Oaxaca reúne a especialistas de libros con marcas de fuego

Oaxaca, México.- El robo de información ha sido un peligro constante para grandes y pequeñas instituciones. En la época de la colonia, muchas órdenes religiosas sufrían por la extracción ilícita de libros y documentos. Una forma de controlar este suceso fue sellar los libros, hacer marcas de fuego.

Las marcas de fuegos se definen como una señal carbonizada colocada principalmente en los cantos de los libros mediante un instrumento metálico candente. En la actualidad éstas son un testimonio histórico que permite identificar el origen de las publicaciones antiguas. La evidencia indica que su uso se inició hacia la segunda mitad del siglo XVI y perduró hasta las primeras décadas del siglo XIX.

Con el paso de los años, se han elaborado diferentes catálogos que permiten identificar los símbolo con la institución a la que pertenecían, una herramienta que ayuda a la organización e investigación de bibliotecas.

En México fue creado el Catálogo Colectivo de Marcas de Fuego con iniciativa de la biblioteca Franciscana de la Universidad de las Américas Puebla y de la Provincia Franciscana del Santo Evangelio de México así como la Biblioteca Histórica José María Lafragua de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

Con el fin de intercambiar conocimiento sobre este tema, fue creado el 1er. Encuentro de Bibliotecas participantes en el Catálogo Colectivo de Marcas de Fuego que se realizó en el Oaxaca y tuvo a la Biblioteca Francisco de Burgoa como sede.

Este encuentro se realizó el 3 y 4 de julio, días en los que se reunieron representantes de las diecisiete instituciones nacionales e internacionales que conforman el catálogo. Durante este tiempo tomaron talleres como “Fotografía digital”, “Los libros antiguos”, “Anatomía y descripción de la letra en las marcas de fuego” y  “Marcas de fuego con escudos heráldicos”.

También se brindaron conferencias, una de ellas, “Tras las huellas de la librería seraphica” fue abierta al público. En ésta, la ponente Victoria Carreón Urbina propuso que el origen de la marca de fuego fue un sello que fungía como autentificador. Además, fundamentó el origen iconográfico del signo “conformidades” (usado como marca de fuego).