Oaxaca, México,Venus, nuestro planeta vecino en el Sistema Solar, es un infierno. Con una presión atmosférica superficial de 90 atmósferas y una temperatura de unos 460º C, Venus es el planeta terrestre más hostil.
Paradójicamente, a 50 kilómetros de altura, el planeta alberga una de las zonas más benignas del Sistema Solar de cara a la vida humana. A esa altura la presión es de una atmósfera aproximadamente y la temperatura ronda los 0º – 50º C por lo que un ser humano podría vivir allí con una simple mascarilla de oxígeno. No necesitaría escafandras de presión o complejos sistemas de control de la temperatura. El problema es que tendría que estar volando constantemente para evitar el descenso hacia el horno de la superficie.
Desde hace años, los científicos buscan cómo viajar a Venus para estudiar esta región y otros secretos que encierra este mundo y que nos permitirían entender, por ejemplo, la formación y evolución de los planetas rocosos en el universo.
En 1985, dos sondas soviéticas llamadas VeGa depositaron dos globos aerostáticos en Venus para estudiar esta región habitable. Ahora, un grupo de estudiantes del Centro Langley de la NASA ha ido un paso más allá: ha creado el concepto HAVOC (High Altitude Venus Operational Concept) para explorar Venus mediante un dirigible tripulado.
La misión, tal y como se explica en este vídeo, consistiría en dos naves equipadas con escudos térmicos. La primera, no tripulada, transportaría el dirigible venusino. Tras insertarse en la órbita de Venus esperaría a la segunda nave en la que viajarían los astronautas.
Entonces ambas naves se acoplarían, la tripulación pasaría a la segunda nave y daría comienzo la parte más peligrosa de la misión: entrar en la atmósfera de Venus y desplegar el dirigible. Tras deshacerse del escudo térmico se desplegaría un paracaídas principal para frenar la velocidad de descenso y el dirigible empezaría a inflarse. Con suerte, la aeronave completaría el proceso de inflado antes de descender a los infiernos. La tripulación podría entonces explorar el planeta mediante sondas automáticas y otros instrumentos.
Al finalizar la misión, la tripulación pasaría a una pequeña cápsula situada en el extremo de un cohete bajo el dirigible. Entonces el lanzador se desprendería y pondría rumbo al espacio. Una vez en órbita de Venus la cápsula se acoplaría con la nave tripulada en órbita y ésta pondría rumbo a la Tierra. La nave venusina podría ser reutilizada en una misión posterior.
El plan parece una locura pero es tecnológicamente es factible. Así que quién sabe si algún día se hará realidad.
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