En este lugar de textileros nació Margarita Avendaño, una mujer alegre y con magia en las manos, pues las prendas que borda son obras de arte. Como a muchos artesanos, su madre la inició en el mundo de los hilo. Ella misma indica que no era buena para la escuela, prefirió el tejido.
“Yo iba a la escuela, pero antes los maestros pegaban; luego yo me salía al recreo y me iba, no me gustó, como a los ocho años ya no quise ir, mi mamá me dijo que entonces le iba a ayudar a tejer, a hacer el hilo, y yo le dije que sí. Al otro día tempranito empecé porque no quería que me regañara. A los diez ya sabía yo tejer” contó entre risas la artesana.
Margarita tiene cincuenta años de experiencia en el mundo del textil. Conoce el proceso para hilar el algodón, hacer la madejas en el malacate y trenzarlas, además, maneja el telar de cintura con tal agilidad que le permite elaborar servilletas, enaguas, posahuancos, huipiles, bolsas y más.
Su habilidad y personalidad le permitieron hacer de los textiles su medio de sustento. Comenzó a vender en su localidad y después viajó a Oaxaca de Juárez, encontró un nuevo mercado y amigos. Experiencia que la animó a crear una cooperativa de mujeres tejedoras en 1995.
Su talento y su ánimo por conservar las costumbres de Pinotepa de Don Luis, son algunas de las razones por las cuales el Museo Textil de Oaxaca (MTO) consideró brindarle un reconocimiento. Mismo que le fue entregado el 30 de abril por María Isabel Grañén Porrúa, presidenta de la Fundación Alfredo Harp Helú Oaxaca (FAHHO), con la presencia de Héctor Meneses, director del MTO. En un evento amenizado por una banda que acertadamente tocó dianas y melodías populares de la costa chica del estado.
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