Oaxaca, México (El Pais).-Los canales del crédito en México están atascados. El gran objetivo de
la reforma financiera, aprobada en enero por el Gobierno, es precisamente ensanchar las tuberías de los bancos para que bombeen con agilidad dinero a familias y empresas. México es uno de los países del continente con menos penetración del crédito bancario. El margen es enorme. Pero casi un año después de la reforma, el dinero llega a cuentagotas. La financiación apenas crece y es cara.
Los retoques en el sistema financiero mexicano, además de robustecer al sector con gruesos colchones de capital, buscan dotarle de más transparencia, fomentar la competencia y amortiguar el riesgo ante posibles impagos. Esa es la fórmula elegida para hacer detonar la financiación bancaria de la segunda economía de Latinoamérica, tras Brasil. Pero la palanca, de momento, no ha sido activada. Las entidades financieras inyectaron casi 220 millones de dólares en la economía de empresas y familias hasta septiembre, según los últimos datos disponibles. Esta cantidad supone un aumento del 7,6% con respecto al mismo periodo del año anterior. Un ritmo de crecimiento muy escaso dadas las expectativas y el amplio campo abierto.
El crédito bancario concedido el año pasado en México representa el 19,5% del PIB, según datos del
Fondo Monetario Internacional. Muy lejos del 47% de Brasil y aún más del 83% de Chile. En el sector de las pequeñas y medianas empresas, a quienes pretende estimular la reforma y que generan más de la mitad de la riqueza del país y el 70% del empleo,
solo una de cada cuatro accede a financiación bancaria. A mucha distancia del 47% de media en la región o del 56% de Colombia.
El crédito bancario en México representa 19,5% del PIB, lejos de 47% de Brasil o el 83% de Chile
Los problemas de demanda, es decir, la calidad crediticia de estas empresas, su capacidad para pagar la deuda, es el argumento más repetido para justificar estos bajos porcentajes.
México tiene un 60% de su tejido productivo funcionando fuera del sistema. Más de 29 millones de trabajadores y pequeños empresarios no declaran sus ingresos ni sus gastos y no pagan impuestos. “A esta parte de la población es difícil bancarizarla. Al no tener nómina o balance comprobable es muy complicado obtener un crédito”, apunta Carlos Serrano Herrera, economista jefe de BBVA Bancomer.
La tasa de informalidad ha permanecido casi invariable durante años, pese a que
desde el Gobierno se suceden los programas de inclusión a través de incentivos fiscales. En el flanco financiero, la reforma ha hecho hincapié en reforzar las garantías del acreedor. Es el Estado quien a través de la banca pública, que no puede prestar directamente a consumidores, se hace cargo ahora de parte del riesgo. Se han aumentado además los instrumentos para facilitar a los bancos el cobro de un crédito fallido. Estos procedimientos judiciales podían durar más de cinco años.
Gerardo Esquivel, economista del
Colegio de México, apunta sin embargo hacia otra dirección. “Las razones por las que no prestan los bancos no tienen tanto que ver con las garantías sino con la falta de incentivos para financiar a las pymes. Su negocio es suficientemente rentable con el modelo actual, cada vez más centrado en el crédito al consumo, donde consiguen más margen”.
La concesión de créditos al consumo es la que más ha subido —casi un 10%—. Son las operaciones con más riesgo, y por tanto las más rentables. Los bancos cobran de media el 27% de interés por la compra a plazos de un coche o de un electrodoméstico. Añadiendo las comisiones y gastos añadidos el coste final puede superar el 40%. El precio medio para la financiación empresarial es del 8%, pero también existen complicaciones. “Es una práctica habitual que los bancos pidan requisitos formales a las pymes. Si no pueden acreditar, por ejemplo, un año de actividad, se les da un crédito personal, con un interés mucho más alto”, afirma Esquivel.
Siete de las 44 entidades que operan en el país, controlan más del 80% del mercado de crédito
La economía mexicana tiene la inflación a raya, el tipo de interés de referencia es del 3% y en el caso, por ejemplo, del hipotecario, la tasa de mora apenas supera el 5%. Los intereses para la compra de una vivienda rondan sin embargo el 12% de media. “En el país opera una banca altamente concentrada, que presta poco y un alto precio”, explica Raymundo Tenorio, economista del Instituto Tecnológico de Monterrey. De 44 entidades, solo siete controlan más del 80% del mercado de crédito. Son gigantes multinacionales como HSBC, Santander o Bancomer, que año a año han ido generado jugosos dividendos para sus accionistas.