especial protección, fueron sepultadas tras el paso del huracán Odila.
“Fuera de serie lo que pasó aquí, totalmente. Confiemos con que el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) rescate este sitio, que es la esperanza de mucha gente porque es el más cerca de Loret; todos los demás están lejos y con difícil acceso”, explicó el custodio del INAH, Hernán Bereño.
Estos dibujos abstractos pictográficos y que no son antropomorfos, estudiados por investigadores para entender el inicio de las civilizaciones, ahora se encuentran sepultados hasta por tres metros de rocas y arena que trajo la crecida de un río en la sierra bajacaliforniana.Son una de las principales atracciones turísticas del municipio de Loreto, porque se ubican a solo 14 kilómetros del centro, mucho más cerca de otras pinturas rupestres o petrograbados que se encuentran en la sierra y que son de difícil acceso, aunque con mucha más belleza y mejores trazos.
Lo que se perdió en Cuevas Pintas, de acuerdo con el guía de turistas Juve Orozco, fueron líneas y rectángulos de colores rojo, amarillo, negro, blanco y ocre como el único óvalo que componía este mural pintado sobre las rocas y podrían tratarse de calendarios, territorios o un caparazón de tortuga, en el caso del óvalo: “Pueden ser mensajes entre ellos, porque eran nómadas y solían caminar”, explicó.
Se trata de una pérdida irreparable para el INAH, pero se están realizando los trámites para hacer válidos los seguros de daños para rescatar este patrimonio de la humanidad, dijo Bereño.
De acuerdo con Orozco, Cuevas Pintas será un sitio que solo estará en los libros y se deberá de quitar del mapa del patrimonio, de los recorridos y del turismo. Bereño, por su parte, precisó que las pinturas habían sufrido un daño el año pasado por las fuertes lluvias y el desbordamiento de los arroyos, pero Odila las sepultó en su totalidad.
“El lugar está en proceso de ser rescatado, pero no se sabe hasta dónde ha llegado el daño. Se trabaja en hacer válido el seguro; con arreglos previos y con ayuda del INAH se han metido algunos materiales para protegerlo de la humedad, que es el principal problema”, dijo el especialista.
El gobierno de Baja California Sur trabaja en un recuento de daños para estos sitios arqueológicos, pues es rico en este tipo de vestigios milenarios, pues en toda la costa, desde Los Cabos hasta Mulegé, se han encontrado pinturas rupestres, principalmente en zonas conocidas como Cuevas Pintas, La Pingüica y La Cueva de la Serpiente, en las sierras de San Francisco y la de Guadalupe, donde su ubican los dibujos de aborígenes, conocidos a escala internacional, y que datan de miles de años con detalles enigmáticos, pero especialmente por el tamaño y la forma de sus trazos.
En el desierto El Vizcaíno se tiene uno de los lugares históricos más importantes de su tipo, pues se muestra a los antiguos habitantes de California coloreados con pigmentos minerales, que trazan un arte abstracto como el mural más importante que se tiene en la cueva La Pintada, llamado El gran mural, donde se ven figuras de animales y humanas con armas para cazar.
La cueva La Pintada, considerada entre las mejores muestras de arte rupestre, se encuentra localizada en un acantilado y ofrece decenas de representaciones humanas en colores negro y ocre que mantienen diferentes posiciones rodeadas de imágenes de animales, como aves y reptiles.
El sitio quedó destruido en su totalidad: la entrada hacia las pinturas y el techo que se había colocado para proteger a los turistas de las altas temperaturas de la región, también se los llevó la crecida del río. Incluso, el barandal que protegía los dibujos para que nadie se acercara a tocarlos también fue arrancado por la fuerza del agua.
Los guías como Juve Orozco lamentan lo sucedido, ya que sus ingresos se verán reducidos, pero más allá de eso, señala, afectarán las actividades que se ofrecen a los viajeros con sitios arqueológicos.
“Somos honestos. La gente llega preguntando por este sitio y les decimos que no queda ningún rastro porque están enterradas, y cuando lo ven se desmoralizan. A mí también me entra la nostalgia de haber tenido la dicha de haberlas visto”, señaló.
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