Ciudadania Express
Jueves 04 de diciembre, 2014. 01:33 pm

De cómo Leonardo Da Vinci inventó los spago mangiabile o Spaguetti

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Roma, Italia.-En 1509 Leonardo Da Vinci está “al mando” de un grupo de artistas que, durante la campaña del rey Luis de Francia contra Venecia, tienen que sustituir el león veneciano de San Marcos por la flor de lis francesa con cada nueva conquista del rey. Después, éste lo emplea en diseñar canales, y en algún momento, no está claro cuándo ni dónde, presenta uno de sus descubrimientos gastronómicos más trascendentales. Leonardo inventa los espaguetis.

En realidad esto resulta una simplificación excesiva. Marco Polo había traído de la China, hacía más de doscientos años, una sustancia parecida a los espaguetis (que en realidad eran tallarines), pero no había dicho a la gente que se trataba de un alimento, y en cualquier caso la mayoría de los que tenían algunos de estos tallarines se limitaban a dejarlos por ahí, utilizándolos como adorno para la mesa. Además, recordemos que la pasta había existido en Italia, especialmente en Nápoles y en el Sur, desde tiempos inmemoriales.

Por lo general era bastante espesa y muy ancha, como una capa grande y pesada de lasaña. Lo que hace Leonardo es cambiar su forma, ideando una máquina que convierte a la masa en largos y delgados hilos semejantes a cuerdas que, una vez cortados y puestos a hervir en el puchero, son los espaguetis; o, como los llama Leonardo, spago mangiabile (cordeles comestibles).

Pero no tienen mucho éxito. La gente que los ve piensa simplemente que tienen un aspecto muy desordenado, y se preguntan cómo se las arreglarían para comerlos con un cuchillo.

Y esto es lo que impulsa a Leonardo a inventar el tenedor de tres dientes; pues incluso en las grandes mansiones de la época sólo hay un tenedor, un gran artefacto de dos dientes que se utiliza nada más que en las cocinas.

Pero el spago mangiabile de Leonardo sigue sin tener éxito, pues la mayoría de las personas no están al corriente de que ha inventado este artefacto para comerlo con facilidad. Sin embargo, Leonardo tiene tanta fe en su nuevo alimento que la máquina con la que los fabrica, guardada en una voluminosa caja negra, no se aparta de su lado durante el resto de su vida.

Fuente: Notas de cocina de Leonardo da Vinci (compilación y edición de Shelagh y Jonathan Routh; trad. Marta Heras), Planeta, México, 2009.

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