Oaxaca,México. - El presidente del Conaculta acudió a dar sus condolencias en el homenaje de cuerpo presente al autor de Las Batallas en el desierto, realizado este lunes 27 de enero en el Colegio Nacional
Uno de los más grandes humanistas literarios de nuestra lengua, que practicó todos los géneros con la misma sabiduría: Enrique Krauze
El papel de José Emilio Pacheco en la literatura es indiscutible como una de las grandes figuras mexicanas del siglo XX. El Premio Cervantes y el Reina Sofía subrayan cuál ha sido su presencia más allá de nuestras fronteras. Fue un hombre generoso que compartió siempre sus estudios, conocimientos, humor y amistad”.
í lo señaló Rafael Tovar y de Teresa al asistir al homenaje de cuerpo presente al escritor José Emilio Pacheco, realizado este lunes 27 de enero en el Colegio Nacional.
“Como escritor recibió todos los premios que en México y en nuestra lengua se pueden otorgar y su obra fue traducida y publicada en muchos países, acercándonos además a través de sus traducciones con algunas de las obras más importantes del siglo XX y a autores como Oscar Wilde, Tennessee Williams o T.S. Elliot”.
El presidente del Conaculta afirmó que la obra de José Emilio Pacheco en todos los géneros que cultivó es también una recopilación y una gran crónica de la vida cultural de México desde el siglo XX, que narra temas tan diversos como el cine, la realidad política y social, literatura e incluso efemérides históricas.
Su obra es una guía para entender todos esos contextos culturales, por lo menos desde 1976, de tal manera que ojalá todos sus textos pudieran ser recopilados porque son parte de la vida cultural mexicana, dijo el presidente del Conaculta.
Recordó también a José Emilio Pacheco como un hombre que nunca estuvo en polémicas o competencias, porque estaba muy ocupado en enriquecer su vocación literaria. Estaba siempre dispuesto a compartir sus reflexiones y todos guardamos un gran recuerdo de su generosidad.
“A mi generación le tocó leer Las batallas en el desierto y seguir la historia de ese adolescente de la Ciudad de México, pero además él tenía una visión social muy grande y eso se plasmaba en su obra, en sus artículos periodísticos. Recuerdo sus columnas de Proceso todos los domingos. Fue un hombre y un escritor con una visión y un pensamiento muy universal”.
Durante la ceremonia realizada en el Salón de Actos del Colegio Nacional, Enrique Krauze afirmó que José Emilio Pacheco fue uno de los más grandes humanistas literarios de nuestra lengua y practicó todos los géneros con la misma sabiduría, precisión y gracia: la poesía, el cuento, la novela, el ensayo, el artículo erudito, el texto periodístico, la traducción de poesía latina e inglesa.
“Pero fue además el editor silencioso y perspicaz de numerosas publicaciones. Aunque era un maestro cautivante y un conversador amenísimo, su vocación era llegar al público, no sólo al especializado, sino al común, acumulando semana tras semana en las hojas de su inventario numerosas anécdotas, episodios, biografías, obituarios, recuerdos, escenas de la vida cultural mexicana y universal, vistas siempre bajo ángulos desconocidos e insólitos”.
Krauze definió a José Emilio Pacheco como un hombre que ante todo era caballeroso, pero no por un cuidado artificial de las formas, sino por una actitud que debió venirle de muy atrás, del México que añoró siempre y donde esa actitud cabía en una noble palabra ya casi en desuso: la decencia.
“José Emilio era en el buen sentido de la palabra: bueno. Lo caracterizó una insaciable, casi infantil curiosidad por descubrir el ancho mundo, y a su vez, el cultivo gozoso de la minucia. Aunque fue prudente y reservado jamás se retrajo a una torre de marfil, le dolía genuinamente la desigualdad y la pobreza, y fue testigo sensible del deterioro de su ciudad, de su país. Veneró a los viejos, no escatimó elogios a sus contemporáneos y orientó a las generaciones jóvenes que leen sus libros”.
Cristina Pacheco afirmó que su esposo le enseñó a ella y a su familia que ante todo hay que amar a las palabras, porque si uno las respeta y les rinde homenaje, respeta también todas las cosas.
“Nos enseñó que se vive sólo una vez y que hay que hacer lo que se tiene que hacer. Ahora que no está, siento que debo mantener las fuerzas y estar clara. Sé que ante todo él estaría orgulloso de saber que aprendí su lección. Yo y todos los mexicanos nos quedamos con su obra. A mí me hace mucha ilusión el pensar que no me deja tan sola a través de sus libros”.
Elena Poniatowska enfatizó su admiración por José Emilio Pacheco el poeta que se convirtió con sus obras, en un pilar de este género y conmovió a muchas generaciones.
“Era una poesía muy especial porque estaba ligada tanto a lo que vivía en la calle como a los grandes temas, a veces inspirado por esos grandes autores que tradujo, como Apollinaire”.
Homero Aridjis dijo que José Emilio Pacheco retrataba la realidad del mundo y de México como si escribiera en el espejo de un lago, por ello su lugar no es sólo nacional, sino que está en toda la gran literatura en castellano.
“No hay muchos autores como él. Su personalidad, su talento son irremplazables, va a ser muy difícil llenar ese hueco que deja, pero al menos tenemos una obra muy valiosa, muy lúcida, pero sobre todo muy bien escrita, porque algo que caracterizó a José Emilio fue la calidad de su estilo que era muy trabajado, muy mesurado y para los jóvenes escritores es un ejemplo de vocación literaria”.
Durante la ceremonia el secretario de Educación Pública, Emilio Chuayfett Chemor, y Rafael Tovar y de Teresa, acompañaron a Cristina Pacheco y a Laura Emilia Pacheco, hija del escritor, en la primera guardia de honor del día.