Oaxaca, México.-Después de tres siglos de su separación, por fin se reúnen las tres partes del Códice Yanhuitlán en una exposición de la Biblioteca Francisco de Burgoa ubicada en el Centro Cultural de Santo Domingo
Oaxaca, Oax.- A principios del siglo XVIII, el Códice Yanhuitlán, en poder del cacique de Teposcolula, heredero del señorío de Yanhuitlán, quedó dividido en tres partes. La mayor, hoy de doce fojas, permaneció en Teposcolula, pasando en el siglo posterior a Puebla, donde es resguardada actualmente por la Biblioteca Histórica José María Lafragua. Las otras dos fueron añadidas a expedientes judiciales.
Desde 1947 se sabe que uno de estos dos fragmentos existe en un expediente del Archivo General de la Nación. Por razones aún no del todo aclaradas, las cuatro fojas que lo conforman están cosidas con un expediente referente al cacicazgo de Tututepec en la Costa. Faltaba la tercera parte: tres fojas más que se habían perdido. Hasta que en el 2007 aparecieron en la Ciudad de México. Gracias al esfuerzo y el empeño de varios ciudadanos, esta parte regresó a la ciudad de Oaxaca en el año de 2013.
El Códice Yanhuitlán es un documento con raíces en la profunda tradición escrituraria de la Mixteca. Sin embargo, es a la vez una obra que despliega una gran fuerza creativa. Fue elaborado por pintores de Yanhuitlán durante una de las etapas más dramáticas en la historia de los mixtecos: la llegada y la posterior consolidación del sistema colonial español (1520-1544). Como pocas otras fuentes de la época, este documento nos permite acercarnos a esta experiencia a través de los ojos de los propios actores mixtecos.
Debido a su objetivo y contexto particulares, el Códice Yanhuitlán se distingue por su formato, estilo y contenido de los demás libros pictográficos (códices) mixtecos, incluso de aquellos elaborados en fechas cercanas.
Sebastián van Doesburg, director adjunto de la Biblioteca de Investigación Juan de Córdova e investigado
r de la UNAM, afirma que “en lugar de aferrarse a las técnicas, imágenes y la temática prehispánica, sus autores crearon una obra novedosa, hasta atrevida. En lugar de acudir al formato tradicional del libro en forma de biombo, hecho a partir de una larga tira de cuero o papel, este documento consiste de hojas sueltas, imitando un libro europeo”.
Además, nos cuenta el investigador, “los signos convencionales mixtecos adquieren volumen mediante recursos estilísticos europeos como el sombreado, las caras en tres cuartos, el traslape y una incipiente perspectiva. Y más notable: en su temática aparecen los temas del mundo colonial sin ningún disimulo. Al contrario, sentimos que es la intención de los autores insertar el libro en la dinámica de la Colonia, comunicarnos con ella. A todas luces, fue su intención crear un libro ‘moderno’ mixteco, tanto en apariencia como en contenido, que tuviera un mensaje para ser interpretado dentro de la esfera de interacción entre los señores mixtecos y los españoles. Aparte de algunos temas más tradicionales, las imágenes extraordinarias incluyen retratos de los frailes dominicos, de un obispo, del encomendero, de la Conquista, de la iglesia de Yanhuitlán y de trabajos forzosos. La ausencia de las esposas de los gobernantes, otro contraste con los libros tradicionales, debe interpretarse como otro rasgo de la realidad colonial. Estas imágenes han ilustrado innumerables libros y estudios sobre la historia de la Mixteca y se han vuelto referencias gráficas obligatorias”.
Ahora, por primera vez, se juntan las tres partes de este importante documento para la historia de la Mixteca en la Biblioteca Fray Francisco de Burgoa, donde el códice completo permanecerá varios meses a la vista. Por primera vez, se expone al público el tercer fragmento.
En la inauguración de esta exposición, El Códice Yanhuitlán, completo después de tres siglos, estuvieron presentes los representantes de las instituciones que tienen alguna de las partes de este documento. La directora del Archivo General de la Nación, Mercedes de Vega Armijo; José Alfonso Esparza Ortiz, rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla; y Eduardo Martínez Helmes, rector de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, a la cual pertenece la Biblioteca Francisco de Burgoa. Además, hicieron acto de presencia Manuel de Santiago Hernández, director de la Biblioteca José María Lafragua de Puebla; y Carmen Montes Lara, presidenta municipal de Yanhuitlán. Presidiendo la mesa estuvo María Isabel Grañén Porrúa, directora de la Biblioteca Francisco de Burgoa.
Previo a la explicación de las hojas del códice por parte de los académicos a cargo de la investigación, Sebastián van Doesburg y Michel Oudijk –cuyo trabajo verá la luz en forma de libro en enero de 2015–, María Isabel Grañén Porrúa contó cómo la tercera parte del Códice Yanhuitlán apareció y cómo, gracias a la voluntad de un grupo de ciudadanos de Oaxaca, se consiguió que regresara al estado.
“Una mañana del 2007 en una reunión aquí, en la Biblioteca Francisco de Burgoa, un reconocido abogado comentó que la esposa de un amigo suyo, en la Ciudad de México, había heredado de su padre, Javier Castro Mantecón, un códice de la Mixteca, le parecía que era de la región de Yanhuitlán. La noticia nos dejó inquietos. Qué códice sería, ¿sería una copia, un fragmento de una edición facsimilar? Lo comenté a Sebastián van Doesburg y a su colega Michel Oudijk y, picados por la curiosidad, fueron a ver el códice personalmente. Regresaron sorprendidos. Lo que vieron era nada más y nada menos que la parte faltante de una pictografía de la Mixteca, conocida como el Códice Yanhuitlán”
Tras varios intentos fallidos por que instituciones federales compraran esta parte, “Sebastián, ante la impotencia, reunió a un grupo de personas interesadas en que el documento regresara a Oaxaca, entre ellas Michael Swanton, Michel Oudijk, Manuel Hermann, Manuel de Esesarte, Nancy Farriss, Salvador Flores y Francisco Toledo. Cada uno, incluyendo a Sebastián, pusieron una cantidad para adquirirlo. El resto nos lo pidieron a Alfredo Harp y a mí. Convencidos ante el imperioso deseo de que el códice se volviera a Oaxaca, accedimos”.
Los participantes decidieron dejar esta tercera parte en Oaxaca, en el Centro Cultural Santo Domingo. “Es así como esta afortunada reunión de voluntades hizo posible que la tercera parte del Códice Yanhuitlán regresara a Oaxaca, su tierra natal en abril de 2013. La Biblioteca Francisco de Burgoa restauró el documento que se encontraba en un estado delicado”.
Así, 300 años después de la desmembración, el Códice Yanhuitlán, aunque sea por unos meses, está completo y, como dijo María Isabel Grañén Porrúa, por fin, en esa noche tan ansiada, “este hermoso documento nos transmite el momento en que las culturas indígena y europea se encontraron. Sus imágenes evocan los difíciles momentos de la colonización, pero a la vez son muestra de la activa participación de los mixtecos en forjar su propio destino en esa nueva realidad. Es un privilegio poder estar frente a un códice tan revelador del México del quinientos. Es también una forma de transitar y conocer mejor esa historia narrada por los tlacuilos y los dibujantes de la Mixteca oaxaqueña que presenciaron aquella época en que se plantaron las raíces del México actual”.