A unos cinco grados centígrados y con el elemento místico de la neblina matinal por sobre la emblemática torre de la Parroquia de San Miguel Arcángel como fondo, el fotógrafo neoyorquino puso énfasis en recordar que en México se celebra el Día de Muertos. a Minutos antes de despuntar el alba, las cien mujeres que habían logrado registrarse para la sesión, se habían congregado en un hotel, a unos pasos del Parque Juárez, en el centro de San Miguel de Allende. En esa junta se les dio la bienvenida y se les explicó el procedimiento de la sesión fotográfica. Así, mujeres de diferentes perfiles, entre estudiantes, amas de casa y profesionistas, enfrentaron las bajas temperaturas y la húmeda neblina del amanecer, para despojarse de sus vestimentas, y con ello, de muchas más ataduras. “Son condiciones difíciles pero vamos a aguantar”, era el llamado del afamado fotógrafo de desnudos multitudinarios. Mujeres de 20 años, así como de 60, convivieron bajo la dirección de Spencer Tunick y sus asistentes, quienes acomodaban las escaleras desde donde el fotógrafo hacía sus encuadres con diferentes cámaras. Con solamente collares de cempasúchil en color naranja encima, las féminas se hincaban, giraban e incluso alzaban los brazos. “¡Que nadie sonría”, “¡Abajo las cabezas!”, eran algunas de las órdenes que daba el neoyorquino para completar, en un proceso de casi dos horas, un número indeterminado de fotografías. A pesar del número de modelos, el trabajo fue ágil, porque las locaciones cambiaban. Sin embargo el cierre de calles y toda la parafernalia desplegada en el suceso, molestó a algunos vecinos y a sanmiguelenses que usualmente cruzan por esas vialidades para llegar a sus trabajos. La desnudez femenina, llamó la atención de muchos hombres: taxistas, barrenderos, policías, estudiantes y hasta mujeres mismas, se agolpaban en las esquinas de las calles cerradas para criticar y calificar el momento de la sesión. En opinión de Lorena, estadunidense avecindada en San Miguel de Allende, se trata de una experiencia indescriptible, incluso para su familia la noticia fue tomada con alegría.“Todo eso queda a tu propia interpretación, todos tenemos que morir, que irnos, y es un tema muy sensible. Es un trabajo sobre la muerte y la paz”.
Pero gran parte de las participantes de la sesión, fueron llevadas al lugar de la cita por sus parejas. Para otras participantes, la hora fue aliada de la intimidad, porque a diferencia de otras sesiones, en ésta muchos vecinos continuaban dormidos.“Sí, hace frío y todo bien, pero mi esposo está durmiendo. Estoy muy contenta de ver a muchas mexicanas”, dijo.
Al final de la sesión fotográfica todas las protagonistas aplaudieron y muchas de ellas elevaron sus brazos al cielo, como si se hubieran liberado. Tunick, de 47 años de edad, fue invitado a celebrar la fiesta de la muerte, en el marco del Festival de las Calaveras, que cada año se lleva a cabo en San Miguel de Allende, donde este jueves las calles se vieron colmadas de niños ataviados de catrinas, diablitos y vampiros.“He sentido intimidad. Hay otra vibra ahora que no hay hombres. A mí me tocó estar en la sesión del Zócalo de la Ciudad de México y era otra cosa, muy difícil, acá está mejor. Más libre. Hay más respeto. Muy bien, está padre”, comentó Cecilia, quien vive en Guadalajara.
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